lunes, 5 de julio de 2010

«Me confirmó lo que yo temía»

Hace un tiempo atrás (1) les comentaba que el lenguaje también está presente cuando de ciertas cosas se habla poco o nada.

Se habla de las transgresiones de la prohibición del incesto que cometen algunos padrastros, pero no se habla de los propios deseos incestuosos.

Se habla de economía hasta el cansancio, pero no se habla del sorprendente pudor que tenemos para tratar los asuntos de dinero cada uno de nosotros.

El tema del que no hablamos, se convierte en misterioso, perturbador, temible.

Por este efecto, el silencio sobre los asuntos de los que no se debe hablar, se convierte en un mensaje lingüístico por omisión.

Es decir, la falta de discurso genera en nosotros sensaciones de que se nos está diciendo algo, tan importante y trascendente, que no se puede ni mencionar.

Conocemos el consejo que dice: «ante la duda, abstente».

En otras palabras, cuando no sepas qué hacer, no hagas nada.

También podría decirse así: «si tienes dudas, paralízate».

Hay personas expertas en el arte de dominar (¿paralizar?) por medio de la intriga.

Esta consiste en maniobras cargadas de significados confusos, ambiguos, ocultos, misteriosos, sugerentes, con muchos gestos que podrían significar cualquier cosa menos algo tranquilizador.

Las víctimas de una intriga son personas con un miedo especial a perder (la vida, la salud, seres queridos, tranquilidad, riqueza) y que tienen una visión pesimista de la realidad.

La falta de discurso explícito, activa esas ideas negativas que poseen.

Las personas intrigantes manipulan casi exclusivamente a los pesimistas porque, al presentarles un discurso hueco, carente de contenidos explícitos, estimulan la aparición de esas ideas negativas, pero como si fueran dichas por el intrigante.

El insidioso intrigante induce al pesimista para que confirme los temores que lo atormentaban y se hace pasar por el salvador a quien deberá obedecer.

(1) Esta “cosa” me provoca “cosa”

De eso no se hable

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12 comentarios:

Silvana Esperanza dijo...

Capaz que por eso el bicho nunca me dijo "te amo".

Evaristo dijo...

Los secretos, las intrigas, los datos misteriosos y confusos, todo eso, cuando circula dentro de un grupo, genera todo tipo de repercusiones, por lo general muy negativas.

el oriental dijo...

Dicen que eran muy frecuentes las intrigas palaciegas. Acá se dan mucho en las cooperativas de vivienda.

Anónimo dijo...

De mí son pocos los que conocen algo. Prefiero descubrir el lugar que me asignan.

Irene dijo...

Creo que además de trascendente, eso de lo que no se habla, debe ser peligroso por algún motivo.
Si un dato de la realidad es trascendente pero no conlleva aspectos conflictivos, puede discutirse sin problema.

Bécker Gourmet dijo...

Los lagartos degustan sus dudas al sol.

Inspector Robin dijo...

Cuando el mensaje lingüístico se suspende, préstele atención al lenguaje facial.

Cacho dijo...

Del dinero no se habla por temor al mangazo, y si se habla es para decir que estamos secos.

Magalí dijo...

Frecuentemente los niños piensan que de las cosas feas no se habla porque sino se cumplen. Y como todos llevamos un niño dentro...

FR-Z10 dijo...

Los humanos del área gastronómica manipulan los alimentos con guantes, así estimulan la aparición de ideas tranquilizadoras en el consumidor.

Maia dijo...

Según yo creo, los psicoanalistas se comportan como insidiosos intrigantes porque con sus prolongados silencios, nos hacen pensar lo peor para que sigamos yendo.

Emilia dijo...

No es así Maia, vas a ver que pronto se te van a ir esos sentimientos paranoicos que tenés, y lo que empezás a ver la realidad, te vas a re-deprimir, pero al final vas a darte de cara con tus problemas y entonces con el psicoanalista todo bien, y se lo vas a re-agradecer, boluda.