Los humanos no podemos transgredir las leyes naturales pero nuestro cerebro segrega fantasías casi delirantes de autodeterminación.
¿Por qué un hombre y una mujer se atraen físicamente?
En varios artículos (1) he propuesto la hipótesis según la cual, en nuestra especie como en otros mamíferos, la hembra es la que desencadena el fenómeno, aunque los humanos tenemos un período de celo que va desde la primera menstruación hasta la menopausia, con algunas breves interrupciones que duran unos pocos días después de cada parición.
La naturaleza determina que las mujeres no sepan porqué se sienten atraídas por ese hombre que vieron fugazmente (amor a primera vista) o con el que hace años que se miran sin verse porque viven en domicilios cercanos.
Cuando ella siente ese repentino interés, seguramente procurará llamarle la atención mediante miradas, aproximaciones, vestimenta, perfume y otras técnicas que en su conjunto suelen ser infalibles.
El varón elegido por la naturaleza para que fecunde a esa mujer, verá alterada su existencia. Se sentirá «raro», placenteramente incómodo, sabiendo que tiene que hacer algo pero sin saber qué es.
La creencia en el libre albedrío hace que la mujer piense que ese hombre, que la naturaleza le asignó, es maravilloso y que con él todo sería mejor en su vida. Comunicará este sentimiento a otras mujeres quienes opinarán sobre el candidato, comentando los aspectos a favor y en contra que ven en él, ... como si la decisión de tomarlo o dejarlo existiera.
En esta doble vida,
— la instintiva, que determinó que «esa mujer» deberá gestar un hijo con «ese hombre»; y
— la cultural, que adorna el fenómeno reproductivo biológico con fantasías casi delirantes,
cada uno cumplirá con su obligación.
Sólo en el caso de que la naturaleza necesite conservarlos juntos, se mantendrán unidos hasta que la muerte los separe.
(1) «A éste lo quiero para mí»
«Soy celosa con quien estoy en celo»
«La suerte de la fea...»
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8 comentarios:
Suerte que no leí este artículo el día de San Valentín! Me tiró todo el romanticismo a la basura.
Si nos necesitamos continuamos juntos. Es una cuestión de mutua dependencia.
Básicamente estoy de acuerdo con Rosa, aunque haciendo la salvedad de que dos personas independientes se pueden necesitar.
(está claro que siempre vamos a necesitar a los otros, pero usar la palabra dependiente da la idea de un vínculo malsano)
Cuando los matrimonios son concertados por los padres u otras personas ajenas al vínculo, ahí sí tenemos una decisión tomada.
Si un hombre es el adecuado para gestarle hijos sanos a una mujer, lo lógico sería que esa pareja no se separara. ¿Será que el instinto no puede con la convivencia?
También puede que la cultura necesite conservarlos juntos.
Si todavía seguimos sintiéndonos poderosos, es porque creemos en la autodeterminación.
Por atender demasiado a las costumbres propias de la cultura en la que estamos inmersos, hemos olvidado la importancia decisiva de lo instintivo.
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