Fui hecho a imagen y semejanza de mi abuela materna.
Ella nos ha marcado a sus pocos familiares de una manera sutil pero firme, nítida, inevitable.
Es híper activa, generosa, creyente, toda bondad.
Siempre estaba sonriente, escuchando con atención, sin dar consejos sino ofreciéndose para hacer ella lo que cualquiera necesitara: cuidar un anciano, limpiar, cocinar, escuchar quejidos, prestar dinero.
Así fui criado. Ese era el modelo que yo necesitaba imitar. De mi madre me cuesta recordar el color de sus ojos.
Mi padre era el perro fiel de mi abuela y se desvivía para que ella no trabajara tanto. Después de cumplir las doce horas de trabajo en una fábrica que le dejaba un olor penetrante en la vestimenta, venía apurado a contarnos historias mínimas dirigiéndose siempre a ella.
Esta Súper Mamá era la que me escuchaba las anécdotas de la escuela, me miraba los cuadernos consultándome qué quería decir tal palabra, alabando la uniformidad de mi caligrafía, admirando los colores con que yo subrayaba hasta por demás.
Hasta que tuve 19 años mi abuela fue la gran enciclopedia viva, que me enseñó con actitudes cómo debe ser un buen ciudadano: trabajador, pulcro, reservado, solidario, temeroso de Dios, honesto, incansable, para recibir a cambio el enorme premio de ser querido por ella y por todos quienes me conocieran.
Escribo todo esto con cierta vergüenza, sorna, ironía, porque lo que pienso de mi abuela y de quienes se le parecen ha cambiado.
Un día vino la policía, se la llevó y dejé de verla.
Con los años supe que en su infinita compasión les practicaba abortos a mujeres desesperadas que le enviaba su mejor amiga.
Mi abuela realizaba el trabajo, corría el riesgo que la llevó a la cárcel, pero la mejor amiga cobraba abultadas sumas sin compartirlas.
La vergüenza de verla tan estúpida me volvió rebelde, resentido, mal ciudadano, homicida.
Nota: Este relato se inspira en la película El secreto de Vera Drake.
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10 comentarios:
Esa abuela no había sido estúpida. Había optado por una forma de vida. Dentro de esa forma de vida no era coherente enriquecerse con el padecimiento ajeno. Sí era coherente correr riesgos para aliviar a otros. Esa mujer no hizo nada estúpido. Fue valiente intentando ser ella misma. Siguió su camino; eso no significa que ese sea el mejor, fue el de ella.
El Ricky fue castigado por matar a un ladrón que tenía en jaque al barrio. Quizás él esperaba ser recompensado, no sólo por sus vecinos, sino también por la vista gorda de la policía. Cuando escapó del INAU, quizás entendió que había sido un estúpido. Y comenzó a delinquir. Barranca abajo siguió hasta que mató a otro hombre, a un trabajador bancario.
De pronto no somos claros en los mensajes que emitimos como sociedad.
NECESITO UNA ABUELA ASÍ
Qué grabados quedan esos pequeñísimos detalles de nuestro pasaje por la escuela: subrayar. Me acuerdo que de niña subrayaba remedando el arco iris.
Ahora a veces me pasa que algún paciente que se ha quedado muy atado a ese pasado remoto, me pregunta al terminar de escribir: "subrayamos?".
Cada persona es un mundo. El secreto de mi abuela eran las latas de guayabada que escondía debajo de la cama.
Es que el Diablo antes fue el ángel preferido de Dios.
Es bueno que existan un conjunto de valores claros que definan a la buena persona? Dicen que antes los habían y ahora no los hay. Sospecho que no es tan así, que "antes" tampoco estaba tan dilucidado todo. Además no olvidemos que cuando decimos 'antes', nos etamos refiriendo a 50 años atrás, es decir, nada. La historia de la humanidad da mil vueltas y tiene mil formas, si tomamos en consideración al mundo entero.
No hay consenso acerca de lo que es ser bueno, pero no creo que eso esté mal. Que nos confunde, eso sí es cierto.
Cuando ud habla de buenos ciudadanos, se me parece que deja afuera la gente de campo. Yo tengo mi credencial y soy un ciudadano, pero esa palabra me parece medio rara, ud disculpe.
Mi esposo es el perro fiel de mi suegra y yo ya no puedo más!
Cuando salgo en la tele, siempre mando un saludo a todos los que me conocen. Me gusta que todos me quieran.
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