viernes, 27 de mayo de 2011

El deseo sexual inspira solidaridad

El instinto de aliviar (curar) un cuerpo ajeno es casi igual al instinto de gozar sexualmente con otra persona.

No siempre los padres aman a sus hijos. De hecho el varón suele tener un mayor desapego hacia el recién nacido que la madre.

Esto puede entenderse porque ella, al amar al hijo está amándose narcisísticamente.

Tampoco es algo seguro que la mamá se ame. De hecho hay mujeres que se llevan mejor con la peluquera que consigo mismas.

Pero la idea que intento tomar como premisa es que el amor es algo que puede ocurrir o no entre personas con vínculos de consanguinidad.

Existe un instinto bastante fuerte que nos con-mueve a una mayoría de adultos cuando la vida nos pone frente a cualquier ser desvalido, ya sea un recién nacido, un animal lastimado o un anciano débil.

Cuando recibimos este shock sensorial, algunos se dejan llevar libremente por su impulso y se abocan decididamente a terminar con ese estímulo sensorial que los lastima (sangre, llanto, quejidos).

Otros, acostumbrados a negar cualquier cosa que los moleste, se hacen los fríos, los insensibles, se creen omnipotentes si logran superar ese sentimentalismo y dejan que el semejante (animal o humano) sufra, resistiendo estoicamente las ganas desesperantes de ayudar para que deje de incomodarlos.

El deseo de ayudar se parece muchísimo al deseo sexual. Las ganas de sanar y las ganas de gozar el cuerpo ajeno, tienen un peso específico similar, pero ahí surge la cultura para decirnos tajantemente: está bien que goces ayudando un cuerpo ajeno pero está mal que goces besando, acariciando, fornicando un cuerpo ajeno (excepto ciertas condiciones especialmente reglamentadas del tipo matrimonio monógamo, compromiso, etc.).

Inconscientemente, quien está inhibido para gozar sexualmente un cuerpo ajeno, si se muestra solidario es por compromiso, porque está bien visto, por obligación moral.

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11 comentarios:

Gabriela dijo...

Tratamos de aliviar el deseo sexual para que deje de incomodarnos? Mmmm... el deseo sexual es muy volvedor.

Olga dijo...

Con respecto a la opinión de Gabriela no sé. Dicen que los hombres se sacan las ganas y cambian de objeto con más facilidad. Disculpen que lo diga tan crudamente. Con esto no estoy diciendo que las mujeres sean mejores que los hombres. Por qué la necesidad de cambiar tiene que ser un signo de maldad?

Sandra39 dijo...

Las mujeres hemos sido educadas para reprimir nuestros deseos. El contrato matrimonial decía que le debíamos obediencia al hombre, porque este era el jefe de la familia (y claro está, su sostén económico). Ahora todo esto parece estar cambiando en muchas partes del mundo. (En muchas otras no). Veremos que cambios trae en el comportamiento sexual de las mujeres.

Teresa dijo...

Tiene razón, es completamente arbitrario que la cultura nos diga que está bien gozar sanando y que está mal gozar brindando placer. Sanar es brindarle placer al que está sufriendo, ya que el placer surge cuando se alivia el dolor. Podríamos decir que son comportamientos equivalentes. Así que este lío con los placeres, vaya a saber uno qué es lo que en realidad persigue.

Elena dijo...

Lo que nos complica son los celos. Podemos aceptar que la persona amada esté concentrada en otra cosa y desligada de uno, si esa cosa es trabajo, preocupaciones, enfermedad. Pero si lo que momentáneamente lo desliga de uno es otra persona u otra actividad con la que se siente feliz, somos monstruosamente mezquinos y sentimos celos.

Irene dijo...

Me encantó eso de llevarse mejor con la peluquera que consigo misma. Lo voy a incorporar a mis chistes.

Lola dijo...

La voluptuosidad del shock sensorial, se me escapa de las manos.

Elbio dijo...

Gozar ayudando a otro es muy útil a los fines de cohesión social, armonía y logros.
Gozar con otros en el ámbito de lo privado, te obliga a desatender momentáneamente lo gregario.
Y en eso la sociedad se comporta como el consorte celoso.

Sofía dijo...

El personal de la salud muchas veces recurre a ese mecanismo de "enfriamiento" para lidiar con el dolor, la enfermedad y la muerte. Creo que quienes más sufren son justamente los que aplican ese mecanismo (el mecanismo los aplica a ellos). Mostrar más humanidad implica poder manejar mejor los miedos inherentes al dolor, por lo tanto, los médicos, enfermeros, psicólogos, "más humanos" son, paradójicamente, los que pueden discriminarse más del paciente.

Paulo dijo...

No voy a permitir que la cultura me corte la mente en tajadas.

Tiziana(+que4patas) dijo...

Una forma interesante de ver la solidaridad...de ultimo siempre queda el dar por el simple placer de hacerlo

"Primero doy porque me dan
Después doy para que me den
Después doy para que reciban lo que doy
Y por ultimo, doy solo por el placer de dar".