Imaginemos por un momento un escenario de ficción, surrealista, fantástico, ...
El elemento esencial en este mundo distinto, es que los humanos tendríamos una opinión totalmente favorable hacia el placer físico.
Imaginemos que algo nos modifica el pensamiento a todos y que a partir de ahora, sentimos la misma devoción por el deseo sexual que por el amor platónico.
Tanto glorificaremos la generosidad, la tolerancia, un infinito deseo de ayudar a los demás, como el placer físico de ser acariciados, de penetrar o ser penetrados, de besar todo el cuerpo, abrazar con total desnudez, disfrutar de los perfumes, la suavidad, la pasión, lo locura frenética de los orgasmos sísmicos.
Repito: convertiremos en dignos del mayor respeto, valoración y aprobación, tanto el amor incondicional al prójimo como las relaciones sexuales.
Si usted pudo instalarse en este escenario, podrá imaginar cosas muy extrañas, además de las propias de la misma situación (desaparición de la pornografía, las vestimentas sólo serán necesarias para protegernos del frío o del sol, el vocabulario obsceno perderá sentido).
Una transformación importantísima que ocurrirá, tendrá que ver con la relación madre-hijo.
Es real que las mujeres sienten un enorme placer físico cuando su hijo succiona la leche de sus senos. La situación es realmente erótica, sexual, apasionada.
Como nuestra cultura nos ha inculcado la idea de que el sexo es pecaminoso, sucio, condenable, la madre que amamanta a su cría, no puede sentir plenamente este placer y sólo lo interpreta como una mínima gratificación por todo lo que ella hace sacrificadamente por sus hijos.
Puesto que ellas no pueden reconocer (asumir) que el sólo goce físico que provocan la maternidad y la lactancia, constituye suficiente gratificación por todo lo que hacen por sus hijos, se instala la disparatada creencia en que los hijos estamos en deuda con nuestras madres.
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10 comentarios:
Algunas personas cobran en sacor roto.
Qué es un sacor roto? Habrá menos cola que en los cajeros automáticos?
Los hijos tenemos una deuda impagable con nuestra madre. Las hijas pueden ir cancelando a plazos.
La parte más difícil es esa del amor incondicional al prójimo.
Deje que los curas se dediquen al amor platónico y vayamos por más erotismo!!!
Qué mundo maravilloso! No habrían celos ni envidia.
Si usted fuera mi padre, yo me moriría de vergüenza de las cosas que escribe.
Los padres no recibimos de nuestros hijos ninguna satisfacción succionadora. Ellos están en deuda con nosotros, los relegados de siempre.
El amor incondicional y el respeto, quizás logren mostrarme belleza en todos los cuerpos.
El vocabulario obsceno palidecerá ante la fastuosidad de las cenas y de los senos.
Y a nadie le llamarán jocosamente reno!
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