miércoles, 30 de junio de 2010

La voluntad de obedecer bajo amenaza

Es posible decir que «voluntad», es la disposición, la energía, la dedicación a realizar algo no placentero.

Cuando lo que hacemos es divertido (mirar televisión, jugar con naipes, practicar un deporte), la disposición a la actividad, al esfuerzo, a correr riesgos, está provocada por el afán de disfrutar.

Como nuestra única misión en la vida es conservarnos y conservar la especie, el instinto que nos determina (gobierna, organiza, tiraniza) es el de conservación.

En nuestro lenguaje, usamos la palabra «naturaleza» para designar algo tan genérico, abarcativo e inespecífico, que podríamos decir que no significa casi nada.

Si tuviera que precisar qué es la «naturaleza», tendría que decir que es «la realidad», «las cosas como son», «todo, incluyéndonos».

Con estas pocas ideas imprecisas, quiero prologar la idea central de este artículo.

La «voluntad», es la disposición para hacer algo no placentero, impuesto por nuestro instinto de conservación, que en última instancia, forma parte de la naturaleza.

Para resumir el párrafo precedente, digo: «la voluntad es un fenómeno natural».

Cuando le pedimos a alguien que haga un esfuerzo de voluntad, le estamos pidiendo que se preocupe por algo que no le interesa, que actúe en contra de su naturaleza, en definitiva, que obedezca como un animal del trabajo.

Los motivos por los que un animal de trabajo o un semejante nos obedecen, surgen porque, al darles la orden (pedirles el esfuerzo de voluntad para que hagan algo que nos interesa a nosotros pero no a ellos), de alguna manera estamos excitándoles (al animal y al semejante) el instinto de conservación.

A los animales de trabajo se los golpea, se los pincha, se los amenaza y a los semejantes también (enojo, recriminación, insulto, privación).

En suma: pedir a otro un esfuerzo de voluntad, es siempre amenazante o inútil.

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11 comentarios:

Evangelina dijo...

Para los cristianos, "buena voluntad" significa hacer lo que entendemos correcto, pudiendo resistirnos a hacerlo.

Rosana dijo...

Creo que estoy pinchando demasiado a mis hijos, pero debo educarlos, no puedo hacer otra cosa.

Marisa dijo...

No imagino mi vida sin actos de voluntad. He tenido que inventar mil estrategias para que levantarme cada día -esté bien o mal, haga frío o calor- sea algo lo más sobrellevable posible.

Alejandra dijo...

Ya no sé qué hacer para que mi hijo estudie. Exigírselo ha sido frustrante y prácticamente inútil. Intentaré imaginar otros caminos posibles, que no pasen por la exigencia puesta en una fuerza de voluntad que, a esta altura, me parece que sólo nos está torturando a todos.

Filisbino dijo...

Otra acepción de la palabra voluntad es sinónimo de deseo, idea, determinación ("hágase tú voluntad")

la gordis dijo...

Toda mi familia se propuso exigirme esfuerzos de voluntad desde que engordé mis primeros cinco kilos. Capaz que por eso seguí engordando.

Gonzalo dijo...

En la vida tenemos que hacer un montón de cosas que no nos gustan. Me pregunto cuál es la mejor forma de abordarlas, eludiendo esos esfuerzos de voluntad que casi siempre terminan siendo infructuosos.

Yoel dijo...

La educación de un militar, parece ser la que más apela a la orden, la obligatoriedad, la disciplina.
Algo similar podría decirse de la formación sacerdotal.
Por algún motivo hay personas que eligen esos caminos.

Mariana dijo...

El acto volitivo nos recompenza con los logros que alcanzamos.

Romero dijo...

Nuestra educación nos permite asimilar los esfuerzos voluntarios como parte de nuestra necesaria adaptación social.

Evaristo dijo...

Me pregunto como podríamos entender el esfuerzo que realiza un león cuando agotado y hambriento va tras su presa.