Condenamos la mentira porque no aceptamos la necesidad de mentirnos para apaciguar la angustia existencial (miedo, ansiedad, tristeza).
Como lo único importante es la vida, de los individuos y de la especie (1), tenemos que reconocer que en un segundo lugar aparecen dos cosas importantes:
A) La conservación de la especie sólo se alcanza mediante la función sexual, y
B) La muerte es un evento muy perturbador porque no solo aumenta la «visibilidad» de la «vida» (por contraste, gestalt, «blanco sobre negro»), sino que cumple la función renovadora de las especies (animales y vegetales).
Como lo único importante es la sexualidad y la muerte, nuestra cultura se dedicó a mentir sobre ellas.
Una de las mentiras es que la sexualidad es maligna, que sólo debe practicarse bajo ciertas condiciones gobernadas por el ser humano en vez de que fluya libremente como cualquier otra función vital: comer, respirar, dormir.
Otra de las mentiras es que la muerte, no solo es transitoria porque contamos con un renacer (inmortalidad del alma, reencarnación), sino que además es posible evitarla incurriendo en desnaturalizados procedimientos médicos (controles, dietas, ejercicios).
Es posible suponer que las funciones cerebrales destinadas a los temas realmente importantes (sexualidad y muerte), colapsan, no dan a basto, se saturan y bloquean. Esta falta de capacidad, esta discapacidad, esta debilidad mental nos obliga a mentirnos.
Con una mínima autocrítica alcanza para que deploremos esta escasez de recursos mentales que justifican el autoengaño.
La vergüenza que sentimos por ser tan tontos como para complicarnos la vida con algo tan natural como son la sexualidad y la muerte definitiva e inevitable, nos impulsa a seguir mintiendo, pues la situación evoluciona en forma de círculo vicioso: tenemos que condenar la mentira porque tampoco aceptamos que necesitamos el autoengaño para poder apaciguar la angustia existencial (miedo, ansiedad, tristeza).
(1) La única misión
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Otras menciones del concepto «mentira»:
Detector de mentiras
La apreciable realidad psíquica
Revaloricemos la mentira
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15 comentarios:
La crónica policial daba cuenta del fallecimiento de la joven mujer y su hijo, en accidente.
Lelia, amiga de la víctima, lloraba sin consuelo. La madre de Lelia, conocida como mujer dura y fría, miraba a su hija y pensaba: "Se miente, solo llora por ella misma, pobre, qué arrogancia..." Pocos comprenderían a esta madre.
Cuando muere un ser querido lloramos porque ya no lo vamos a tener más, no porque a ese ser querido se le haya acabado la vida, eso está bastante claro.
Si nos mentimos bien no habrá angustia existencial!!!
Y de lo contrario... la angustia existencial es inevitable. ¿Entonces por qué andamos siempre de careta? Porque insistimos en mentirnos, y porque lo de ¨al mal tiempo buena cara¨, no deja de ser una forma digna de resolver las cosas.
La sexualidad humana es inseparable de la cultura, eso ya no tiene vuelta atrás.
Para que la sexualidad fuera tan natural, tendríamos que respetar más profundamente nuestra naturaleza y nuestros impulsos. Si los humanos no lo hemos hecho ha sido porque hemos querido ser mejores. Es dramático, porque en ese afán nos hemos alejado de nuestros instintos, y terminamos perdiendo la regulación natural que ellos proporcionan. Ahora somos peores, infinitamente peores que cuando comenzamos a culturizarnos para vivir mejor.
La mentira, como apaciguadora de la angustia, sólo funciona cuando no somos conscientes de que nos estamos mintiendo.
Siempre los humanos hemos intentado darle una vuelta de tuerca al tema de la muerte. Creo que las religiones mas que nada apuntan a eso. La realidad es amarga y tratamos de endulzarla para poder tragarla y digerirla.
De pronto los recursos mentales nos alcanzan para evitar el autoengaño, pero no llegan a ser suficientes como para permitirnos una vida estimulante.
Las mentiras que condeno son aquellas que no quiero que me hagan a mi mismo.
La necesidad de mentirnos nos lleva a mentirnos, no hay decisión de por medio, no se trata de si lo aceptamos o no lo aceptamos. Distinto es cuando la mentira va dirigida a otros, salvo cuando mentimos de manera compulsiva.
Lo que no aceptamos es que los otros quieran apaciguar nuestra angustia mintíendonos.
La naturaleza quiere la conservación de la especie humana porque no sabe lo que hace. La naturaleza parece inteligente, pero es irracional.
Ninguna especie ha demostrado tanta creatividad para complicarse la vida, como la especie humana.
El norte tendría que ser nuestra naturaleza, deberíamos respetar nuestro instinto, nuestros impulsos naturales. Nos hemos alejado tanto de los orígenes porque el carácter violento de nuestra propia naturaleza terminó por volvérsenos inaceptable.
Entiendo que nuestra capacidad mental se colapse ante el tema de la muerte, pero no alcanzo a darme cuenta porque se nos hace tan difícil la sexualidad.
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