lunes, 12 de marzo de 2012

Las preocupaciones son inútiles e inevitables

Preocuparnos e imitar a los más exitosos nos provoca pérdidas de tiempo y energía como a todo el mundo.

La palabra preocupación sugiere algo negativo que podría ocurrir en el futuro. Esa eventualidad preocupante causa sentimientos tales como intranquilidad, temor, angustia, inquietud.

El cerebro de los preocupados segrega fantasías temibles, relacionadas con accidentes, enfermedades, ruina economía, muerte, abandono.

Los pensamientos parecen ser bastante controlables, pero me inclino a pensar que no lo son: la persona que se preocupa vive esas expectativas terroríficas sin poder sacárselas de la cabeza.

Con mucho optimismo podría decirse que el conjunto de penosos escenarios imaginados, es perpetrado inteligentemente por el «preocupado» para estar preparado para lo peor de tal forma que cuando ocurran los malos augurios, el drama parezca mucho menos grave.

Los simulacros de evacuación en aviones, edificios o en la vía pública son una forma de «pre-ocupación» pues los participantes simulan estar en una tragedia real, como para que si algún día ocurriera, el desempeño de los rescatistas obtenga los mejores resultados.

Vale la pena mencionar que las preocupaciones son producciones inevitables (determinismo) pero que podrían mejorarse en algo si pudiéramos aceptar conscientemente que las desgracias que imaginamos, nunca podrían ocurrir todas juntas como uno las imagina. Más aún: quizá ninguna preocupación llegue a realizarse.

Algo similar al fenómeno de las pre-ocupaciones imposibles lo encontramos en fenómenos afectivos del tipo admiración, idealización, envidia.

Nadie está exento de padecer angustia y tampoco nadie deja de luchar para sacársela de encima.

Cuando vemos acróbatas, cocineros, policías, o cualquier otro personaje que nos gana en felicidad personal, nos atacan ganas de imitarlos (estudiar su profesión, usar su tipo de vestimenta, vivir en cierta zona de la ciudad).

En suma: la preocupación para ejercitarnos ante los infortunios o imitar a quienes parecen felices, son pérdidas de tiempo.

(Este es el Artículo Nº 1.509)

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12 comentarios:

Margarita dijo...

Esto me hace sentir muy indefensa. Si no puedo hacer nada para prevenir infortunios, ni tampoco para ser más feliz, entonces soy una hoja movida por el viento.
Y qué viento! Nada menos que el soplado por el inconsciente!

Roberto dijo...

Los adolescentes no pueden entrar al mundo adulto si no se apoyan en modelos. Necesariamente tienen que imitar a quienes admiran.

Diana dijo...

Si todo sale bien, la vida misma te va preparando para las tragedias, pero sólo si todo sale bien...

Irene dijo...

Nunca se está preparado para las tragedias. Habrán personas con mayor fortaleza constitucional como para enfrentarlas que otras, pero a nadie se le hace fácil.

Laura dijo...

A veces pienso que esta manera tan determinista de concebir al ser humano, en la que el inconsciente ocupa un lugar preponderante, nos debilita demasiado.

Andr´ dijo...

Enfrentar la realidad no debilita, todo lo contrario. Lo que nos debilita es desconocer nuestras verdaderas motivaciones.

Facundo Negri dijo...

La vida no es más que eso: perder el tiempo, o dejar que el tiempo se pierda.

el poeta dijo...

No estoy de acuerdo con Facundo. La vida es proyecto; es un conjunto de caminos que se pierden en el horizonte.

Facundo Negri dijo...

sí... que se pierden.

Tatiana dijo...

Ya que no me puedo ejercitar ante los infortunios, ejercito mi cuerpo y conzco gente.

Silvina dijo...

Sé de varios casos en que las desgracias ocurren todas juntas. Pero es cierto que cuando uno dice ¨todas¨, jamás se refiere a todas las que pueden pasar realmente!

Oriente dijo...

Nunca podemos estar seguros si el otro nos gana en felicidad. Bien dicen que ¨se ven las caras pero nunca el corazón¨.