viernes, 13 de mayo de 2011

El arte de la guerra pediátrica

El pequeño está rebelde, agresivo, destructivo: démosle garantías de que JAMÁS lo abandonaremos.

Cuando un niño no para de portarse mal, rebelarse, desobedecer, enfrentar a los padres, maestros, otros adultos y en general, oponerse en forma desafiante ante quienes lo rodean, seguramente disminuye la calidad de vida de la familia.

Los intentos de dialogar son inútiles, en los primeros años porque tiene muy poco desarrollada su competencia verbal y luego porque, aunque puede hablar con mayor eficacia, se atrinchera en respuestas cerradas del tipo «no», «si quiero», «no se me antoja», etc.

La turbulencia emocional que se forma en torno a estas actitudes, empobrece seriamente la capacidad de los adultos para observar, meditar y encontrar una batería de estrategias que puedan resolver la situación.

En suma: por un lado tenemos a un niño que no sabe comunicar el motivo de su constante oposicionismo y unos adultos que se ven superados por algo que antes imaginaban que era mucho más fácil de resolver.

Como en este momento yo no estoy sometido a la presión que tienen esos adultos encargados de encontrar alguna solución por el bien de todos, comparto con ustedes una idea que puede destrabar la situación.

Lo que parece ser el centro de todo el problema es que ese niño se siente amenazado. Casi seguro que teme ser abandonado, se le metió en la cabeza que no lo quieren y lucha torpemente contra algo que ni ocurrió ni probablemente jamás ocurrirá y es que los padres lo expulsen de la casa.

Los seres humanos de cualquier edad vivimos atormentados por el temor al abandono y aunque los adultos sepamos que jamás haríamos eso con el niño, comencemos por darle todas las garantías posibles hasta que comience a creerlo y tolere una tregua.

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10 comentarios:

Evaristo dijo...

Los niños que han vivido el divorcio de sus padres, probablemente tengan mayor temor a ser abandonados.

Andrea dijo...

El miedo al abandono aumenta cuando llega un hermanito.

Eduardo dijo...

Es difícil para los hijos adoptivos, que de hecho ya han vivido una abandono de los progenitores.

Roberto dijo...

Sí, en esos casos, lo mejor es demostrar con los hechos; las palabras no alcanzan.

Norma dijo...

Del mismo modo que dejé de usar la batería de cocina, se me agotó la batería de estrategias: cansancio consecuencia de repetitivos fracasos.

Clarisa dijo...

Educar es un arte, y cada maestro va con su librito; librito que está escrito con la experiencia de vida de cada uno.

Rafael dijo...

Canes, felinos, monos... son muchos los mamíferos que pondrían la misma carita que la nena, al enojarse.

Federico dijo...

Algunas niñitas tienen una competencia verbal asombrosa ya a los dos años.

Alejandro dijo...

Me acuerdo que cuando se me fue la rebeldía, no me hallaba ejerciendo de dócil. Supongo que de casos como el mío es que nacen los 'rebeldes sin causa'.

Javier dijo...

Si los adultos no pudieron meditar antes de tener hijos, va a ser un doble desafío que puedan hacerlo después.