lunes, 30 de junio de 2008

¡Ídolo: fecúndame!

El cantante de moda despliega toda su fascinación en el escenario y las fanáticas deliran desde la platea después de haber pagado mucho dinero por el derecho a una butaca que no usarán en ningún momento.

Una canción tras otra, organizadas de tal forma que les baje todas las defensas desde el comienzo para descender levemente luego y retomar una escalada de excitación que culminará con el tema que todas estaban esperando porque es el más bonito, el más pegadizo, el que seguirá sonando en sus cabezas por años.

La escena anterior es una metáfora. La original se refiere a que en la naturaleza es posible pensar que un solo hombre fecunde a muchas mujeres como sucede en el resto de las especies. Los espermatozoides se cuentan por millones en cada eyaculación y las mujeres tienen disponible un óvulo mensual, que de ser fecundado las mantendrá con el cuerpo ocupado durante nueve lunas.

Ese maravilloso cantante las penetra con su seductora voz, las fecunda llenándolas de fantasías, sueños, ilusiones, imágenes ideales y durante todo el espectáculo ellas disfrutan de la música y de las luces con tanto placer como sentirían si ese mismo cantante estuviera con cada una de ellas en una velada romántica, haciéndoles el amor y gestando con ellas un nuevo ser que traerá todo el encanto de una mezcla genética perfecta: el ídolo y ella.

Para haber recibido todo esto, el precio de la entrada no era tan caro.

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domingo, 29 de junio de 2008

Retírame el pene que ya vuelvo

¡Cuidado con las nuevas tecnologías! Están produciendo un cambio cultural que terminará con los privilegios de unos cuantos. La advertencia está dirigida precisamente a esas víctimas indefensas.

Andar por ahí sin teléfono móvil es como para un asmático viajar sin su aerosol vasodilatador. Una mayoría de personas habla o envía mensajes de texto pero para no perder el estado atlético, cuando no pasan ninguna de estas dos cosas, practica alguno de los juegos incorporados en el aparatito.

Si alguna vez había personas distraídas que estaban con la cabeza en otra parte, ahora hay muy pocas personas que tienen la cabeza cerca de cuerpo. El pensamiento no está en la clase de física, ni el la oficina, ni en el hogar, ni en el cine, ni el hotel de alta rotatividad.

Una relación sexual puede interrumpirse momentáneamente porque acaba de entrar un mensaje de texto que despierta más curiosidad que la milenaria excitación. «Perdona un segundo», dice ella, retirándose con un gesto coqueto de abajo de su compañero. Ya habrá tiempo de retomar la actividad. O no, y está todo bien porque «...esto podemos hacerlo en cualquier momento pero justo estaba esperando que me dieran una respuesta por...». «Está bien, quédate tranquila».

Quienes no puedan adaptarse a estos cambios culturales introducidos por la tecnología, habrán de perderse el privilegio de comunicarse en forma carnal por no tolerar la comunicación en forma virtual.

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sábado, 28 de junio de 2008

¿Tu tienes pito?

Ya que hice algunas confesiones sobre los neuróticos en Rezo para que deseen satisfacer mi deseo, y dado que los comentarios ingresados al blog y los recibidos por e-mail no me provocaron mucho miedo, hoy me animo a efectuar algunas revelaciones más.

Para poder escribir esto mi cabeza debe pensar que son ustedes los que necesitan saber y que no soy yo el que desea escribirlo. Este punto es importante: Recuerden que a los neuróticos no nos gusta desear sino que preferimos ser deseados.

Siempre es importante observar en nosotros cómo pretendemos ser personas libres, autosuficientes, capaces de controlar casi cualquier cosa que se nos antoje.

El afán de control procura erradicar de nuestras vidas todo tipo de pérdidas. Con la actitud exagerada que siempre caracterizó a Freud, a esta particularidad nuestra la llamó complejo de castración.

Como también le gustaban las fábulas y hacer historias, él también decía que este complejo habría surgido en la niñez, cuando comprobamos que algunos teníamos pene y que otros no.

Los varones seguimos preocupados por no perder tan preciado apéndice y la nenas, que ya habían nacido sin él, concentraron todo su interés en conseguir algo de valor similar, como podría ser tener un hijo, preferentemente con su papá, pero la historia del incesto la veremos cuando junte más coraje.

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viernes, 27 de junio de 2008

Fracaso técnico

Cuando tenía 16 años vivía en una ciudad de 5.000 habitantes en el interior del país.

En ese lugar había tres epicentros que magnetizaban la atención: El Club Social y Deportivo Amanecer, el cine Plus Ultra y el burdel de doña Rosa. Mi orden de atracción magnética era exactamente el inverso.

Desde los 11 años venía sintiéndome muy culpable por la insaciable masturbación y sabía que por mi edad y mi género tenía que algún día dar el salto al vacío más temible: tener sexo con una mujer de verdad.

Fue entonces cuando nos visitó el hermano menor de mi madre que llegó para darle tangibilidad a unas historias de amoríos imperdonables, de hijos no reconocidos por doquier, de embaucador profesional en base a unas poesías que derretían a cualquier frígida fundamentalista.

Debo agradecerle el haberme animado y facilitado las cosas para que yo pudiera practicar el deporte extremo de tener sexo con una prostituta.

Hacía poco que había llegado una nueva profesional, apodada La Suiza porque esa era su ascendencia y su aspecto físico. Era más alta que yo y me dijo: «¡Pero no hay que tener miedo mi lindo muchacho!».

Si alguna de ustedes piensa iniciarse en la prostitución, recuerden lo que ahora les digo: Nunca traten de alentar a alguien señalándole la debilidad que lo avergüenza.

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jueves, 26 de junio de 2008

Cuando el varón es una vedette

Presten atención a la letra de este tango titulado Aquel tapado de armiño.

Música: Enrique Delfino
Letra: Manuel Romero


Aquel tapado de armiño (animalito de piel muy valiosa),
todo forrado en lamé (tela también muy costosa),
que tu cuerpito abrigaba
al salir del cabaret.
Cuando pasaste a mi lado,
prendida a aquel gigoló (proxeneta),
aquel tapado de armiño
¡cuánta pena me causó!

¿Te acordás?, era el momento
culminante del cariño;
me encontraba yo sin vento (dinero),
vos amabas el armiño.
Cuántas veces tiritando,
los dos junto a la vidriera,
me decías suspirando:
¡Ay, amor, si vos pudieras!
Y yo con mil sacrificios
te lo pude al fin comprar,
mangué (pedí prestado) a amigos y usureros
y estuve un mes sin fumar.

Aquel tapado de armiño
todo forrado en lamé,
que tu cuerpito abrigaba
al salir del cabaret.
Me resultó, al fin y al cabo,
más durable que tu amor:
el tapado lo estoy pagando
y tu amor ya se apagó.

Este enamorado de los encantos de una mujer, quedó expuesto a muchas penurias afectivas y económicas.

Si observan la imagen adjunta de San Juan Bautista según Leonardo da Vinci, estaremos de acuerdo en que el evangelista parece tanto un hombre como una mujer.

Esta falta de definición en el sexo de un ser humano, me hizo acordar que también sucede que un hombre encantador expone a las mujeres seducidas a muchas penurias afectivas y económicas.

En suma: Ni nuestro sexo es tan definido ni el control sobre nuestras vidas es tan eficaz. Aceptar estas evidencias nos salva de múltiples complicaciones.

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miércoles, 25 de junio de 2008

Rezo para que deseen satisfacer mi deseo

Los neuróticos somos personas que nos llevamos mal con el deseo porque somos arrogantes, orgullosos, jactanciosos.

El deseo es un impulso muy fuerte que nos lleva, por ejemplo, a pedirle a la madre de un amigo que nos invite a cenar porque el perfume que sale de su cocina es totalmente subyugante y aunque podemos sentir anticipadamente el sabor en la boca, quizá hasta con un poco de vino rosado a 7º de temperatura, preferimos abstenernos por miedo (que podemos llamar vergüenza pero es miedo).

¿Por qué “miedo”? Porque (los neuróticos) creemos:

- Que ceder al deseo equivale a caer en una tentación diabólica que puede llevarnos a la ruina en breve plazo ya que este es un artilugio del diablo para apoderarse de nuestra alma en su eterna lucha con Dios;

- Que la señora puede burlarse de nuestra gula;

- Que nuestro amigo luego podrá pedirnos que lo invitemos a cenar en nuestra casa cuando sabemos bien que a nuestra madre la ponen de muy mal humor los invitados sorpresa;

- Que si de esa comida proviene un perfume tan maravilloso, quizá contenga ingredientes nocivos ya que es por todo neurótico conocido que lo que gusta mucho hace mal o engorda;

- Que la señora después le comentará a nuestra madre y que ésta nos recriminará en un ataque de furia recargada de celos;

- Porque esperaríamos hasta último momento que la dueña de casa tuviera la iniciativa de invitarnos para poder decirle que no, luego recibir la insistencia con la misma negativa para terminar aceptando como a regañadientes cuando se produzca la tercera.

En suma, los neuróticos nos sentimos muy vulnerables ante las manifestaciones de nuestro deseo y pretendemos satisfacernos logrando que los demás hagan lo que anhelamos pero sin que ellos sepan que nos complacen. En el caso mencionado, preferimos que la cocinera maravillosa exprese su deseo de tenernos como su comensal para poder darle trámite sigilosamente a nuestro deseo de quedarnos a cenar.

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martes, 24 de junio de 2008

¡No te quedes ahí sin hacer algo!

¿Por qué algunas personas se adornan con una pequeña cruz colgada del cuello?

¿Por qué en casi todas las tumbas hay una cruz?

Se puede contestar rápidamente: «Es sólo una costumbre». También puede ser una costumbre fumar, no usar preservativo con gente desconocida, tomar mate en rueda con cualquiera, bañarse todos los días, usar ropa inclusive cuando el clima recomendaría la desnudez total, y otros ejemplos por el estilo.

La cruz es un instrumento de tortura y muerte que se aplica desde varios siglos antes de Cristo. Los condenados son personas acusadas de delitos muy graves. Se la aplica para que sirva como disuasivo de los delincuentes potenciales.

Su crueldad es superior a la horca, el linchamiento, la silla eléctrica, la cámara de gas, el pelotón de fusilamiento. El condenado padece durante horas y hasta días antes de morir.

¿Por qué nos adornamos con este objeto tan siniestro? ¿Por qué se instala en los ataúdes y tumbas? Sólo por costumbre no puede ser. Acá tiene que haber algún mensaje implícito que no terminamos de expresar con todas las palabras.

¿Qué emociones provocaría un adorno que recuerde la horca, una picana eléctrica o un látigo? ¿Dónde está el deleite estético de semejantes aparatos?

No puedo pensar que nos guste autoagredirnos. Tampoco creo que lo hagamos para acusar de sadismo a quien nos mire o visite un cementerio.

También podría ser que este objeto diga algo así como: «Estoy muriéndome lenta y penosamente»; «¡Sálvame de este martirio tan injusto como el que padeció Cristo!»; «Si me dejas morir serás tan inhumano como quienes condenaron a Nuestro Señor», y otros mensajes igualmente reclamantes.

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lunes, 23 de junio de 2008

Esta angustia me angustia

La angustia es una molestia inevitable en la existencia. Algunos dicen que es una señal y quizá tengan razón.

Cuando estamos cansados también tenemos una molestia y es una señal de que tendríamos que descansar. Cuando estamos hambrientos también tenemos una molestia y es una señal de que tendríamos que comer. Cuando estamos con dolor en el vientre también tenemos una molestia y es una señal de que ... etc.

¿Por qué la angustia, siendo que es una molestia y una señal, ocupa un lugar tan importante como para que hayamos tenido que inventar mitos complejísimos (las religiones) o estructuras racionales de enorme tamaño (la ciencia)?

Una respuesta posible pero demasiado simple como para ser aceptada fácilmente sería que la angustia tiene la particularidad de generar más angustia (mientras que el cansancio no genera más cansancio, ni el hambre genera más hambre, etc.).

Entonces esta es una molestia que puede entrar en un círculo vicioso mientras que las demás son menos dinámicas y por tanto menos preocupantes.

De ahí que el psicoanálisis sea el único arte científico que pone las cosas en su lugar, frenando el círculo vicioso que puede generarse con la angustia. Por supuesto que el psicoanálisis no elimina la angustia: sólo evita la angustia provocada por la angustia.

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domingo, 22 de junio de 2008

Viaje al más acá

Desde que había subido al ómnibus en la terminal, imaginó más intensamente cómo lo abrazaría.

Se acomodó pensando que tendría que estar ahí sentada por más de cuatro horas, encendió sus auriculares con música romántica en francés, cerró los ojos y procuró dormir.

Alguien se sentó en el asiento vacío de una manera un tanto brusca. Seguramente habría llegado muy sobre la hora de partida. Una vez que se sentó, todo quedó en calma. Gilbert Becaud y un lejano zumbido del motor. Reaparecieron los pensamientos sobre cómo lo abrazaría. Se vio acariciándole la nuca, abrazados interminablemente, con un balanceo propio de las últimas horas de un club nocturno.

Hacía muchas semanas que no tenía sexo. Sólo un lluvioso domingo de tarde se sintió inspirada para ser autónoma.

Entreabrió los ojos y vio que su ocasional compañero se había cruzado de piernas y quedaba en un plano muy visible la piel escasamente velluda que iba del mocasín al bajo del pantalón.

Los párpados no obedecieron y siguió mirando esa pequeña parte de un desconocido.

La canción hablaba de un triste desencuentro en la costa mediterránea pero esa piel joven y de su color preferido estaba siempre ahí, fascinándola.

¿Qué está pasando? ¿Otra vez esa maravillosa sensación en la pelvis? No, ¡no puede ser! Los ojos entrecerrados no lograban escapar de aquella piel. Trató de distraerse contando los pelitos escasos sobre el talón de Aquiles, las venitas del tobillo, una especie de ralo vello púbico algo más arriba. Tenía la certeza de que la temperatura y la suavidad serían infinitamente agradables y la sensación en la pelvis se expandió al vientre y a los glúteos.

Cruzó sus piernas y comenzó a mirarlo buscando estimularse más. Ya sabía ella que “cuando no puedes con el deseo, mejor únetele”. Presionando los muslos como le había enseñado su mejor amiga del internado católico, observó que había alcanzado la posición perfecta para hacer contracciones rítmicas que estimularan el clítoris.

Ahora necesitaba mirar la pierna del joven para llegar cuanto antes al éxtasis y poder tener un viaje menos perturbado.

Imaginaba cómo podrían caer sus pantalones y mostrar unas piernas delgadas pero fuertes y torneadas, con esa vellosidad tan suave. La excitación subió varios escalones más cuando accedió a pensar en el olor de sus genitales. Le pareció sentirlo realmente. Bajándole lentamente su boxer y mirando maravillada ese espectáculo siempre renovado de un pene erecto que al tocarlo se lo siente latir como si fuera un amoroso bebito.

El aroma de la fragancia corporal le pareció que subía por sus narinas y empezaron los primeros anuncios de un orgasmo inminente. Veía con cierta preocupación que su cuerpo estaba teniendo movimientos involuntarios y que podrían llamar la atención de su ocasional amante.

Imaginó que ese hermoso pene le entraba a la boca, acariciando con una suavidad imposible de adjetivar su lengua y el paladar. Los labios formaron una verdadera vagina. Le acarició las piernas, los glúteos, los testículos.

Al ver que el orgasmo llegaba muy rápidamente quiso frenarlo para disfrutarlo un poco más pero fue imposible. Las piernas continuaban por sí solas el masaje sobre el clítoris. Un cantante desconocido gemía una historia intrascendente con varios quiebres en su voz. Las oleadas voluptuosas la invadían masivamente, el movimiento rítmico no paraba porque había perdido todo posible control. El placer no paraba de subir; probó infructuosamente dejar de mirar. Estaba poseída. El estómago se contraía espasmódicamente, dejó de oír la música, se mareó levemente, se le taparon los oídos, apretó los puños con fuerza hasta que por fin comenzó a retomar el dominio de su cuerpo. Recobró la tranquilidad y le fue permitido observar el paisaje a través de la ventanilla.

Él se incorporó, tomó su equipaje del estante y se aprestó a bajar. Ella seguía mirando distraída por la ventanilla hasta que una voz interior le dijo «Nada te importa más que él». Salió del asiento como una autómata y lo siguió a prudente distancia. Lo vio entrar a una farmacia y se quedó esperándolo parcialmente escondida detrás de un árbol. Cuando salió, él se dirigió directamente a ella. Se le aceleraron los latidos del corazón porque esto no se lo esperaba y cuando ya está cerca, él le dijo:

— ¿Vamos Raquel? Ya te compré los medicamentos.

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sábado, 21 de junio de 2008

Que los diferentes sean iguales

«Nadie, mirado de cerca, es normal». Esta frase influye mucho en nuestras vidas.

Si observáramos un poro de Brad Pitt o de Angelina Jolie, seguramente no quedaríamos tan fascinados como cuando los vemos con mayor distancia.

La medicina ha ido mejorando sustancialmente la capacidad de ver más y mejor cualquier objeto que caiga bajo sus microscopios y consiguientemente ha ido demostrando que cada vez habemos más anormales, que existen patologías que antes no eran registrables, que la prevención es la conducta más efectiva aunque esto implique vivir en un tratamiento médico permanente.

La existencia fuera del ámbito médico parece una irresponsabilidad así como no creer en Dios hasta hace un par de siglos era un riesgo excesivo hasta para los más descreídos, valientes y escépticos.

Ya estamos recibiendo las filmaciones de los ensayos que se hacen en China para las próximas olimpíadas y el fuerte de estos espectáculos es la uniformidad, la disciplina extrema, la igualación robotizada de seres humanos.

El gran espectáculo consiste en agregarle color y una temática trivial a conductas que originalmente estaban reservadas para los militares. Lo maravilloso parece ser que somos todos iguales, que constituimos una masa uniforme, que estamos cortados según el mismo molde, las diferencias —si es que existen— conviene disimularlas o directamente destruirlas con interminables ejercicios y rígida disciplina.

Este es el modelo que estamos comprando con placer: todos iguales, observados microscópicamente para que en el fondo seamos todos anormales y debamos vivir en un régimen de tiranía médica.

En este terreno el psicoanálisis no crecerá jamás.

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viernes, 20 de junio de 2008

La computadora sin monitor

El ser humano siente angustia y trata de que ésta desaparezca cuanto antes. Este sentimiento es muy desagradable y en algunos casos duele hasta límites nunca superados por algún dolor físico. Los melancólicos saben de qué hablo.

Cómo evitar la aparición de la angustia es la pregunta que nos venimos formulando quizá desde que estamos sobre el planeta.

La primera respuesta en aparecer fue la religiosa, aquella que se apoya en el pensamiento mágico. Según ella, existen espíritus poderosos que toman decisiones determinantes de nuestro bienestar, malestar, felicidad, ruina, vida o muerte.

Este conjunto de respuestas comenzó a perder credibilidad y dio un paso al costado para que ingresara la ciencia con su pensamiento racionalista. Bajo la consigna «no hay efecto sin causa» todo debe ser investigado, observado, medido, ensayado. El método más usado es el de «ensayo y error». Esta nueva batería de respuestas también prometió descender la temible angustia.

El entusiasmo que generó esta promesa comenzó a enfriarse y le dejó espacio para que a principios del siglo XX apareciera una nueva forma de entender y disminuir la angustia: el psicoanálisis.

El punto central de este nuevo intento humano por disminuir la angustia está en la convicción —casi demostrada— de que existe una zona de nuestra psiquis que se desconoce pero que influye en nuestra existencia: el inconciente. Éste funciona como una computadora sin monitor. En él hay procesos muy influyentes pero de los que no se posee una clara información. El racionalismo de la ciencia no es muy útil para el psicoanálisis, pero tampoco se podrá caer en un irracionalismo. El lenguaje (lo que hablamos) escuchado con una sensibilidad propia de este arte científico es el mejor proveedor de información. Asumir que el deseo es el verdadero amo de nuestra vida constituye una creencia fundamental puesto que aceptar sus órdenes disminuye notoriamente la angustia.

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jueves, 19 de junio de 2008

La piscina-diván

Ya habíamos intercambiado algunas ideas por e-mail pero nunca con la suficiente profundidad y compromiso personal. El hecho es que una tardecita del verano pasado sucedió algo casi mágico. Mi hermana y yo nos pusimos a conversar acostados en sendas colchonetas flotantes en la piscina de la casa de mis padres.

Como es habitual para mí, comenzamos hablando de temas triviales y paulatinamente empezamos a tocar asuntos de familia más y más urticantes.

Ella siempre ha sido muy reservada y en general hablan más sus actos que sus mensajes. Por ejemplo, este lugar paradisíaco donde estábamos fue comprado por ella y regalado a mis padres quienes jamás conocieron en su vida un confort tan alto y sofisticado, pero felizmente son personas que saben adaptarse y utilizan esta gran casa como si hubieran nacido en ella.

Hablamos sobre los secretos de familia, sobre las cosas que yo vi y que nunca me animé a comentar, fuimos más precisos en la opinión que cada uno tenía del otro así como también qué sentíamos por nuestros padres.

Llegamos a la parte más complicada cuando ella me dijo que cada vez se encontraba más cerca de tener sexo con otra mujer porque el recuerdo que tenía de nuestra madre era obsesivamente erótico. Se la notaba muy preocupada por contarle las fantasías homosexuales al hermano pero creo que la animó el que me supiera acostumbrado a escuchar este tipo de comentarios.

Le dije que, sin reparar en lo que opinaran los principales pensadores del psicoanálisis, estaban seguro de que la mujer tiene que ser a lo sumo bisexual pero nunca heterosexual, porque aquella experiencia que pasamos todos de conocer el amor con una mujer, seguramente nos marcaba de igual manera a ambos géneros.

Esto pareció reconfortarla y, lo que es mejor, desde aquel verano para acá hemos tenido mensajes más frecuentes y enriquecedores.

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miércoles, 18 de junio de 2008

El motor de mi vida

Mi madre es una mujer. Estuve dentro de ella y casi con seguridad que establecí con ella un vínculo especial.

Luego de ser parido, fui alimentado, acariciado e higienizado también por ella, es decir por una mujer.

Mi relación con el género femenino a través de mi madre fue de una importancia ENORME. De hecho todas las mujeres me recuerdan de una u otra forma a mi madre.

El deseo de repetir las experiencias maravillosas que tuve con mi madre me lleva a que busque a todas las mujeres, pero especialmente las que mejor me recuerden a la número uno, la que me inspiró un sentimiento tan gratificante que nunca pierdo la esperanza de volver a sentirlo nuevamente.

Ese sentimiento inicial, el mejor, el sublime, lo vengo buscando desde que empecé a perderla porque mi padre se interpuso entre nosotros, después se interpusieron mis hermanos, después se interpusieron otras tareas que ella tenía que hacer y de hecho —tengo que decirlo—, mi primer y gran amor, me dejó por otro (mi padre), y por otros (mis hermanos) y por otras cosas (su trabajo, su demás ocupaciones).

Cargo con una gran frustración por toda esta triste historia de amor y nunca paro de buscar la repetición de aquella época dorada, cuando ella sólo me atendía a mí, me alimentaba, me acariciaba, me hacía dormir, me miraba.

La esperanza es lo último que se pierde. No sé si lo que busco existe realmente, si no será un imposible, si no estaré perdiendo el tiempo porque aquello que tanto me gustó es irrepetible. A veces creo que casi lo tengo, pero después me doy cuenta que tengo que seguir buscando. Esta búsqueda incansable es el motor de mi vida.

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martes, 17 de junio de 2008

«¡Feliz día de la pérdida!»

En el artículo titulado «Yo sabía que esto iba a pasar» cuestiono la creencia popular en que existe un destino inexorable y sostengo que los acontecimientos sólo suceden porque una cantidad de variables llegaron a provocarlos por azar y no por alguna predeterminación inexorable como si la historia ya estuviera escrita antes de que ocurra.

Me divierte observar el peso que el idioma puede tener en nuestras culturas.

Uno de los días más importantes en la vida de cualquiera de nosotros es el cumpleaños. Es un día especial que tanto se vive con ánimo de festejo como con ánimo de retraimiento, todo lo cual demuestra (de una manera o de la contraria) cuán importante es ese día. Es más, podría suponerse que aquellos que exhiben una gran indiferencia por ese día, también están demostrando que es especial.

Volviendo al idioma, qué diferencia enorme existe cuando al festejado se le desea «Feliz cumpleaños» a cuando se le desea «Feliz día de nacimiento» (happy birthday).

Son posturas anímicas muy diferentes. Tanto que hasta podrían ser opuestas.

En un caso puede pensarse que uno ya cumplió viviendo uno de los años que el destino inexorable nos tiene asignado y en el otro sólo se está festejando un acontecimiento grato.

Es posible pensar que cuando uno saluda «Feliz cumple-años» está felicitando por haber terminado con algo, satisfecho un compromiso, terminado con una obligación. Es como decir: de los 73 años, 4 meses y 21 días que tienes asignados en el Gran Libro del Destino, ya has cumplido con 45 años. Cuando el saludo alude a la recordación festiva de una fecha, parece no estar aludiendo más que eso: «Hoy yo también me acuerdo que hace 45 años que naciste».

Naturalmente que estas conjeturas no son ni pretenden ser concluyentes de nada concreto. Sin embargo, es posible pensar que un pueblo que piensa en que las cosas sólo suceden y que tenemos que estar preparados para enfrentar una sorpresa por minuto tiene una actitud diferente a otro que supone que ya está todo decidido y que por lo tanto, haga lo que haga, será tiempo y energía perdidos.

La primera (Feliz día de tu nacimiento) posición alienta una actitud productiva y la segunda (Feliz terminación de una parte de tu vida) alienta una actitud de abandono. La primera es optimista y la segunda pesimista. Es muy probable que con la primera se obtenga más calidad de vida que con la segunda.

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lunes, 16 de junio de 2008

Nuestro amado instigador

La convivencia no es fácil. La oposición de intereses, deseos, gustos y preferencias construye una red muy tensa, donde cada uno tira para sí con todas sus fuerzas. A veces hay heridos, resentidos, irritados, enojados, vengativos, despechados, envidiosos, celosos, y todas las acciones que acompañan a estos sentimientos cuando las palabras no son suficientes para darle un trámite civilizado, pacífico, sereno.

Un conflicto de intereses entre dos personas no tiene iguales consecuencias si ambos lo procesan discretamente que si le dan estado público a sus diferencias. Es muy notorio en las dificultades de convivencia dentro de los hogares: El matrimonio con sus hijos puede evolucionar de una cierta forma, pero si empiezan a participar otros integrantes (suegros, abuelos, tíos, amigos) con el ánimo de colaborar, la estadística informa que aumentan las posibilidades de agravamiento.

La industria de la información es un protagonista privilegiado en la convivencia de una comunidad. Es un participante que se presenta como bienintencionado pero hay un factor que le dificulta mucho esas buenas intenciones: me refiero al componente económico de su funcionamiento. Los medios escritos, orales o televisivos deben cubrir sus costos incluidos los intereses de las grandes inversiones que se ponen en juego sólo para poder operar. Esos costos se aumentan cuando además tienen que competir entre sí

Este vecino comunicador tiene que tener ingresos económicos muy grandes y esto provoca que su tarea se vea distorsionada. A tal punto es así que lo que había comenzado como un emprendimiento que trae comunicación dentro de la comunidad, termina funcionando como un instigador de más y más conflictos entre los integrantes de la comarca porque eso es lo que genera mejores ingresos.

Esos medios tampoco pueden ser autocríticos porque si denunciaran el daño que le están haciendo a su público, comprometerían los ingresos económicos y por tanto equivaldría a un suicidio. Como terminan siendo los intermediarios monopólicos de todo lo que los ciudadanos quieren decirse, circularán solamente aquellas noticias que puedan beneficiarlos (a los medios de comunicación), con lo cual el motivo que les dio origen termina funcionando exactamente al revés.

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domingo, 15 de junio de 2008

Se busca

Analziante ♀ — ... me parece que usted no entiende. Yo lo quiero, lo adoro, no pienso en otra cosa que en estar con él. Cuando no está lo extraño, miro su foto a veces olvidándome de pestañar.

Analista ♀ — ……

Analziante ♀ — Los problemas que tenemos surgen porque lo quiero. ¿Es lógico que pueda alguien sentirse incómodo porque lo quieren? Lo único que yo deseo en la vida es que alguien me quiera tanto como yo lo quiero a él.

Analista ♀ — ……

Analziante ♀ — Cuando estuvimos caminando por la avenida y mirando vidrieras, me detuve expresamente en una lencería primero y en una tienda donde venden vestidos y presté mucha atención a dónde se dirigía su mirada con mayor intereses. Después fui y me compré todo eso para dedicárselo a él cuando fuimos a hacer el amor al terminárseme el período menstrual. Creo que le gustó pero no reaccionó tanto como yo esperaba. Tengo miedo que tenga otra.

Analista ♀ — ………

Analziante ♀ — Estoy segura de que ninguna mujer podrá quererlo tanto como lo quiero yo. Lo busco de todas las maneras posibles para que se excite conmigo. Cada vez que nos despedimos en el jardín de mi casa, me las ingenio para besarle el pene para que se vaya con pocas ganas de buscar otras mujeres por ahí.

Analista ♀ — ………

Analziante ♀ — Tengo la seguridad de que él tiene todo para estar contento conmigo porque siempre estoy buscándolo en sus mínimos intereses para satisfacérselos y que viva fascinado conmigo. Me muero por tener la seguridad de que él no mira otras mujeres, que sólo me ama a mí. Lo quiero, lo quiero, LO QUIERO...

Analista ♀ — Vivo o muerto.

Analziante ♀ — ¡CÓMO! ¡Qué dice!

Analista ♀ — Dejemos por acá.

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sábado, 14 de junio de 2008

Creo que no creo mucho

Ayer decía en el artículo titulado Cuando lo malo es bueno que una mujer castradora puede ser una bendición cuando por ese adjetivo entendemos convertir a un pene erecto lleno se semen en un pene fláccido totalmente exprimido gracias a las artes amatoria de la referida castradora.

No puedo ni quiero saber cuántos años estuve pensando que la expresión latina ad hoc —tan frecuente en los textos medianamente populares— significaba algo así como «adjunto», «adosado», «puesto de relleno». No hace mucho perdí una discusión y fue ahí cuando me enteré que en realidad significa literalmente ‘para esto’. Por ejemplo, cuando se dice, «...la Comisión Directiva del club creó una comisión ad hoc para estudiar el techado de la cancha de básquetbol», quiere decir que fue creada sólo para ese fin y que una vez terminada su evaluación, quedará sin efecto, se disolverá.

Estuve creído hasta hace poco que por delicatessen debía entenderse masas y confituras finas, delicadas, como por ejemplo bombones. Pues no, significa embutidos de cerdo seleccionados. Felizmente nunca se me ocurrió pedir en una confitería un kilo de delicatessen surtidas.

Pero estos errores que estuve cometiendo se vuelven insignificantes si los comparo con la creencia que se me vino al suelo esta mañana. Me disponía a cruzar la calle cuando el semáforo se puso en luz verde y un auto frenó ruidosamente a escasos centímetros de mi pierna. Quedé petrificado por el susto, el pánico, el miedo y por la cara del conductor que comenzó a insultarme totalmente fuera de sí. Apenas tuve el tino de señalarle la luz verde que habilitaba mi paso, el señor la miró, cambió inmediatamente el gesto pero igual me hizo señas de que cruzara con gesto de condescendencia como si dijera «Bueno, está bien, por esta vez lo dejo cruzar con la luz verde, pero tenga más cuidado para la próxima vez».

Y efectivamente eso haré porque me di cuenta que suponer que la luz verde es un habilitante confiable para cruzar la calle no es más que una creencia, tan equivocada como para que algún día pueda provocarme un disgusto o algo más grave aún.

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viernes, 13 de junio de 2008

Ideas que se exportan

— ¿Por qué tienes una sabiduría tan grande, abuelita? —preguntó Caperucita Roja sin perder su cara de inocencia.

— Porque no la aplico conmigo —replicó el Lobo Feroz desde su disfraz de anciana y riéndose sarcásticamente para sus adentros.

Bueno, en realidad estos parlamentos no se incluían en la fábula medieval, pero podría haber estado incluidos si hubieran pensado en lo que quiero comentarles.

No hay más que pedirle a alguien que nos dé un consejo para recibir rápidamente una respuesta con tanta inteligencia, sabiduría y claridad, que terminemos pensando «¡Qué inteligente y madura es esta persona! Sin duda sabe vivir mejor que yo».

Sin embargo, cuando intentamos llevar a la práctica tan sabias recomendaciones aparece la segunda sorpresa: algo nos inhibe ponerla en práctica. Sentimos miedo, inseguridad.

En esta pequeña experiencia han sucedido por lo menos dos cosas: 1) Alguien nos ha hecho creer que somos poco inteligentes y 2) además nos hizo creer que somos temerosos. Estas dos descalificaciones nos hicieron descender de categoría humana logrando así que el consejero se sintiera elevado en categoría humana. Esta ganancia que él obtuvo fue el estímulo mágico para que se interesara vivamente en aconsejarnos.

Cuando tenemos ideas que serán puestas en práctica con los recursos de otro (el cuerpo, el dinero, el prestigio, o lo que sea), podemos ser todo lo irresponsables que queramos porque si la idea conduce al fracaso de alguien, ese alguien no vamos a ser nosotros. Además, si nuestra idea fuera exitosa, habremos usado al otro como «banco de prueba» (o como ratoncito de laboratorio), sin arriesgar nuestros intereses.

En suma: se pueden crear ideas fantásticas, ingeniosas, audaces, innovadoras, cuando quien las va a aplicar es otro. El riesgo es un fuerte inhibidor de esas características creativas. Es bueno tenerlo en cuenta para ser más tolerantes con nuestras humanas cobardías y menos idealizadores de los creativos irresponsables.

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jueves, 12 de junio de 2008

Cuando lo malo es bueno

En general tenemos una opinión negativa de la mujer castradora. La imaginamos como alguien que nos priva del placer, que nos amarga la vida.

También esto puede pensarse de otra manera. Una mujer es literalmente castradora cuando con su conducta logra que el hombre vea transformarse su pene muy grande y duro en un triste apéndice.

Efectivamente, esta es una de las maneras de interpretar la castración en psicoanálisis.

Una mujer fatal es castradora. Una mujer muy sexy también. Una «loba», es una máquina de castrar.

Las inhibiciones en el área sexual no tienen explicaciones muy populares porque no responden al raciocinio que es la única manera oficial de pensar.

Algunos hombres son inhibidos porque temen inconcientemente esta pérdida de dureza y elegancia por más gratificante que encuentre el orgasmo y la eyaculación que preceden al temido derrumbe. Ciertas mujeres reprimen su fogosidad porque se sienten culpables de una especie de crimen a tan valioso órgano masculino. Por ejemplo, es frecuente que una mujer sea muy atractiva pero sexualmente apática porque quiere que el pene de él se suicide antes que hacer algo para llevarlo a la ruina transitoria ... cosa que sería bueno que hiciera para el bien de ambos.

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miércoles, 11 de junio de 2008

Lic. Fernando (Madonna) Mieres

El marcapaso es un aparatito a pila que regula los latidos del corazón. Últimamente se agrega la posibilidad de que pueda ser monitoreado a distancia por un cardiólogo, usando Internet o un teléfono móvil.

Si bien hace sólo 40 años que fue inventado (creo que por un colombiano), la idea tiene tantos años como la humanidad sólo que a nivel psíquico. El ser humano dispone de una especie de aparatito adentro que puede ser gobernado a distancia.

A mí me gusta mucho Madonna y tengo dentro mío algo así como un aparatito que Ella estimula sin saberlo. Cada nuevo disco o video-clip que Ella lanza al mercado, cuando es percibido por mí se producen cambios en mi personalidad, muy sutiles, apenas perceptibles, pero mi vida sería otra si no estuviera Ella.

Su energía, ritmo, sensualidad, audacia, desenfado, capacidad innovadora, la permanencia en los primeros lugares del ranking, el cuidado con que salen a la venta sus producciones, y no sé cuantas cosas más que Ella hace, comandan ese aparatito dentro mío que podría llamarse «un Madonna con control remoto».

Cuando alguien me pregunta qué me parece el nuevo diseño de su casa, le contesto como quien digo que soy (Lic. Fernando Mieres), pero me animo a confesar que también está opinando Ella. Cuando los lunes no tengo muchas ganas de levantarme para iniciar otra semana, ¿quién termina saltando de la cama? ¿Ella o yo? Cuando comienzo a bailar y a los dos o tres minutos siento que mi cuerpo se mueve sólo, ¿el cuerpo de quién es?

Esto que me sucede a mí, le sucede a usted, nos sucede a todos, y no sólo con un «marcapaso con telecomando», sino con uno por cada persona que nos ha influenciado a lo largo de nuestra historia (padres, profesores, amigos, personajes de ficción, etc.). El psicoanálisis llama a este fenómeno «identificación» y me resulta muy divertido porque me permite saber por qué yo no soy quien creo que soy.

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martes, 10 de junio de 2008

«El soltero casa quiere»

La financiación es un producto financiero muy vendido porque para la mayoría de las personas es necesario, conveniente o imprescindible el gradualismo. Esto es: poder pasar de una situación a otra diferente, de a poco, como para que el shock del cambio no sea doloroso.

Antiguamente el pasar a vivir directamente con un cónyuge era una operación que se hacía casi al contado: Los jóvenes primero se ennoviaban, luego se casaban, se iban de luna de miel a vivir juntos por un breve período en algún sitio paradisíaco, especial, fantástico, casi irreal y luego, al volver a su lugar de radicación permanente, comenzaban la nueva vida en común.

Actualmente ese proceso se realiza de una forma que parece financiada porque los jóvenes primero se van a vivir solos aunque acompañados por amigos y conocidos con quienes compartir los gastos, luego quizá se muden dos solos para formar una pareja con miras a establecer su hogar y algunos eventualmente también contraigan matrimonio.

Como se puede apreciar, el brusco pasaje de vivir con los padres a vivir con otra persona ha ido ganando en gradualismo, en suavidad, agregándole lentitud a la transición, lo cual equivale claramente a un modelo financiero, cuando el que recibe un préstamo necesita hacer las cosas de a poco, sin apuro, evitando el shock que produce un cambio «al contado».

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lunes, 9 de junio de 2008

«Te regalo aquella estrillita»

El amor a veces sólo consiste en reconocer que hay otro ahí. Como dicen algunos materialistas radicales: «consiste en reconocer que hay otro existente».

¿Cómo uno se da cuenta de que el otro nos registra? Creo que una respuesta breve sería: «Porque tiene en cuenta nuestro deseo».

Ella reconoce que él existe, dejándolo ir a la cancha sin ponerle cara de enojo, preparándole la comida más temprano para que no llegue tarde, no contándole que chocó el auto justo cuando él se apresta a ver el noticiero.

Él reconoce que ella existe, acordándose de ciertas fechas, advirtiendo que introdujo algún cambio en la fisonomía (peinado, vestido, calzado), aceptando de buen grado que la suegra venga a almorzar el día de la madre.

En ambos casos, estas actitudes que demuestran fehacientemente que se registra la existencia del cónyuge, tienen como elemento en común algo especial. Es especial porque popularmente está mal visto y es el tratar de decirle al otro no lo que uno quiere decirle sino lo que el ser amado quiere escuchar.

Esto está muy mal visto, se considera hipocresía, falsedad, engaño, pero para que este artículo tenga razón de existir tiene que incluir algún aporte y no repetir lo que todo el mundo piensa. La mentira también puede ser una muestra de amor de inestimable valor. Hacer lo indebido para agradar al otro es una forma suave de decir que mintiendo también se puede lograr que el otro se sienta como un existente y sobre todo, que se sienta AMADO/A!!!

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domingo, 8 de junio de 2008

Doña Flor y sus 4.000 maridos

Interpretando un sueño bastante poco común en mí, llegué a la conclusión de que deseo ser la abeja reina de la ciudad donde vivo.

Veníamos trabajando en mi análisis sobre las relación ambivalente que tengo con mi ginecólogo. Todo comenzó cuando la analista me preguntó algo así como «¿por qué es tan obvio para usted que debe atenderse con un ginecólogo y no con una ginecóloga?».

Esta pregunta desencadenó una cantidad de conclusiones mías que hoy en día terminaron en que quiero ser la abeja reina.

El sueño más la pregunta me llevaron a entender que en realidad quiero que ese hombre sea el representante de todos los hombres de la ciudad y que todos deseen mi cuerpo para tener hijos conmigo.

Estoy harta de tener que ir a trabajar, me molesta sobremanera tener que luchar hombro con hombro con otros hombres (¡cuántas palabras parecidas!), sin poder tomar el rol para el que mi deseo siente que estoy destinada: Ser la Eva de la humanidad, la madre de todos los nuevos seres. Quiero tener el monopolio de la maternidad.

¡No vayan a pensar que soy tonta! Al igual que la abeja reina quiero que me atiendan permanentemente, que se dediquen a cuidarme, que se preocupen en todo momento de que no me falte nada. Quiero que me mimen, que me miren (¡más palabras parecidas!).

Por eso quiero un ginecólogo varón, por eso vivo consultándolo, por eso es un hito importante en mi vida los días que tengo cita con él, me pongo nerviosa cuando me mira la vagina, cuando me la abre, cuando me penetra con su mirada hasta lugares a los que mi propio marido nunca llegó.

¡Pero atención chicas! Miren que la analista ya me aseguró que no estoy loca sino que esto lo piensan casi todas sólo que lo procesan en un nivel inconciente porque a nivel conciente da mucha vergüenza.

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sábado, 7 de junio de 2008

Papá blindado

El pensamiento científico no admite remilgos, ni pudor, ni dejarse llevar por rumores. Todas las hipótesis son válidas y merecen el mismo chequeo para ver si pueden ratificarse o no.

Trato de hacer una historia de cómo llegamos a algo que vengo desarrollando hace cerca de dos años. Es así:

Época: hace 300 años. Lugar: Un campo próximo a una pequeña ciudad.

En una casa de muy pocas habitaciones vive un familia compuesta por María, José, cuatro hijos, el padre de María y la madre de José. Todos tienen algo para hacer de acuerdo a sus máximas posibilidades. La supervivencia es difícil. Tanto como hoy en día.

Según el criterio de distribución de tareas y responsabilidad «de acuerdo a sus máxima posibilidades», José mide 1m90cms, pesa 100 kg, es fuerte y saludable. María mide 1m65cms, pesa 70 kg, es fuerte y saludable. Los niños son de 10, 8, 6 y 4 años, todos saludables. Los ancianos también están sanos pero a la hora de trabajar rinden más o menos como el varoncito de 10 años.

Producen casi todo lo que necesitan para vivir, pero algunas cosas tienen que comprarlas. Por eso José va al poblado una vez por semana, lleva en el burro un gran cargamento y luego trata de vender su mercancía al mejor precio para lo cual tiene que defender con rudeza los regateos de quienes quieren quedarse con todo por una pocas monedas.

Los malhechores abundan también a lo largo del camino y acechan durante la noche para apropiarse de lo que prefieren no conseguir trabajando. Nuevamente José es el que anda siempre con el dinero en el bolsillo y por todos lados tiene palos que usará como garrote contra cualquier invasor. Los demás colaborarán como pueden.

Como ven en esta hipótesis, el hombre es el que cobra y guarda el dinero por varias razones justificadas. Las circunstancias han variado en estos 300 años, pero por algún motivo (quizá por costumbre nada más), los hombres siguen ganando más, cobrando más y teniendo más dinero a su disposición que las mujeres.

Como dicen todos los científicos cuando se empantanan y no saben como seguir, «lo más importante es encontrar las preguntas adecuadas; las respuestas ya vendrán».

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viernes, 6 de junio de 2008

«Yo sabía que esto iba a pasar»

Mañana, a 22 metros y 31 centímetros de la esquina norte de la intersección de las calles A y G, a la hora 10:44:19, caerá una caja fuerte desde un tercer piso y producirá en la vereda un pozo de 16 centímetros de profundidad. Enterado de esto, no estaré ahí a esa hora.

En el sorteo de la lotería que se realizará en horas de la noche, las bolillas correspondientes al premio mayor saldrán a la hora 20:12:39 en el siguiente orden: 2-3-9-0-1. Por lo tanto, dispongo de muy poco tiempo para averiguar dónde venden el billete numerado con 23.901 y así comprar todos los que tengan.

Con los dos párrafos precedentes estoy provocando la ficción de que el azar puede ser interpretado como destino. Es decir, que la casualidad de que justo se caiga una caja fuerte y que salga un cierto número a la lotería, en realidad ya estaba determinado antes de que ocurrieran.

El funcionamiento mental que me induce a suponer que el azar no existe sino que lo único que sucede es que ignoramos cuál es el destino fatal de los acontecimientos, nos lleva a pensar, cuando nos enteramos qué fue lo que pasó, que podríamos haberlo sabido antes porque «era obvio».

Por ejemplo, leemos en el diario del día lunes que el encuentro entre los clásicos rivales deportivos terminó en un empate. No faltará quien diga con total convicción que ese resultado era previsible porque como el goleador del equipo A no pudo jugar por estar lesionado pero teniendo en cuenta que siempre que jugaron en esa cancha sucedió lo mismo y que a los dos les convenía este resultado por razones de recaudación, pero además ...

Este fenómeno de hacer “pronósticos retroactivos”, este intento de anticipar un resultado pero con los hechos ya consumados, sucede todo el tiempo porque nuestra modesta inteligencia nos permite suponer que el azar no existe sino que todo está escrito, determinado, que el destino nadie lo puede cambiar porque es fatalmente inexorable.

Este artículo pretende poner en duda la existencia de un destino inexorable.

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jueves, 5 de junio de 2008

Amor teatral

Una de las tantas recetas fáciles para querer a un ser humano es aceptar que todos somos incoherentes. Es imposible dejar de serlo. Lo que sí logran algunos de nosotros (no es mi caso, ¡por supuesto!) es disimular muy bien esta condición.

Una de las miles de formas de la incoherencia es aquella según la cual alguien describe los defectos que tiene, por ejemplo, su hijo mayor, pero cuando otro adhiere a su crítica, rápidamente se torna defensora ofendida de aquel que antes había estado atacando.

¿Por qué esta persona actúa de forma tan extraña?

Hay varias razones posibles. Una de ellas es que tiene el deseo de demostrar cuánto quiere a sus hijos representando públicamente el papel de ardiente defensora.

Para que los actores incautos —que no saben que están participando en una representación de semejante índole—, digan lo que a ella le habrá de permitir ese discurso de defensa apasionado, deberá estimularlos para que ataquen al futuro defendido.

Paso 1: La actriz que desea representar a una madre abnegada y que defiende a sus hijos contra viento y marea, dice «Alberto es un vago que me tiene harta. Ya no sé que hacer para que trabaje o estudie».

Paso 2: El actor ingenuo responde: «Los jóvenes de hoy en día son todos iguales. No tienen voluntad ninguna. Pretenden que uno los mantenga hasta que tengan hijos que los mantengan».

Paso 3: La actriz estalla en un discurso apasionado con el que defiende a su Albertito y a todos los de su generación, demostrando así su amor incondicional, su condición de madre que jamás abandona a sus hijos, etc., etc.

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miércoles, 4 de junio de 2008

Iguales pero diferentes

Carlos Slim (mexicano) o Bill Gates (norteamericano): sólo dos personas de carne y hueso, iguales a cualquiera de nosotros, que comen, duermen, defecan, se frustran, se ríen: casi todo igual.

En una de las tantas reuniones de presidentes que organiza la ONU, se anunció que para resolver al hambre instalada en la humanidad, harían falta 1.700 millones de dólares. Esto resolvería en principio las dificultades alimentarias de 800 millones de personas.

Aquellos dos seres humanos iguales a cualquiera de nosotros, son poseedores de 30 (treinta) veces esa suma. Cada uno de ellos podría resolver el problema del hambre de 30 planetas Tierra. Entre los dos podrían resolver el problema del hambre de 60 planetas Tierra.

No se imaginarán que voy a criticar a estos dos señores por ser tan poderosos, por ser testigos impasibles del hambre de millones de personas. ¡Para nada! Parto de la base que hacen todo bien, que son personas iguales a cualquiera de nosotros, pero con una suerte verdaderamente distinta.
Lo que sí voy a criticar porque me duele profundamente es mi incapacidad para entender QUE ES LO QUE ESTÁ PASANDO para que la distribución de los alimentos sea tan despareja en nuestra especie.

Por supuesto que repudio cualquier explicación fácil de tono acusatorio, denunciante, moralista, religioso. Parto de la base de que ninguno de los 6.000 millones de habitantes del planeta haría algo diferente a lo que ellos hacen, porque, como digo al principio, ellos son iguales a todos los demás, excepto que están viviendo circunstancias diferentes. El asunto es: ¿Qué no estamos haciendo bien los 6.000 millones de habitantes para que a tanta gente le falte nada menos que LA COMIDA?

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martes, 3 de junio de 2008

Los cristales de mis gafas

La violencia es algo malo para sus víctimas y algo bueno para los victimarios.

El reino animal parece tenerla como uno de sus métodos predilectos para la supervivencia de las especies. El reino vegetal también pero como es menos entendible para nosotros que los animales, nos parece que los vegetales son pacíficos. A su manera también son agresivos.

Pero volvamos a lo que nos importa: la violencia entre los humanos. La violencia es buena para los victimarios porque adoramos al médico que combate a los microorganismos que comprometen nuestra salud; defendemos los derechos de la policía cuando retira de circulación a los ciudadanos que nos hacen o pueden llegar a hacernos algún daño; glorificamos a los militares cuando repelen al invasor.

Por el contrario, criticamos a la maestra cuando se opone a que pasemos de grado por considerar que aún no hemos aprendido aquello que nos enseñó; juzgamos severamente a la sociedad en su conjunto cuando perdemos un juicio en los tribunales; atacamos verbalmente con dureza al gobierno que nos impone contribuciones que no queremos hacer.

Al final, a pesar de mi capacidad de síntesis, no estoy diciendo otra cosa que «todo es según el color del cristal con que se mire». Sólo que esta trivialidad es muy difícil de tener presente en todas las ocasiones que nos ponemos intolerantes con la violencia QUE NOS PERJUDICA.

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lunes, 2 de junio de 2008

¿Quién manda aquí?

Ya tenemos asumido que los gobiernos democráticos legítimamente instituidos a partir del voto popular, cuentan con una especie de certificado de salud social.

El voto popular sin embargo no es maravilloso, ni perfecto: solamente es la solución menos mala.

Esta definición habilita pensar que algunos inconvenientes que tenemos en nuestros países son inevitables y surgen de un defecto de nacimiento.

— Si usted estuvo de acuerdo conmigo en que la publicidad es un método tanto o más eficaz que el sistema educativo formal para inculcar creencias y modelar conductas que luego se expresan en decisiones concretas.

— Si usted estuvo de acuerdo conmigo en que la publicidad puede hacer que muchas personas inteligentes, capaces y cultas terminen comprando objetos y servicios que no les sirven;

— Estará de acuerdo conmigo que las campañas publicitarias que realizan los que se postulan para administrar los recursos públicos seguramente estarán diseñadas con similares técnicas de persuasión y que por tanto, cada vez que «compramos» una determinada opción electoral, es muy probable que estemos actuando por mandato publicitario o sea que la democracia, el gobierno del pueblo, sigue siendo hasta cierto punto, una forma de organizarnos donde unos pocos toman las decisiones y una mayoría las obedecemos, tanto en el terreno comercial como en el político.

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domingo, 1 de junio de 2008

¿Qué quieres decirme?

Gugo se inquietó porque algo nunca le había pasado antes. Levantó las orejas hacia la zona de donde provenía ese olor espantoso pero ningún sonido nuevo venía de ahí.

La noche era tan oscura porque las nubes de todo el día tenían kilómetros de espesor. Apenas se podía ver algo a pocos metros gracias a la mortecina luz de provenía de adentro de la casa de sus amos.

El olor comenzó a ser cada vez más cercano hasta que comenzó a ver esas vibraciones sutiles para las que los humanos son totalmente insensibles.

Pif-pif-piiiif y ese olor nauseabundo que empezaba a provocarle un intenso calor en la nariz. Su cuerpo tembloroso se llenó de miedo. La información milenaria que guardaba en su hiperdesarrollado cerebro le indicó que aquello alguna vez había causado el dolor o la muerte de por lo menos uno de sus antepasados más remotos.

Comenzó a gemir y a gruñir porque las vibraciones se acercaban más y más. Su cuerpo comenzó a inquietarse ruidosamente y no pudo evitar ese ladrido insistente y poderoso necesario para advertir a sus inexistentes compañeros de manada.

Las vibraciones pestilentes ya estaban cerca y Gugo ladraba, aullaba convirtiendo la serenidad de la noche en una escandalosa gritería que encendió más luces en otras casas vecinas. Extrañamente, ningún otro perro respondía a Gugo.

El amo salió con una escopeta en actitud defensiva, trató de ver qué pasaba y no podía entender que le pasaba al noble Gugo que aullaba y ladraba totalmente fuera de sí apuntando con su hocico hacia el cubo de los residuos donde el amo nada podía ver.

Gugo vio cómo esas lucecitas malolientes trepaban por el cubo hasta volcarlo. Esto llamó la atención del amo y Gugo no sabía si atacarlas o huir porque era presa de un terror que nunca había pasado por su cuerpo actual.

El amo le gritó algo en tono de «deja de hacer ruido o te castigaré» pero Gugo no pudo obedecer porque el peligro que corrían él y sus amos era enorme pero éstos siempre eran tan torpes que no entendían casi nada de lo que él les venía advirtiendo desde que vivía con ellos. Todos eran muy torpes e ignorantes. Después de cinco años de convivencia había renunciado a intentar orientarlos mejor. Ahora sólo quería que la lucecitas asquerosas huyeran amedrentadas por tanto ruido.

El amo ingresó a la casa y antes de retomar la lectura dijo que Gugo se había asustado porque el viento tiró el cubo de la basura.

Las lucecitas comenzaron a retirarse y también su pésimo olor. Gugo pudo calmarse poco a poco, los gruñidos seguían saliendo de su garganta de forma cada vez más espaciada y finalmente todo no pasó se ser otra experiencia más en la que sus sabias advertencia fueron incomprendidas por sus amos.

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