jueves, 15 de julio de 2010

El erotismo de las abejas

Casi todos pagamos impuestos para contribuir con los gastos generales del Estado, de las oficinas centrales de nuestro país, donde se resuelven varios asuntos que nos conciernen a todos: salud, enseñanza, protección de quienes no pueden valerse por sí mismos, control de entrada y salida de personas, seguridad interna (delitos) y externa (invasión), más un profuso etcétera.

Hasta el ciudadano más huraño, antisocial, egoísta, rico o pobre, «recibe de» o «entrega a» la tesorería del Estado de su país.

Este fenómeno ocurre dentro de nuestra especie.

En la naturaleza también ocurren otros intercambios, en los que una masa de aire cálido asciende, provoca un vacío que atrae el viento, pero a su vez, el agua evaporada y en forma de nubes, al recibir ese viento, se condensa y produce lluvias, mientras las abejas, para beber el néctar de las flores, depositan polen y —sin querer— las fecundan; con aquella lluvia, germinan algunas semillas que yacían sobre tierra fértil, más un profuso etcétera.

Sin caer en el facilismo de afirmar que «todo tiene relación con todo», es posible afirmar que la interacción que ocurre dentro del universo, es mucho más profusa (abundante, intensa) de la que tomamos conciencia.

En algunos artículos anteriores (1) he comentado sobre la verdad, la mentira y la sinceridad.

Es legítimo suponer que este fenómeno también forma parte de las interacciones propias de la naturaleza.

Participamos de la dinámica universal, tanto como el agua, el viento y las abejas, y de la interacción social como cualquier ciudadano.

El aire caliente se eleva aunque no quiera; el agua se evapora con el aire caliente, aunque no quiera; las nubes provocan lluvia si son enfriadas por una corriente de aire, aunque no quieran; las abejas fecundan las flores sin enterarse.

Somos sinceros o mentirosos, inevitablemente.

(1) La sinceridad molesta
El amor no es científico

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13 comentarios:

Elena dijo...

De acuerdo, somos sinceros o mentirosos aunque no quiéramos.
En mi opinión, tener la suerte de ser sincero, viene muy bien.

Diana dijo...

Seguro que Elena habría dicho "queramos", en lugar de "quiéramos" de no haber tenido la mala suerte de lidiar con faltas de ortografía.
Es queramos, no?

Sarita dijo...

Soy tolerante con los mentirosos... cuando están a un kilómetro de distancia.

Cacho dijo...

Hay mentiras que no le hacen mal a nadie y son divertidas. No veo por qué hacen tanto drama.

Rosaura dijo...

Ahí está el punto, Cacho, hacer o no hacer daño; por lo general, qué querés que te diga, las mentiras hacen daño y a nadie le gustan.

Marcia dijo...

Otra vez comparándonos con abejas, aire, nubes!! Los humanos somos más complejos. Y si no somos más complejos, por lo menos no hacemos las cosas siempre igual. Y si no hacer las cosas siempre igual es una desventaja... no sé

Toledo dijo...

Exacto!!! participamos de la dinámica universal, somos un todo: ESO ES DIOS!

López dijo...

Si no podemos conocer la verdad, no tendríamos que preocuparnos tanto por ser sinceros; total es imposible.

la gordis dijo...

Yo soy una mujer profusa (abundante, intensa).

Juan dijo...

Y yo, gordis, soy un profuso etc. (siempre tengo más y más sorpresas)
Si querés te puedo regalar alguna.

Lola dijo...

Mi naturaleza me lleva a todo tipo de intercambios; aunque no quiera.
(mentira, quiero sí!)

Martín dijo...

Qué van a depositar polen las abejas mientras está lloviendo!

Mauro dijo...

Rosa a José: "debe haber sido una abejita".