A Clarisa la conocí en un congreso de psicólogos, (San Pablo - Brasil), al que una mayoría concurrimos para escapar de nuestras vidas familiares, de nuestros pacientes y de nuestras identidades.
Como siempre ocurre, los temas de estos eventos son irrelevantes porque lo que importa es encontrar un pretexto razonable para justificar esas fugas, atraídos por la omnipresente fantasía de que encontraremos a alguien con quien podamos practicar sexo recreativo y luego intercambiar títulos, autores y chismes, ya que fumar se ha vuelto antipático, inclusive después del coito.
Como dice el refrán, «la tercera, es la vencida». Los dos últimos «viajes de actualización profesional», habían transcurrido sin pena ni gloria ni ninguna otra mujer.
Apareció Clarisa y ratifiqué una vez más que son ellas las que, cuando entran en celo, marcan al candidato y lo subordinan hipnóticamente.
Enterado de que esto funciona así, ni dudé en acercarme e invitarla a «tomar un vaso de soda porque lo del café ya está gastadísimo», con lo cual logré su primera sonrisa aprobatoria.
Me contó que había estudiado psicología para curarse a sí misma, porque todos los profesionales consultados la habían dejado tan desequilibrada como antes.
Además de la sonrisa, no tenía otro rasgo físico que pudiera interesarle a la empresa Play Boy, pero para mí se convirtió en una mezcla de Madonna con Shakira.
Me planteó su fantasía antes del almuerzo: quería destinar los próximos cuatro días a tener sexo vaginal, siendo penetrada por detrás, mientras se asomaba por la ventana del hotel, para mirar el tránsito desde la altura.
Imaginé rápidamente la escena, me pareció excelente y así lo hicimos.
Les ahorro los detalles porque son conocidos por ustedes.
Cuando volví a mi casa, me esperaban con una piedra en cada mano.
Resultó ser que Clarisa tiene un amante, evidentemente más celoso que su marido, porque la hizo seguir por un detective, talentoso fotógrafo que se gana algún dinerito extra extorsionando a los clientes colaterales que pudieran aparecer, dentro de los cuales, fui incluido.
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8 comentarios:
Acaso ud no sabe que este blog lo leo con mi marido!
Nunca había considerado la posibilidad de dedicarme a la detectivería. Parece rentable y divertido.
Ya encontré un motivo relevante para estudiar peluquería!
Está buenísima la fantasía de Clarisa, sólo que yo en lugar de mirar el tránsito, dirigiría mi mirada hacia el vecino que siempre mira.
Voy a ver si en febrero hay algún congreso en Río de Janeiro.
Por eso es importante tener dinero. Para extorsionar a los detectives.
Qué mal pensado el amante de Clarisa! Así es como la pareja se termina desgastando.
Los hombres que estudian magisterio o psicología, son todos sospechosos de poligamia encubierta.
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