jueves, 9 de diciembre de 2010

La violencia amorosa

En un artículo publicado con el título Maqueta de una psiquis, compartía con ustedes una descripción híper-resumida de cómo el psicoanálisis se imagina que es nuestro aparato psíquico.

Lo esencial de esa nota estaba al final.

En él decía que poseemos un inconsciente que responde a nuestros instintos y que se lleva mal (o, directamente, no se lleva) con las normas de convivencia; un superyó, que se parece a un juez y gendarme, que sí tiene en cuenta las normas de convivencia, y un yo, encargado de vérselas con el inconsciente, con el superyó y con toda la realidad en la que vivimos.

Haré un comentario práctico sobre el juez y gendarme (superyó).

Esta parte (función, instancia psíquica, o piecita del engranaje mental), se desarrolla asimilando

— lo que nos llega a través del sistema educativo;
— lo que nos exigen o recomiendan nuestros padres;
— lo que otros (amigos, compañeros de estudio o de trabajo, sociedad en general), nos indican sobre cómo desean que seamos para aceptarnos, querernos, incluirnos, protegernos, dejarnos participar en fiestas, paseos, diversiones.

El superyó se desarrolla con esos insumos, bajo amenaza.

La construcción de esta parte de nuestra mente no es nada pacífica, ni amorosa, ni poética.

La mejor comparación que se me ocurre es con un caballo de paseo. Si usted observa cómo son y de qué manera se usan las espuelas, podrá comprenderme mejor.

Las espuelas son unas puntas metálicas que se calzan en los zapatos del jinete (imagen), para que este las clave en la piel del equino, ante lo cual, el pobre animal huye despavorido, es decir, translada al torturador a más velocidad.

El sistema educativo nos castiga obligándonos a escuchar varias veces lo mismo, nuestros padres nos amenazan con el desamor o el abandono y nuestros amigos, nos ignoran.

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12 comentarios:

Natalia dijo...

En conclusión, creo que conviene ser muy condescendiente con el Superyó.

Elbio dijo...

Creo que Natalia está pensando en la crueldad del Superyó, pero no es buena idea dejarse dominar por él. La clave está en fortalecer el Yo, para que pueda ser un buen negociador.

Handuglia dijo...

Cuenta una leyenda Tlatoní, que la mente se construyó con los plumones de una calandría y los dientes de un tiburón. Luego el Gran Tlatoní unió todo con barro e hizo una pelota que puso a secar cerca del fuego.
El primer hombre con cerebro creció, viendo pasar los días y las noches, hasta que un invierno le preguntó al Gran Tlatoní porqué todos los años debía sufrir frío. El Padre Tlatoní, que era todo corazón, porque no tenía cerebro, le contestó que el invierno también era hermoso. El hombre con cerebro se enfureció al escuchar esa respuesta, y quemó al Gran Tlatoní para obtener un poco de calor.

Martín dijo...

Mi madre es como el sistema educativo, los padres y los amigos: todo junto.

Roque dijo...

Policías y jueces no tienen misterio para mí. El superyó que se venga tranquilo, que lo pongo en vereda.

M. Eugenia dijo...

Yo creía que las espuelas eran unos solcitos que se ponían de adorno en las botas.

Matías dijo...

Será verdad que las cosas pueden entrar por un oído y salir por el otro?
Pregunto porque estoy escuchando las gravaciones de las clases y no me queda nada. Además la gravación está toda polucionada; lo que se oye más claro es la conversación de mi novia con la amiga que estaba sentada al lado.

Maikel dijo...

Para que empiecen a aceptarme voy a tener que dejar de comprar trucho.

José Pedro Barroso dijo...

Cuando allá en Las Piedras a Artigas se le ocurrió decir que curaran a los enemigos heridos, muchos se preguntaron porqué debían tratar tan bien a quiénes habían intentado matarlos. Incluso hubo alguien que dijo: más cuidados merece mi caballo, que lucha conmigo y siempre me acompaña.

Camila dijo...

Mi madre me dice que espere a que se haga de día para volver del baile.
No se da cuenta que ahí es cuando salen todos mamados, rompiendo botellas. Pero para ella lo importante es la companía, como si estando sola fuera a autoagredirme!

Mufalda dijo...

Pensar que inventamos las normas de convivencia para vivir de forma ordenada y en paz...

Germán dijo...

Ud está personificando al psicoanálisis; como si el psicoanálisis fuera capaz de imaginarse algo.
Entonces yo le digo que no sólo el psicoanálisis no se imagina nada, sino que además, y lo que es peor, los psicoanalistas SE IMAGINAN DEMASIADO.