Hoy aparece publicado un artículo titulado Pobreza: ¡mérito o padecimiento!, donde propongo que para algunas personas es gratificante demostrar y demostrarse que su mente puede gobernar las apetencias corporales (imponiéndose la pobreza) para de esa manera confirmar que son humanas y no animales.
En ese artículo comento que cuando alguien no puede satisfacer las necesidades de calorías mínimas para seguir viviendo, está en un estado de indigencia y que cuando logra satisfacerla pero apenas logra atender sus necesidades de vivienda, educación, salud, e integración social, entonces es pobre.
Ahora llevo estos conceptos de indigencia y pobreza al plano de la afectividad femenina y comparto con ustedes una conclusión primaria que con el tiempo podrá ir perfeccionándose si tiene algo de verdadero o desaparecerá como un intento fallido.
Según mi observación, las mujeres necesitan mínimamente dos cosas: ser escuchadas y ser acariciadas. Si no cuentan con estos dos logros, podrían definirse como «afectivamente indigentes». Si lo logran parcialmente, podrían definirse como «afectivamente pobres».
La calidad de estos insumos (escucha y caricias) también tiene su límite inferior. No les resulta suficiente con ser escuchadas y acariciadas por cualquier persona. La «oreja atenta» y «la mano acariciadora» deben pertenecer a alguien de cierta categoría humana que para la mujer resulte suficiente.
Y finalizo comentando que cuando esta vida de «indigencia o pobreza afectiva» no logra superarse, pueden apelar a soluciones imaginarias, fantasiosas y hasta delirantes, pensando por ejemplo que son escuchadas por Dios, o por algún personaje invisible, o por cualquier desconocido a quien le hablan sin importarle sin son o no escuchadas.
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16 comentarios:
Me asumo como gran consumidora de ternura, no estoy segura si es en el formato que usted dice o mis apetencias son más variadas. Tampoco es un tema de conversación con mis amigas.
El deseo es insaciable. Lo repite usted mismo a cada rato. Si una mujer contara con la escucha y las caricias suficientes, empezaría a demandar otra cosa.
Escúchame doc: tu tienes algo contra las religiones, porque no te cansas de darles palos. Te pido un poco de clemencia.
Mi mamá soportó a mi padre por mí y yo soporto a mi esposo por mis hijos. Esto es hereditario. Las mujeres parimos con dolor y vivimos en la indigencia. Es un destino y nos arreglamos como podemos.
Yo no recibo las calorías suficientes y estoy en la indigencia porque no encuentro uno solo que me haga calentar.
OYENDO A LAS MINAS Y NO TANTO HABLANDOLES ES COMO SE GANA MAS.
UNA VEZ QUE COMPRENDI ESO LUEGO DE INICIADA LA CONVERSACION OPTABA POR ADOPTAR UNA POSICION TIPO PENSADOR DE RODIN, CON EL CODO SOBRE LA MESA DE LA CONFITERIA Y NO SOBRE LA RODILLA, Y OIR TODOS LOS ARGUMENTOS QUE LA MINA IBA EXPONIENDO Y QUE SUBCONCIENTEMENTE LA INCLINABAN A ACCEDER A TERMINAR EN LA CAMA. POR SUPUESTO ALGUNA REFLEXION BREVE E INTELIGENTE AYUDABA A CONCRETAR EL PROPOSITO FINAL.
Para mí los insumos básicos son ser abrazada y ser mirada.
Conozco mujeres que se contentan con oir su voz. Hablan y saben muy bien que no las escuchan pero necesitan imperiosamente decir lo que tienen adentro. Decir las cosas ya cumple de por sí una función ordenadora.
Le pago al analista para que me escuche, pero el tipo de escucha que más necesito no me lo puede dar un analista.
Según su observación Licenciado ¿cuáles son las 2 cosas que mínimamente necesitan los hombres?
El placer de la anoréxica está en el autocontrol de aquello que más la descontrola.
Gracias a mi amigo imaginario tuve una infancia medianamente feliz. Luego nos mudamos a un barrio más seguro y pude tener amigos de verdad.
La indigencia afectiva no se distrae saliendo los fines de semana, aunque es una manera de seguir en el mercado.
Ud dice que las mujeres nos conformamos con "cierta categoría humana" y creo que en eso nosotras somos bastante más exigentes que uds.
Sólo necesito las caricias, cada vez hablo menos.
Ya no me queda ninguna duda, si vivo en la pobreza es por culpa de mi marido!
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