lunes, 2 de agosto de 2010

Soy una maravilla. ¡Cómprame!

Que en nuestros países existan instituciones que definimos como pertenecientes al «sistema educativo», nos confunde.

Sucede algo similar con la existencia de cárceles y de manicomios.

En estos casos pensamos erróneamente que delincuentes son solamente quienes están tras las rejas y pensamos erróneamente que locos son solamente quienes están en el hospital psiquiátrico.

La confusión que nos provoca la existencia de un «sistema educativo», ocurre porque somos objeto de otras enseñanzas sin que nos demos cuenta.

El cine, la televisión, la publicidad, las campañas proselitistas de los políticos, son formativas (didácticas, pedagógicas) y pertenecen de hecho al «sistema educativo».

Cuando miramos distraídamente cómo alguien intenta hacernos creer que un cierto jabón hace maravillas con nuestra piel o la ropa, sabemos que está mintiéndonos en nuestra propia cara con absoluto desparpajo, y sin embargo, le pagan para que lo haga ante miles de personas.

¿Qué haremos cuando intentemos seducir a una persona que deseamos? Seguramente más o menos lo mismo que el fabricante de jabón mágico.

Luego, ella o él, cuando se entere que aquellas magnéticas descripciones de ingresos, gusto por la vida familiar, conducta divertida en estricta monogamia, pasión por los niños, fantástica habilidad para cocinar, amor por la limpieza y decoración del hogar, cuando se entere que tienen tanto valor como la publicidad del jabón, dirán indignados que ella o él, son unos «mentirosos».

Claramente este diagnóstico será acertadísimo, pero donde será preciso tener mucho cuidado es en la responsabilidad que se le atribuya por esa conducta.

Los adultos y niños, estamos educados para mentir, exagerar, disimular, actuar, embaucar, seducir, hipnotizar, engañar.

La buena noticia, es que todos somos alumnos mediocres del «sistema educativo» en general.

Tanto tenemos bajas calificaciones en matemáticas como en falsificación de identidad propia, en idioma como en caradurismo, en historia como en inescrupulosidad.

●●●

11 comentarios:

Maruja dijo...

Los maestros del engaño son personajes de temer.

Rosana dijo...

Cómo hizo para encontrar justo esa foto para este artículo?!

Filisbino dijo...

La enseñanza informal es educación permanente.

Sandra39 dijo...

Y aprendemos a comprar mentiras con gran facilidad.

Adriana dijo...

Lo que pasa es que duele admitir que una no tiene ningún argumento para publicitarse.

Marta dijo...

Comienza a desconfiar cuando encuentres a alguien que realmente crea que es una maravilla.

Irene dijo...

No me molesta que me mientan con el jabón, pero sí con las cremas. No se puede jugar con la ilusión de no envejecer!

Gerónimo dijo...

Como desde pequeños percibimos que todos mienten, dejamos de sentirnos normales si nunca lo hacemos. (o al menos los demás nos ven raro)

Lola dijo...

Me alaga sentirme deseada, no me importa si me mienten para conquistarme.

Ismael dijo...

Todos tenemos las virtudes que ud menciona, sólo que de a ratos.

Fabiana dijo...

En la medida de que seamos capaces de irnos conociendo a nosotros mismos, puede que logremos ser más auténticos.