sábado, 31 de marzo de 2012

El desconocimiento de qué nos gobierna

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El desconocimiento de los contenidos del inconsciente nos asegura ser individuos únicos, coherentes y cuerdos, para poder integrarnos a la sociedad.

Nuestra computadora puede pertenecer o no a una red de computadoras. Si está conectada a Internet, lo está a la red más grande. También puede estarlo si está conectada a una red de computadoras más restringida (dentro del hogar, de una oficina, entre universidades).

Los sistemas operativos de las computadoras (Windows, Linux, Mac) tienen funcionalidades especialmente diseñadas para esa conexión a redes.

Una de esas funcionalidades es la de compartir contenidos del disco duro (carpetas, archivos, programas).

En otras palabras, realizando la configuración correcta, otros usuarios (conocidos por mí o no) pueden acceder a los contenidos de mi máquina que yo haya autorizado expresamente. Lo que no haya determinado como contenidos compartibles, queda accesible sólo para mí.

Existe un texto del autor uruguayo José E. Rodó (1) conocido como Parábola del rey hospitalario, donde el escritor narra, con su característico estilo algo poético, el permiso casi irrestricto que ese rey le concedía a su pueblo para deambular por el palacio, aunque se reservaba una habitación a la que sólo él podía entrar y que permaneció cerrada aún después de su muerte.

El psicoanálisis opina que la naturaleza ha hecho algo similar con nuestra psiquis, aunque de manera más radical.

La conciencia contiene todo lo que conocemos, percibimos, recordamos, pensamos, razonamos, sentimos, mientras que el inconsciente es algo a lo que no podemos acceder de ninguna manera (ni nosotros ni nadie).

El inconsciente, esa zona reservada (similar a los contenidos informáticos no compartidos o a la habitación reservada del «rey hospitalario»), es necesaria para nuestra estabilidad psíquica.

El desconocimiento de sus contenidos nos permite tener una identidad propia. Somos individuos únicos, coherentes y cuerdos porque ni nosotros sabemos qué nos gobierna.

(1) Parábola del rey hospitalario

Ariel (libro completo que contiene la Parábola del rey hospitalario)

(Este es el Artículo Nº 1.528)

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12 comentarios:

Daniela dijo...

Guau! Ahora sí que me subvirtió todo! Siempre pensé que conocer nuestras motivaciones inconscientes podía ser liberador. ¿No es que se puede acceder al inconsciente a través de los sueños y las asociaciones libres?
Ya sé que se elaboran hipótesis, nunca podemos tener certeza de los contenidos inconscientes
¨descubiertos¨.
¿O sea que se puede acceder sólo al subconsciente?

Margarita dijo...

No se puede vivir autoanalizándose pretendiendo entender los motivos de todo lo que hacemos. Te volvés inoperante, pasivo, temeroso, dubitativo, angustiado, hipersensible. Un desastre.

Javier dijo...

El desconocimiento del inconsciente nos asegura ser individuos únicos, porque nos permite actuar con cierta espontaneidad. Cuando hacemos lo políticamente correcto, guiados por la razón o el sentido común, actuamos como la mayoría. Ahí no somos únicos, somos masa.

Silvia dijo...

Actuar de manera espontánea tampoco nos hace únicos. Todos tenemos más o menos las mismas reacciones ante los grandes sucesos de la vida. Lo que nos hace únicos es la combinación de nuestro cuerpo, nuestra historia y el ambiente en el que nos desarrollamos.

Lautaro dijo...

Excelente la elección de la parábola. A nuestro inconsciente no podemos entrar y es sólo nuestro, único y privado. Nos pertenece.

Mariana dijo...

Todo esto me sugiere el tema de la privacidad. Siempre se dice que tenemos derecho a la privacidad, pero nunca queda claro hasta donde. Sobre todo cuando se trata de la relación de pareja.

Hugo dijo...

No queda claro en el relato de la parábola si el rey nunca entró a esa habitación, o si permaneció cerrada sólo para el pueblo.

Facundo Negri dijo...

Somos y seguiremos siendo esclavos de nosotros mismos.

Alicia dijo...

Cuando los contenidos inconsciente afloran bajo la forma de delirios, interrumpen nuestra relación con la realidad compartida.

Leticia dijo...

Mi diario íntimo es como la habitación cerrada del rey hospitalario. La llave la llevo en una cadenita que tengo siempre puesta.

Irene dijo...

Pensar que en algún momento se hizo algo parecido a lo que hace Leticia, pero con el cinturón de castidad, sólo que la llave se la llevaba él.

Tania dijo...

A mí me matan las personas inaccesibles, esas que se guardan todo lo que les pasa (me refiero a contenidos conscientes, por supuesto).