Hace más de un año, les comentaba que podemos aislar tres instintos que nos gobiernan (1):
1) De conservación;
2) De reproducción;
3) De apoderamiento.
Seguramente la administración del poder está llena de conflictos, tensiones, agresividad, dolor, heridas, gritos (muchos por dolor y pocos por placer).
Recordemos —como al pasar—, que los seres humanos aspiramos a ser una especie superior, para lo cual tenemos que considerar que el resto de los seres vivos son inferiores e indirectamente estamos tratando de pensar que los instintos gobiernan a los demás animales pero no a nosotros.
De este rechazo al gobierno de los instintos, pasamos a rechazar cualquier tipo de gobierno. Toleramos con mucha dificultad cumplir las órdenes impartidas por otros.
Cuando un gobernante es diagnosticado como dictador, es porque su actitud merece ser repudiada.
Le cambio un poco de tema para luego desembocar en una conclusión.
Los pueblos que, por ser invasores o invadidos, destinaban muchos recursos a la guerra, necesitaban especialmente recursos humanos, jóvenes en buen estado físico que estuvieran dispuestos a morir por la patria.
El buen estado físico para la guerra, hace especial hincapié en una buena visión. Alguien que deba usar lentes, se convierte en un ciudadano de segunda categoría.
Cuando los pueblos no están en guerra pero tramitan su agresividad en los deportes, también necesitan jóvenes fuertes, con buena visión.
Cuando los pueblos no están en guerra ni en competencia, pero están sometidos a un poder central deseoso de dictar duras órdenes, puede tener ciudadanos con pobreza visual, pero pasan a ser ciudadanos de segunda categoría, los que tengan escasa audición (sordera, con dificultad para escuchar los dictados).
Conclusión: Actualmente, las dificultades visuales son menos vergonzosas que las dificultades auditivas porque vivimos en dictaduras no diagnosticadas. La propaganda ideológica es audiovisual y no «visualaudio».
(1) Los instintos ¿están para ser reprimidos?
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11 comentarios:
Nosotros nos creemos que nos cuesta mucho aceptar órdenes, pero en realidad vivimos obedeciéndoloas todo el tiempo -porque así de obligatorio es el instinto de conservación- y no nos damos cuenta.
El hombre tiene que saber cuál es el momento adecuado para exibir poder frente a una mujer y cuando es necesario que sea transparente con su vulnerablidad.
Para la guerra cada vez se destinan más recursos.
He aprendido a no escuchar nada que vaya en contra de lo que quiero oir. Es una capacidad que se desarrolla rápidamente.
Yo no oía bien, pero lo que veía me alcanzaba para juzgar. Desde ese momento me convertí en alguién peligroso.
Por eso digo que el plasma puede esperar.
Ahora necesitamos que vengan los otorrinos cubanos.
Por las dudas, las órdenes se gritan; para que no haya escusas.
El que sabe escuchar las "duras órdenes" tiene más elementos para decidir si las acata o no.
Teniendo en cuenta mis puntos fuertes y mis puntos débiles, va a ser mejor tener un lugar en el museo de la palabra que en el de fotografía.
La propaganda subliminal puede llegar tanto por la imágen como por la palabra.
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