miércoles, 15 de diciembre de 2010

Las noticias de nuestra infancia - 1

Como nuestra memoria tiene por función recordar algunas cosas y olvidar otras, siempre tenemos la idea de que «todo tiempo pasado fue mejor», lo cual es históricamente falso. Lo que nos ocurre es que nuestra memoria borra selectivamente ciertos datos.

Los niños siente miedos que arruinarían su existencia si no fueran ignorantes y si —con su pensamiento mágico—, no lograran negar lo que les ocurre.

Como nos olvidamos de todo eso, en alguna época posterior tenemos nostalgia de este infierno dantesco y además desdramatizamos o no le creemos cuando nos cuentan sobre sus temores.

Sólo para tener una idea de lo que les cuento, listaré algunos ejemplos de cómo en la adultez nos angustiamos por el recuerdo olvidado de nuestra niñez.

Las noticias que nos llegan diariamente a través de los diferentes medios de comunicación (incluido el boca-a-boca), son interesantes solamente cuando evocan aquellos temores infantiles que —por lo penosos—, cayeron en el olvido.

«Según datos oficiales, la inflación se disparó durante el mes pasado exhibiendo por primera vez guarismo de dos cifras. Efectivamente, nuestra moneda se depreció en un 11,30%, ...»

Nuestro propio deseo de ser muy amados por nuestros padres, nos provocaba como efecto secundario indeseable el temor de ser literalmente devorados por ellos. La inflación hace que nuestro dinero (ahorrado o recibido como salario), pierda su valor como si fuera carcomido.

«Un conductor de ómnibus encontró un niño de 18 meses, sentadito sobre el borde de una carretera próxima a un basural. Estaba descalzo y llevaba pañales, ...».

Esta información es tremendamente angustiante porque no podremos dejar de recordar nuestro temor a que nuestra madre dejara de atendernos, nos privara de comida, se fuera enojada porque demoramos demasiado en ser autosuficiente y estar en condiciones de ayudarla, en vez de darle trabajo.

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13 comentarios:

Marina dijo...

Cuando era chica le tenía terror a las puertas que quedaban entreabiertas en la noche.

Tiago dijo...

Yo no podía acostarme a dormir sin antes mirar abajo de la cama.

Rulo dijo...

A mí me habría asustado más que un niño de 18 meses hubiera encontrado a un conductor de ómnibus, sentadito sobre el borde de una carretera, descalzo y llevando pañales.

Martín dijo...

Si mi madre se iba, yo quedaba con mi tía o con mi abuela. O sea, quedaba como un rey, bien atendido y con gente normal.

Alicia dijo...

Entonces Martín, tu madre era tu tía y tu abuela.

yuri dijo...

Qué están posteando qué?! Que la tía, que la madre o la abuela.
Tan todos locos.

Oriente dijo...

Es que de niños intuíamos la verdadera naturaleza cambiante de nuestra madre.

Amaral dijo...

Si nuestros padres quisieran deborarnos, estaríamos totalmente indefensos, del mismo modo que estaríamos indefensos si perdiéramos nuestro valor (el dinero).
Entonces llegamos al planteamiento del Licenciado: como adultos valemos por lo que tenemos (conocimiento, belleza, dinero, juventud, carisma, honestidad, etc) y no por lo que somos.

mayte dijo...

siempre digo que tuve una linda niñez, pero ahora sospecho que no fue tan así, porque mi adolescencia fue horrible

Lidia dijo...

De adultos seguimos negando y recurriendo al pensamiento mágico, que tantos buenos resultados nos dio EN AQUELLA ÉPOCA.

Damián dijo...

Un temor que podría decirse que desaparece en la adultez, es el miedo a los monstruos. Con monstruos me refiero a esos seres peludos, deformes, gigantescos, con forma entre animal y humana.
Los monstruos de los adultos se transforman, y aparece la xenofobia, la intolerancia religiosa o política.

Noemí dijo...

Concuerdo con Damián, pero no olvidemos que los niños también sienten rechazo hacia las personas que son de una raza diferente a la propia, si no están acostumbrados a verlas.

Clarisa dijo...

Lo que dice Noemí, no tiene que ver con la xenofobia, es el temor ante lo diferente, lo desconocido.