jueves, 2 de diciembre de 2010

¿Qué desea mamá?

Los juegos de palabras suelen parecer actos de inteligencia superior.

A veces lo son y otras, son simples enredos que la compulsión interpretadora de los oyentes pretende entender sea como sea.

Por ejemplo: «Un buen profesional no es quien sabe lo que tiene que saber sino quien sabe dónde está lo que tiene que saber».

Este nudo lingüístico significa que lo que tenemos que saber es dónde preguntar, consultar, buscar.

Otro ejemplo: cada vez necesitamos saber menos de matemáticas y más sobre cómo usar las calculadoras que hacen el trabajo pesado de sacar cuentas.

Sócrates, el filósofo griego del siglo quinto antes de Cristo, exageró diciendo «Sólo sé que no sé nada».

En realidad la ambición de saber obtiene la energía que la dinamiza, en la angustia.

Efectivamente, quienes no paramos de buscar datos, información, explicaciones, teorías, hipótesis, ideas, sugerencias, descubrimientos, inventos, somos personas angustiadas desde los primeros días de nuestra existencia.

Y esa angustia es una determinada, específica, concreta: nuestra madre nos estimuló profundamente para saber cuál era su deseo.

En otras palabras: cuando éramos muy pequeños y vulnerables, estuvimos hondamente preocupados por saber qué quería, qué haría, como actuaría, cómo reaccionaría ante nuestras vicisitudes (hambre, incontinencia, insomnio).

Esta no era una característica sólo de ella. Por el contrario, los que no paramos nunca de estudiar, leer, informarnos, investigar, buscar, no estábamos seguros de estar en buenas manos, desconfiábamos de que ella

— supiera qué hacer ante cada necesidad nuestra,
— tuviera ganas de ayudarnos.

Lo digo de otra forma: quienes somos muy estudiosos a lo largo de la vida, temíamos ser abandonados por nuestra madre.

Y usted se preguntará, ¿qué relación existe entre el temor al abandono y la actitud eternamente estudiantil?

Los estudiantes apasionados, buscamos en los libros la respuesta a la gran pregunta: qué deseaba ella realmente.

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11 comentarios:

Margot dijo...

Qué nenita más divina!!

Manuel dijo...

Cómo no iba a comer Eva del árbol de la sabiduría! Hay que ver que tenía como madre a una costilla.

Osvaldo dijo...

Mi padre era el primero en decir que nunca se sabía qué era lo que quería mamá. Y entonces yo desde niño ya vivía interpretando.

Canducha dijo...

Y la cantidad de niños que efectivamente fueron abandonados por su madre, y del estudio no quieren saber nada?

Filisbino dijo...

Bueno Canducha, una hipótesis es una hipótesis. Además una cosa es temer ser abandonado y otra muy distinta es haber sido abandonado.

Rulo dijo...

De verdad lo sospechaba. Los profesores están tan angustiados que ninguna de las respuestas que damos en los exámenes los conforman.

Rosana dijo...

Me imagino que las madres impredecibles deben hacer mucho daño a sus hijos.

Arévalo dijo...

Hemos inventado una forma de obtener respuesta para el interrogante: cómo reaccionará mamá. Las religiones. Si hacemos las cosas como la religión manda, mamá se sentirá feliz y nosotros seremos recompensados.

Magdalena dijo...

Si mi madre me sacudía para dormir, como sacude a mi hermano...
Con razón siempre busco el equilibrio y la paz!

Andrés dijo...

Mi madre me sobreestimuló para que comiera ese asqueroso puré de verduras que le hacen a todos los bebés.
Desde muy pequeño sé, que a veces lo que quiere es del todo condenable.

Facundo Negri dijo...

Es mentira. El que busca no encuentra. Tanto quiere encontrar que cree hacer hallasgos. Pero igual vale la pena. Hay que mantener los circuitos cerebrales activos.