En el artículo publicado ayer con el título La minoridad del mayor, comentaba con ustedes algunas conductas que indican nuestra reticencia a tomar responsabilidades.
Cuando decimos nostálgicamente que «todo tiempo pasado fue mejor», estamos reconociendo que aquella época en la que nuestros padres se hacían cargo de que no nos faltara nada era mejor que ésta en la que, no sólo tenemos que hacernos cargo de nuestra vida sino también de la de otros (hijos, enfermos, ancianos).
Una forma de zafar de las responsabilidades propias de la adultez consiste en enamorarse de otra persona que también desee lo mismo.
Ambos se prometen estar juntos «en las buenas y en las malas, hasta que la muerte los separe».
¿Cómo suelen ser aplicados estos votos de solidaridad vitalicia? Ambos entran en una especie de juego (de ficción, de teatro) en el que cada uno es el hijo del otro (intentando repetir sus respectivas infancias).
Él confía en que ella se encargará de su salud, de su bienestar, de que no le pase nada malo. Ella espera lo mismo de él. Lo que realmente sucede es que ninguno de los dos quiere hacerse cargo de sí mismo. Hacerse cargo de otro es mucho más flexible que hacerse cargo de uno mismo porque cualquier error u omisión tiene un responsable-culpable ajeno.
El afecto (enamoramiento) de este tipo de parejas es una mezcla del amor hacia los padres biológicos, con amor hacia el actual progenitor adoptivo más una ilusión que oculte la realidad: No querer hacerse cargo de la propia vida.
Atención: Esto sucede en algunas parejas. No en todas.
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20 comentarios:
Las personas buscamos la mejor solución al menor precio. Esto lo hacemos tanto con los alimentos, como con la vestimenta hasta con quien podría llegar a ser el compañero de toda una vida.
Hace unos días por acá se decía que una pregunta es femenina y que una respuesta es masculina. Ahora dice que las personas tratamos de eludir las RESPonsabilidades, o sea que probablemente el pensamiento de usted incluye la idea de que algunas personas no quieren ser varones con un pene castrable. ¿Puede ser?
Mi concubina se lo ha tomado a pecho y no me deja comer casi nada diciendo que después es ella la que me tiene que cuidar. ¡Así no vale! jaja
Confío mucho en mi esposo y mi vida sin él no sé lo que sería. Una vez pensé todo esto cuando llegó lo suficiente tarde como para que empezara a pensar lo peor y cuando llegó me abracé a su cuello y lloré desconsoladamente.
Cuatro ojos ven más que dos y a veces nos hace falta tomar distancia para ver ciertas cosas que uno mismo no se las ve.
Como siempre sucede, lo bueno puede exagerarse y ya se convierte en malo.
Eludir responsabilidades no me alcanza. Quiero borrarme del planeta, creer en el Paraíso e instalarme en él. Quiero negar que la realidad es tan real y despertar en otro lado, donde yo no sea yo y la vida sea otra cosa.
Mientras mis hijos fueron bebes jugué a las muñecas. Me convertí en una niña que tenía muñecos de verdad.
Ahora ya están grandes y me visitan en "Los Años Dorados", el hogar donde vivo desde que volví a usar pañales.
No es justo que otra persona tenga que encargarse de la salud de uno, salvo que esa persona sea remunerada.
Los votos de solidaridad vitalicia se sobrellevan mejor que los votos de castidad. Esto me lo dijo un obispo.
MIS PADRES NO SE HACÍAN CARGO DE NADA. Y YO TAMPOCO. ME IMPORTA UN BLEDO.
Si la vida me diera
otra oportunidaaaad
de volverla a vivir
no la quiero máaaas!
Nosotros nos encargamos mutuamente de nuestro malestar. Pero en el fondo nos adoramos.
Nunca llegué a conocer a mis padres biológicos. Supongo que deben ser gente muy inteligente y preparada, que deben ser atractivos ambos, porque de algún lado tengo que haber sacado lo mío. A mi pareja la quiero como si fuera mi madre biológica, ya que mi madre adoptiva dejó mucho que desear. Por otro lado a mi amante la veo como a mi madre adoptiva...no sé, será por todo lo que me dejó por desear ¡qué vueltas tiene la vida!
Me hago cargo de mi vida aunque se me quiebre la columna, y si ahora estoy en prisión (a mucha honra) es porque siempre me hice cargo de mis errores y porque no me han visto andar hocicando para hacerme de un peso y porque saben de sobra que soy duro de boca y no me asujeta ni un freno mulero.
Los votos de solidaridad vitalicia se aplican como una plancha en el medio del pecho.
Me enamoré de una mujer a la que le gusta el chocolate, igual que a mí. Así fue que zafé. Me siento libre como el mar.
Cuando la muerte me separó de la Chola seguí amándola más que antes, por eso estoy de acuerdo con usted en que todo tiempo pasado fue peor.
En las malas estamos juntos, sí, pero bajo protesta, de brazos caídos y con un humor de perros!
Cuando se trata de votar, sea por lo que sea, voto anulado.
Tiene razón, el matrimonio es puro teatro y además nadie te aplaude.
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