Vivimos con mi madre en un departamentito pequeño. Ella decidió que yo duerma en el único dormitorio y su cama es un sofá convertible ubicado en el comedor.
Tiene 52 y yo 29 años. No tenemos más remedio que vivir juntos porque nuestras economías funcionan sólo si se complementan los magros ingresos que tenemos (pensión jubilatoria de ella y salario de hambre el mío).
Sólo la educación jesuita de ambos nos permite tener una conducta civilizada en sólo 38 metros cuadrados.
Dentro de mí corre una procesión de malos pensamientos hacia ella y supongo que por su parte hará lo mismo.
Para que tengan una idea, les cuento:
Ella es insoportablemente dominante y echa a todas mis novias. Quizá tengo tan bajos ingresos porque además sabotea mi capacidad para ganar más dinero asustándome con que «más vale malo conocido que bueno por conocer», y ahí me quedo vegetando como vendedor de una mísera tienda.
En la primavera apareció un pájaro que cantaba muy bien. Es gris de pecho amarillo, pero para mí son todos iguales. Como los chinos.
Me enfurecí cuando logró quitarle la libertad para que sólo le cantara a ella. Mi deseo más intenso fue que se le muriera. Ese acto agregó combustible al odio que le tengo por castradora.
Pero la naturaleza fue más inteligente que yo: el pájaro dejó de cantar. Al verlo con esa rebeldía que a mí me falta, ahora desearía que no se muera nunca.
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26 comentarios:
Este relato me hizo pensar que el departamentito es, además de chico, oscuro, húmedo, frío y con olor a cosas viejas. Deprimente.
Para mi esta gente es pobre de espíritu. Serán muy jesuitas pero espiritualmente son unos cartoneros.
Sus relatos son como un chicle: se saborean un ratito, dejan algo para seguir 'masticando' y luego pueden desecharse. Lo que no sé es si 'alimentan' algo.
No es posible o al menos no es fácil, la convivencia entre personas de diferentes generaciones. No habría que menospreciar esta imposibilidad o dificultad.
Está lindo para el título de una peli: "El pájaro canta hasta que la castradora lo encierra". Estoy segura de que la colectividad psi la va a ver.
Este relato tiene un mensaje oculto pero no adivino cuál es. ¿Algún día develará la solución?
Las madres siempre nos sacrificamos por los hijos y ellos nunca nos devolverán ni la mitad de lo que les damos.
Ese tipo de dependencias son enfermantes. Para mí que el tipo ya se enfermó porque dice que odia a la madre.
Capaz que si el muchacho se come al pájaro, adquiere algo de valor.
Rezo por él a la mañana y a la noche. Deseo que progrese, sea feliz, tenga una vida independiente, me deje vivir en paz. Sin embargo el desagradecido piensa que soy capaz de albergar malos pensamientos, yo, justo yo, que lo traje al mundo y le di los mejores años de mi vida!
Esa mujer debe ser insoportable: no quiere que cambie de laburo para que siga dependiendo de ella y le espanta las novias con el mismo objetivo.
Mi madre tiene un convertible rojo y vive en Arizona. En todo lo demás es idéntica a esta mujer.
Quizás mejore la relación entre ustedes si revisan la orientación de los muebles dentro de la casa. Es muy importante que las camas estén con la cabecera hacia el este.
Odio los pájaros enjaulados y los calzoncillos apretados.
Dejé de cantar porque no soy bobo. ¿A quíen voy a llamar si estoy enjaulado en ese apartamento? ¿Suponen que va a venir alguna pajarona a darme bolilla? ¡Qué rebeldía, ni rebeldía! Se trata de no gastar energía en cosas inútiles.
Si ud nos cuenta, Licenciado, seguro va a tener muchas ideas.
Para ud todos los pájaros son iguales porque es un pajarón.
Mi pajarito está libre pero sólo le canta a ella.
Nada más fácil que echarle la culpa de todo a la madre.
Un hombre de 29 años, vamos!
Si tienen magros ingresos no les queda otra que llevar una vida light.
Dentro de mí también corre una procesión de malos pensamientos porque aún sigue el último ciclista pedaleando en mi alma...y mañana tengo que ir a laburar.
Una buena terapia familiar les sería de gran provecho.
Y le hecho a las novias porque todas son unas vividoras que se piensan que una está en la obligación de atenderlas.
Estoy de acuerdo con Susana. La madre y el hijo son egoístas e incapaces de querer.
Envío a mi hijo a un colegio jesuita y mil metros cuadrados no le alcanzan. Acá algo funciona mal.
Seguro que ese pájaro no dura mucho.
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