La resistencia a los cambios es una característica de prácticamente cualquier ser vivo.
Hasta las aves migratorias tienen resistencia al cambio porque para ellas, la rutina, lo estable, lo permanente, es vivir siempre con una misma temperatura, por ejemplo, siempre en verano.
Los animales que hibernan, rehúyen del cambio climático acostándose a dormir durante meses como si padecieran una depresión profunda.
Hace meses les contaba (1) que las personas exitosas son particularmente renuentes a cambiar algo que pudiera perjudicarles su estatus.
Más recientemente (2) les comentaba lo que ocurre con la inestabilidad emocional que caracteriza a las mujeres bajo el influjo de sus oleadas hormonales y de cómo, esos cambios de humor suelen desprestigiarlas y generarles conflictos sociales y laborales, dado que también nos resistimos a esos cambios suyos.
Seguramente existen razones plenamente biológicas para que los seres vivos en general nos resistamos a los cambios.
En nuestra especie, sin embargo puede sumársele un agravante dado que parte de nuestra biología incluye el comportamiento mental, en el que participan las metáforas y las metonimias, en procesos que suelen ser inconscientes.
Me explico mejor:
Además de que nuestro organismo procura la estabilidad ambiental, climatérica y geográfica, nuestra psiquis asocia los cambios con el más dramático, esto es, con la muerte.
Aunque nadie sabe exactamente de qué se trata morir (porque no han habido suficiente cantidad de fallecidos, que pudieran contar una historia similar y confiable), sí alcanzamos a saber que se trata del gran cambio.
Esto nos permite decir que nuestro instinto más reactivo, frenético y alocado, es decir, el instinto de conservación, es el proveedor de energía a una metáfora con la que suponemos que todo cambio nos remite al gran cambio, al irreversible, al terminal, al que evitamos con mayor energía.
Todo cambio es una metáfora de la muerte.
(1) Lo feo de ser lindo
(2) La realidad es ovárica
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12 comentarios:
Creo que en mi otra vida fui un ave migratoria.
Si los osos hibernan, nosotros al menos mereceríamos un año sabático.
Antes, qué lejana veía la muerte. Ahora se acerca y a veces duerme a mi lado.
En el mundo laboral, el cambio que más desfavorece a la mujer, es el embarazo.
Cómo es posible? Nunca me gustó la literatura y sin embargo mi mente se regodea con las metáforas.
Yo quiero una ola hormonal que me adelgace.
Sin embargo a mí me encanta cambiar. Me gusta comprarme ropa nueva, cambiar de corte de pelo, de shampoo, de cremas... me gusta cambiar los muebles de lugar, y cambiar las cortinas, y pintar el living de otro color. A veces me da la sensación de que no estoy conforme con mi vida.
A veces ni siquiera cuando estamos mal, queremos un cambio.
Cuanto más envejecemos y se acerca la muerte, menos queremos cambiar.
Las mujeres virtuosas son las que tienen bajo el nivel de estrógenos.
A ud siempre se le ocurren unos títulos que están d+
Si sos un poco vivo, te das cuenta que hay cambios que convienen.
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