Hace unos meses, les decía (1) que, si bien la humanidad se abraza con fuerza a la creencia en el libre albedrío, simultáneamente se abraza con fuerza a todo aquello que disminuya las consecuencias indeseables de esa postura ideológica.
Efectivamente, suponer que el futuro puede adivinarse erosiona la hipótesis de que cada uno hace lo que le viene en gana.
Los que confían sus decisiones al asesoramiento que pueden obtener de la astrología, el tarot o los mentalistas, están suponiendo que el curso de los acontecimientos ya está determinado en el momento de la consulta, pero que sólo esos asesores tienen acceso a la información.
Por lo tanto, quien cree en el libre albedrío tiene prohibido creer en la adivinación, excepto que asuma la incoherencia lógica en la que incurre.
Algo similar sucede con los amantes de las estadísticas porque uno de sus principales subproductos, el más apasionante, el que despierta mayor interés, es la determinación de tendencias.
El análisis de tendencia pretende aportar certezas suponiendo que si un móvil estuvo en el punto A y ahora está en el B, puedo tomar decisiones partiendo de la base de que luego estará en C.
En suma: quienes creen que el futuro se puede conocer por la vía que sea (mística, parapsicológica o matemática), sólo están autorizados para defender el determinismo y descalificar el libre albedrío.
Y ya mismo me desdigo, porque la afirmación anterior también es falsa.
Los humanos estamos atados a la coherencia en los dichos pero no en los actos. Decimos lo que los demás quieren y aceptan escuchar, pero hacemos lo que no podemos evitar (determinismo), para luego describirlo (justificarlo) de la forma que los demás quieren y aceptan escuchar.
Por ejemplo, digo defender la monogamia, pero soy infiel y luego prometo no volver a hacerlo.
(1) ¡Cuidado con los monos de leo!
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11 comentarios:
El análisis de tendencias nunca pretende aportar certezas.
Estoy harta de los que dicen lo que les conviene y después ajustan sus argumentos a la decisión que los favorece.
Ojalá pudiésemos declarar írritos, nulos y sin ningún valor para siempre, todos los lazos que nos perjudican.
Para qué habrán dejado la puerta de la jaula abierta?
Las adivinas no tienen dificultad para revelarnos el futuro porque todos somos demasiado previsibles.
Mi humanidad se abraza a lo que venga.
A veces envidio la naturalidad con que aceptan la incoherencia algunas personas.
No sabemos si la mujer de la ilustración quizo separarse de su cuerpo o de su cabeza.
Es una pena que hayamos agarrado a la Parasicología en pañales.
La verdad, lo único que puedo adivinar es el parpadeo.
Ud a mí no me va a prohibir creer en lo que se me cante
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