
La lógica de esas características anatómicas estaría en que, si fueran atacados mientras duermen, podrían huir rápidamente; asimismo, los ojos laterales y las orejas giratorias, les permiten tener una percepción visual y auditiva de 360º.
Los humanos también traemos algunas funcionalidades defensivas, que se van perfeccionando a medida que crecemos.
Lo que estoy comentando con ustedes desde hace algunos artículos anteriores (1), refiere precisamente a un conjunto de temores, precauciones, acciones reflejas, que fuimos adquiriendo a través de los milenios, para defendernos de nuestros depredadores.
Este artículo lo destinaré a las fantasías persecutorias.
Si tuviéramos que arriesgar una hipótesis sobre cuándo comenzó nuestra desconfianza, pensaríamos en el parto.
Cualquiera fuera el mínimo recuerdo de aquel traumático evento ¿quién podría entender y justificar un desalojo tan violento e inoportuno (porque éramos muy débiles para ser desterrados)?
Entramos a la vida con el pie izquierdo: nada menos que nuestra madre tiene una actitud tan antipática.
Tengamos en cuenta además que no podemos averiguar con otros niños cómo les fue a ellos, como para tranquilizarnos pensando que «a todos nos ocurre lo mismo».
Por lo tanto, nuestros sentimientos paranoicos (persecutorios) están plenamente justificados.
En suma: la naturaleza nos hizo predispuestos a la desconfianza y además, tenemos motivos valederos para sentirnos personalmente perseguidos.
En la adultez, nos resultan desproporcionadamente alarmantes noticias, tales como:
— robo de identidad;
— epidemia;
— estafa;
— llamadas telefónicas u otros mensajes anónimos;
— cambios en nuestro cuerpo, por mínimos que sean;
— futurología inquietante (apocalíptica);
— recalentamiento global, deshielo (imagen), debilitamiento de la capa de ozono, invasión de marcianos.
(1) Las noticias de nuestra infancia – 4
Las noticias de nuestra infancia – 3
Las noticias de nuestra infancia – 2
Las noticias de nuestra infancia – 1
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12 comentarios:
Nacer fue traumático... encima me estaban filmando!
Pobre Teo! Lo entiendo perfectamente. El ojo de la cámara es aterrador. Observa tu intimidad y no contesta cuando lo insultas. En casa llenaron de cámaras y micrófonos. Cuando soy agente de la CIA no es fácil.
Hace poco me robaron la cartera y usaron mi tarjeta antes de que pudiera denunciarla. El ladrón se propasó; dada mi identidad, jamás habría comprado unos championes nike de 6.000 $.
Creo que mi desconfianza comenzó cuando mi madre se cayó por la escalera, conmigo en la panza.
Pensar que la naturaleza me dotó de tantos reflejos para la huída... y ahora no hay santo que me ayude a escaparme de este residencial.
Creo tener un vago recuerdo de la mirada de un pirata, cada vez que mi madre acercaba su pecho para alimentarme.
Gasté U$S 100.000 en unas antiguas anteojeras para mi caballo... y las terminé usando yo.
Fue célebre la frase de Sócrates:
basta de persecuta, me tomo la cicuta!
Mi desconfianza comenzó cuando el paro se fue de madre.
Ni del nacimiento, ni de la muerte, se puede averiguar cómo le fue a otros.
Hay que mirar el medio vaso lleno. Voy a tomarme el desalojo como un segundo nacimiento.
Qué está primero? La estafa o los depredadores?
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