lunes, 16 de mayo de 2011

El flotador de piedra

Quienes recomiendan (aconsejan, enseñan) soluciones difíciles, costosas, esforzadas, buscan inspirar admiración, envidia y aplausos, sin importarle qué poco están colaborando con las necesidades del consultante.

Después de cierta edad (seis o siete años), sabemos que cuando queremos hablar bien de nosotros mismos, no podemos decir explícitamente «soy inteligente», «¿verdad que soy linda?», «nadie me supera jugando al fútbol».

Tanto es así que decirlo es una receta infalible para hacer reír.

Pero esta represión cultural —como cualquier otra represión—, no anula el deseo de estimular nuestro ego buscando la aprobación universal de cómo somos.

La represión está bien bautizada con ese nombre porque el fenómeno psíquico se parece mucho a lo que ocurre con una represa que interrumpe el curso de una corriente de agua: esta intenta fluir y si encuentra un obstáculo aumenta el volumen, presiona tanto como para romper el muro o se derrama inundando grandes extensiones de terreno.

Es muy costoso para los humanos (y para los castores) obstaculizar el flujo de agua y (sólo para los humanos) obstaculizar el fluir del deseo.

Nos cuesta mucho frenar las ganas que tenemos de ser alabados, homenajeados, ovacionados.

Entonces aparecen las estrategias, ardides, artimañas para lograr admiración, piropos, envidia.

Por ejemplo:

— las personas que son naturalmente delgadas como es moda actualmente (año 2011), probablemente digan que hacen grandes sacrificios para mantenerse con esa figura o digan lo contrario, que comen de todo y hacen vida sedentaria.

En el primer caso buscan ser admirados por su disciplina y en el segundo por la suerte de tener un cuerpo privilegiado;

— si alguien tiene que dar un consejo o enseñar un procedimiento, propondrá la solución (método, recorrido) más sacrificada, costosa y preferentemente imposible, para que el otro admire cuánta capacidad de realización (fuerza, resistencia, dinero) tiene este consejero narcisista.

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12 comentarios:

Susana dijo...

Los consejeros narcisistas te dan la razón en todo.

Martina dijo...

Los docentes narcisistas son los que hablan en lengua difícil.

Eduardo dijo...

Cuando freno las ganas de ser reconocido dejo de dar conferencias, pero justo en esos momentos es que me acicatean entregándome las llaves de la ciudad, nombrándome ciudadano ilustre, o cosas así.

Javier dijo...

A veces las estrategias para lograr admiración son tan torpes, que te terminan sepultando.

Jacinto dijo...

Es maravilloso que en una sociedad existan artistas, pero convengamos que es la profesión más narcisista de todas.

Luciana dijo...

Para que el deseo fluya como el agua, debe pasarle a todo por encima.

Alicia dijo...

Y cuando un freno se gasta, se pone uno nuevo. Así es que nuestra neurosis se mantiene dinámica.

la gordis dijo...

Yo también; cada vez que encuentro un obstáculo, aumento el volumen.

Amanda dijo...

Quizá cuando buscamos consejo necesitamos que este provenga de un padre admirado, para que nos sea de provecho.

Filisbino dijo...

Es llamativo que la modestia (siempre falsa) siga siendo aplaudida.

Evaristo dijo...

La aprobación de los demás, nos da un indicador positivo de como somos.

Flujo Re-suelto dijo...

A la Represión le pusieron como segundo nombre Costosa.