miércoles, 14 de marzo de 2012

La Naturaleza es propiedad humana

Nunca evaluamos los fenómenos naturales por lo que deberían ser sino por lo que realmente son. Las acciones humanas las evaluamos por lo deberían ser.

Los desastres naturales (huracanes, inundaciones, tsunamis, terremotos) causan grandes pérdidas, en vidas humanas y en bienes materiales.

La reacción de los afectados ante esos fenómenos consiste en atender a los damnificados, tomar precauciones, evitar el pillaje, pero no hacen (porque no pueden) nada para que el viento, el agua o los terrenos vuelvan a estar como estaban.

Otra cosa que no hacen es ponerse a despotricar contra el fenómeno diciendo, por ejemplo: ¡esto es inaudito! ¡Así no podemos seguir! ¿Qué se ha pensado el océano? ¡Qué atropello!, etc.

Al comprender que se trata de un fenómeno natural que nos afecta, decidimos buscar formas de evitar todos los daños posibles mientras la situación anómala subsista.

Sin embargo esto no sucede cuando el perjuicio proviene de otro ser humano (delitos, infidelidades, incumplimientos).

Cuando alguien de nosotros es perjudicado por otra persona, ahí es muy probable que surjan las interjecciones mencionadas (¡esto es inaudito!, etc.) y con toda razón, aunque cabe mencionar que los motivos por los que alguien nos perjudicó podrían ser tan entendibles e incontrolables como cualquier otro fenómeno natural.

Los humanos adolecemos de un severo inconveniente en la comprensión de nosotros mismos: confundimos lo que realmente somos con lo que deberíamos ser. Permanentemente estamos juzgando a las personas por lo que se espera de ellas y no por lo que realmente son capaces de hacer.

Para no perder eficacia, tratamos de ignorar cómo funciona nuestra psiquis y así poder exigir con mayor rigor eso que imaginamos que debería ser: ideal, perfecta, justa, respetuosa, infalible.

No solamente nos imaginamos por fuera de la Naturaleza sino que además podemos pensar y actuar como si fuéramos sus dueños. (1)

(1) El poder y la buena salud delirante

(Este es el Artículo Nº 1.511)

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13 comentarios:

Natalia dijo...

Hacemos las cosas así porque partimos de la creencia en el libre albedrío. Las acciones humanas las juzgamos por lo que deberían ser porque no hay manera de que aceptemos el determinismo.

Noelia dijo...

Si aceptamos el determinismo lo único que nos queda es dejar que todo fluya. Que el viento nos lleve para donde sople. Que se eliminen las condiciones y las exigencias, los juicios de valor, los méritos y los castigos.

Oliverio dijo...

En nuestra cabeza el ser humano está armado en la idea de libertad. No logro imaginarme cómo funcionaría una sociedad que reconociera el determinismo.

Andrés dijo...

Es sencillo; de lo que se trata es de tomar medidas que no impliquen juicios.

Sebastián dijo...

Cuando tomamos medidas, por ej, para evitar que un terremoto derribe las casas, el terremoto no se queja, ni toma represalias.

Hugo dijo...

Exigimos más allá de lo que es. Forzamos la realidad.

Nora dijo...

Tenemos que seguir haciendo lo mismo que hemos hecho siempre, pero sin razgarnos las vestiduras.

Gustavo dijo...

Si Nora se refiere a que debemos seguir aplicando la represión, pero sin quejarnos, no veo dónde está la ventaja.

Anónimo dijo...

Así como vemos las cosas, nos resulta imposible entender como alguien que nos quiere, puede perjudicarnos. Entonces nos traumatizamos innecesariamente.

Lautaro dijo...

Nos pensamos que alcanzar el deber ser es sólo cuestión de empeño.

Alicia dijo...

Parte de nuestra naturaleza, incluye el deber ser. Es lo que Freud llama Superyó. No lo olvidemos.

Nazareth Inglese dijo...

Alcanzaría con evaluar.
No es necesario juzgar
para saber
qué camino tomar.

Florencia dijo...

Eso siempre y cuando pudiésemos saber QUÉ CAMINO TOMAR!!!!!!