Preferimos temer la ley más que respetarla. Por eso preferimos dioses e instituciones temibles, preferentemente aterrorizantes.
Analicemos esta imagen porque tiene algo interesante.
Vemos a dos uniformados custodiando a un detenido.
Los custodios están totalmente cubiertos con ropa oscura y sin brillo mientras que el detenido está con una casaca muy visible (roja) con un letrero que indica su rol actual: DETENIDO.
Quienes vemos esta imagen podríamos saber quién es el detenido, porque está mirando al fotógrafo, pero no podríamos saber quiénes son los funcionarios.
El verbo «detener» no alude a una sanción pero para cualquiera de nosotros sería muy vergonzoso ocupar ese lugar. En la cabeza de conocidos y no conocidos rápidamente surgirá la idea «¡algo habrá hecho!». Por lo tanto, si bien formalmente este DETENIDO no está ni juzgado ni condenado, de hecho ya está sufriendo lo que para una mayoría sería motivo de angustia.
¿Por qué los funcionarios son anónimos?
Podemos pensar varias cosas:
— Es una conquista humanitaria de los trabajadores para poder cumplir la función sin exponerse a las represalias de los malvivientes;
— Es un reconocimiento de que la encargada de retener a los presuntamente culpables de algún delito es una institución oficial, una representante legal de la ciudadanía y que los errores o aciertos no son atribuibles a ninguna persona en particular sino a una institución;
— Al imaginarnos en el lugar central de la escena, no por casualidad ocupado por el supuesto malhechor, seguramente sentiremos un fuerte temor a ocupar ese lugar;
— Tampoco es casualidad que los dioses más temibles carezcan de una imagen. La justicia anónima es violenta y apela a infundir terror más que a inspirar respeto por la ley.
En suma: Esta imagen nos sugiere que la justicia anónima es difícil de entender, misteriosa, amenazante, probablemente arbitraria, pero definitivamente disuasiva.
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11 comentarios:
Dr Fernando lo felicito por el blog. Muy original. Yo hace poco tiempo estoy construyendo el mío de política y sociología.
Cierto que es más fácil actuar compelidos por el temor, así no es necesario ningún proceso psíquico, es sólo acción y reacción.
Es extraño que al detenido lo sostengan de una manera tan amigable, apoyándole la mano en el hombro, tomádolo por abajo del brazo...
Hacer justicia de manera violenta y anónima genera terror; no importa que lo buscado sea en definitiva la justicia.
Por el armamento uno piensa que son militares que responden a un estado, pero podrían ser de un grupo terrorista.
Justicia anónima linda era la de el Zorro, el Llanero Solitoria, la de los súeper-héroes. Por lo menos visto desde el punto de vista de la víctima.
Si yo fuera el detenido ese y estuviera ahí con esa pechera roja en el centro de la escena, no habría resistido la tentación de mandarle un saludo a todos los que me conocen.
La verdad que la primera vez que veo a un detenido rotulado.
A los dioses más temibles no se los puede nombrar. Nos sucede también con enfermedades que no nos atrevemos a llamar por su nombre. Por eso hablar de lo que nos asusta, es terapéutico, es un comienzo.
Si los errores son de una institución, alguien, alguna persona, debe hacerse responsable.
Los custodios están protegidos con cascos, chalecos antivalas, armamento y ocultación de la identidad, mientras que el detenido, no sólo está desprotegido sino que el color llamativo lo vuelve un blanco fácil si se le ocurriera escaparse.
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