sábado, 28 de enero de 2012

El enrolamiento en el plan reproductivo - (Artículo Nº 1.465)

Los dramas amorosos son menos perturbadores con otra interpretación de lo que somos mujeres y hombres.

Hombres y mujeres somos tan distintos que podríamos pertenecer a especies diferentes (1).

Sin embargo, algo nos une inevitablemente. Me refiero al «aislamiento reproductivo» por el cual la mujer no puede embarazarse con el semen de ningún mamífero que no sea hombre y el hombre sólo podrá fecundar mujeres.

Esta interpretación de los hechos, (que mujeres y varones parecemos pertenecer a especies diferentes), podría permitir un pensamiento más operativo, actitudes más eficaces, una filosofía de vida más económica en cuanto a obtener logros similares a los actuales pero con menos angustia e incertidumbre.

En términos más concretos, esta forma de interpretar lo que somos mujeres y hombres nos ahorraría lágrimas e infinidad de dolencias psicosomáticas.

La economía psíquica aumentaría significativamente si además pudiéramos soportar que no somos tan protagonistas de nuestra propia suerte como creemos.

Según he comentado en otros artículos (2), la naturaleza se expresa a través de los seres humanos así como lo hace a través de otros seres vivos y de objetos inanimados.

En los referidos artículos les comentaba que la naturaleza utiliza a la mujer para elegir a los varones que la fecunden así como otras hembras también reciben el esperma de los mejores sementales para mejorar la especie.

La mamífera convoca a los sementales mediante un perfume seductor (las feromonas), los machos llegan sexualmente excitados, se pelean hasta que uno (supuestamente el mejor dotado genéticamente) la embaraza del mejor hijo que podría tener con los recursos a los que accede en la zona donde vive.

En suma: Mujeres y hombres, ni nos elegimos ni nos aceptamos ni nos rechazamos. Tenemos o no la suerte de que la naturaleza nos dé participación en su plan reproductivo.

(1) Los monos degenerados

Una hipótesis de lo peor

Los orgasmos inútiles

(2) La parodia pre-matrimonial

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9 comentarios:

Alba dijo...

Usted se empeña en simplificar tanto las cosas, que ya casi es imposible discutirle algo. Porque podemos discutir cuando los asuntos son complejos, pero si resulta que son tan simples, la única que queda es: tómalo o déjalo.

Aldo dijo...

Entre un hombre y una mujer, lo único que sucede es el llamado de la naturaleza.

Elbio dijo...

Últimamente las mamíferas sólo se dejan embarazar a último momento; después de que han culminado sus estudios y logrado seguridad económica. Por su parte los machos no se muestran interesados por acelerar el proceso. Así que finalmente la cultura impone sus condiciones.

Adriana dijo...

El lugar que le damos a la naturaleza siempre es menor del que corresponde.

Rulo dijo...

Creo que la naturaleza se confía demasiado en que vamos a mejorar la especie.

Alejandra dijo...

Está desestimando demasiado el peso de la cultura.

Natalia dijo...

No podemos actuar de acuerdo a lo que somos capaces de razonar. Actuamos de acuerdo a lo que somos; pensamos de acuerdo a lo que hemos vivido.

Facundo Negri dijo...

No hay precio que podamos pagar para dejar de sufrir. Ni aún considerándonos con el mismo valor que un árbol, un mono o un poco de agua.

Gerardo Lima dijo...

Irremediablemente después de leer esto, me siento mejor. Las mujeres y los hombres no somos de la misma especie, o más bien, pertenecemos a territorios distintos, como las arañas o algún otro animal. Lo mejor que podemos hacer es mejorar nuestro aspecto, nuestro interior, cultivar nuestras actividades y "mejorar" lo que se pueda mejorar de nuestra persona. Lo demás es casi baladí.
La cultura impone muchas cosas, pero hay que saber valorar lo que la naturaleza nos da. Simplemente somos diferentes.