miércoles, 25 de agosto de 2010

El gremio de los desobedientes

Toda responsabilidad ciudadana constituye una imposición desagradable cuando debemos cumplirla.

— ¿Por qué buscar un recipiente adecuado para tirar el papel que cubría la barra de chocolate?

— Si me levanté un poquito tarde ¿por qué está mal cruzar con la luz roja, aunque sea sólo hoy?

— El árbol que está en la vereda, le quita visibilidad a mi ventana del primer piso ¿a quién perjudico si yo mismo corto esas ramas que sobran?

Las necesidades, deseos, conveniencias y preferencias, suelen estar limitados por minuciosas normas, que nos restringen, sobre todo cuando los demás nos las recuerdan irritados al descubrir nuestras transgresiones.

Entramos en la edad adulta (en la mayoría de los países, a los 18 años de edad), con una cantidad enorme de obligaciones y responsabilidades, sobriamente condimentadas por algunos derechos.

Un coro de inspectores voluntarios nos señala cuando hacemos algo indebido, pero disimuladamente se alegran por nuestra inconducta.

Quienes nunca cometen transgresiones, son personas particularmente exigentes, porque predican con el ejemplo y eso es realmente muy molesto para una mayoría que, de vez en cuando, no tiene más remedio que saltearse alguna obligación.

Quienes andan por la vida cumpliendo desganadamente las normas de convivencia, atraen sobre sí la sospecha de cualquier delito que no haya sido confesado por su verdadero autor.

Es muy útil para todos encontrar al culpable de un crimen indignante, sin importar mucho la veracidad de la acusación.

Los ciudadanos irresponsables ocupan en la sociedad un rol similar al que desempeñan los comodines en los juegos de cartas.

Los transgresores, evasores, marginales, locos, revolucionarios, desconformes, cuestionadores, cumplen muchas funciones indeseadas por todos, como por ejemplo, ser acusados injustamente.

En suma: el gremio de los ciudadanos famosos por incumplir las normas, se dedica a la carga, conservación y transporte de culpas, delitos, condenas, mala fama, etc..

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11 comentarios:

Martín dijo...

A mí me pasó siempre eso de cargar con lo que hacen los demás. Cuando termine el liceo me voy a dedicar a ir a joder a la puerta, para que me sigan viendo

Palas Atenea dijo...

Una antecesora del gremio que carga y transporta culpas fue Pandora. Sólo que ella no sabía que en su caja (o ánfora) llevaba enfermedades. Ahora tampoco saben; creen que son culpas!

Sandra39 dijo...

No está bueno ni ser demasiado obediente, anulando el pensamiento propio, ni tampoco demasiado desobediente, porque ya ahí hay gato encerrado.

Celeste dijo...

Quiero adoptar a ese gatito!!!

Melissa dijo...

Es lo mismo que yo me pregunto: por qué buscar un recipiente donde tirar el papelito del chocolate?, si no hay ninguno!

Lucas dijo...

El coro de inspectores voluntarios canta acá, a la vuelta de casa, cada vez que hay baile.

Macario dijo...

Los derechos son como el condimento verde. Todos dicen que lo tienen pero nadie se da cuenta dónde está.

Iris dijo...

Las personas que nunca cometen transgresiones, adquieren inmediatamente una expresión agria y la vocación de inspectores full time.

López dijo...

Cuando existe conmoción pública por algún delito cometido, lo importante es encontrar un chivo expiatorio.

Damián dijo...

Está metiendo a los revolucionarios en una bolsa que no les corresponde. Sea más cauteloso; mire que ud también podría ir con ellos.

Soledad dijo...

Yo solía predicar con el ejemplo, pero como tenía un ejemplo sólo, el día que lo extravié me quedé sin motivos.