jueves, 23 de febrero de 2012

La prostitución monogámica - (Artículo Nº 1.491)

La monogamia es fuente de múltiples frustraciones que se alivian ignorando (disimulando, negando) que estas existen.

Los varones y las mujeres somos muy diferentes (1).

El vínculo más fuerte que nos une surge de la compulsión instintiva a conservar la especie, que se manifiesta en forma de un deseo sexual recíproco en un contexto de «aislamiento reproductivo» (2).

Muchas veces imaginamos estar en una isla desierta con nuestro objeto sexual porque efectivamente sólo podemos reproducirnos con otro ser humano.

Esta fantasía de «isla desierta» también es evocadora de la monogamia.

Los humanos (y otras especies) somos territoriales y pretendemos sentirnos dueños exclusivos de bienes y personas, a los que amamos porque los sentimos necesarios para vivir.

En suma: hombres y mujeres somos muy diferentes pero ambos tendemos a apropiarnos de nuestro objeto de amor (del cónyuge en relación monógama).

Lo que nos diferencia complica la reciprocidad en la monogamia.

Las mujeres desean ser madres siempre y cuando existan las condiciones materiales que les aseguren disponer de todo lo que necesitan para sí mismas y para su prole. Cuando esto ocurre, ellas se sienten amadas por quienes las proveen y desean ser madres.

El deseo sexual femenino apunta a gestar hijos y es comparable al período de celo de las demás hembras mamíferas.

El deseo sexual masculino apunta a copular con todas las mujeres que lo convoquen.

Nuestras culturas imponen una solución precaria para estas diferentes apetencias sexuales (instintivas).

La monogamia matrimonial implica que los hombres estén moralmente obligados a copular sólo con una mujer y obliga a ella a tener relaciones sexuales inclusive cuando no está en período de «celo» (deseo inconsciente de fecundar).

Ellas «tienen que desear a su cónyuge» y ellos tienen que imaginar que su cónyuge representa a otras mujeres, como haría con una prostituta.

(1) Los monos degenerados

Una hipótesis de lo peor

Los orgasmos inútiles

(2) El enrolamiento en el plan reproductivo

Matrimonio igualitario

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12 comentarios:

Flavia dijo...

Al parecer el hombre no tendría motivos profundos para desear apropiarse de su objeto de amor, sin embargo los crímines pasionales parecen demostrar lo contrario.

Hugo dijo...

Hombre y mujer son igual de territoriales.

Marcos dijo...

Aparentemente los humanos no tenemos período de celo, el deseo sexual corresponde a situaciones individuales, no de la especie.

Adriana dijo...

El deseo de copular con una sóla persona no es real. Es una conducta autoimpuesta con el fin de imponer ese comportamiento en la pareja. Cuando ambos están de acuerdo en imponerse ese comportamiento, puede funcionar.

Franco dijo...

Me pregunto cuál es el costo y cuáles los beneficios, de exigirse mutuamente la monogamia.

Alicia dijo...

Respondiendo un poco al planteamiento de Franco, pienso que los costos son muy difíciles de medir, y serán distintos de una persona a otra. En cuanto a los beneficios, creo que la monogamia es un intento por restituir el vínculo primero con la madre, vínculo en el que se resolvían todas las necesidades, obteniéndose satisfacción, sosiego y paz.

Clarisa dijo...

Ya tuvimos que soportar a un tercero en discordia durante el Edipo. De adultos podemos elegir eliminarlo!

Ingrid dijo...

El deseo sexual femenino apunta a gestar hijos pero tambíen, al igual que el masculino, se beneficia del placer. Por ese motivo, la mujer, tanto como el hombre, puede desear copular con la mayor cantidad de hombres posibles.

Valentina dijo...

El placer del acto sexual no siempre depende de la variedad. Para la mujer es más fácil llegar al orgasmo con una pareja que sabe cómo hacerla gozar.

Magdalena dijo...

No quiero ni imaginar lo horrible que sería que mi esposo me dijera a qué frustraciones lo expone la monogamia. Y tampoco tener que confesárselo yo.

Zulma dijo...

El problema está, Magdalena, en que también sería horrible para cualquiera de los dos, imaginar al otro con otra persona.

Mirna dijo...

Para mí este es un tema al que no le veo solución, y bien valdría la pena que lo abordáramos. De esto casi no se habla, aunque llega incluso a motivar crímenes. Ni que hablar en otras culturas, donde se considera legítimo apedrar a la mujer adúltera.
Además es fuente de grandes desentendimientos entre el hombre y la mujer, perjudicando también a la familia.