domingo, 25 de julio de 2010

Servicial hasta el fin

Yo quiero a mis pacientes. No a todos por igual, claro.

A algunos los espero con entusiasmo, a otros con nerviosismo y a otros con una discreta resignación.

Hablando con otros colegas, lo comparo con aquellas familias en las que los padres de quince o veinte hijos, eran capaces de trasmitirles a todos la sensación de ser amados, considerados, merecedores de apoyo, estímulo y recursos similares, para que cada uno desarrollara sus potencialidades.

Pero hay algo en el sexo masculino que nos induce a la taberna, al club, al núcleo de amigos.

Después de la hora veinte, anhelo que mi celular suene con el mensaje «Vienes?»

Son ellos, mis contertulios de un simpático bar que está a pocas cuadras del consultorio.

No soy un gran bebedor de alcohol, pero soy un escuchador insaciable.

Las anécdotas que refieren a dificultades psíquica, son narradas mirándome a mí especialmente.

Un policía jubilado, (arquitectónicamente hermoso, tendría que haber sido actor de cine), contó de un anciano que murió al caer por una escalera interior.

Sus ex-colegas lo invitaron a entrar al poco rato del accidente y él agradeció el gesto porque sigue amando su profesión.

La casa era un revoltijo de papeles, apilados en montañas por todos los rincones y llenos de números. Predominaban enormes divisiones con muchos decimales.

La viuda no lloraba y tenía una mirada serena con algo de estupor.

Le había pedido al marido agua para tomar un medicamento y él, al bajar con el vaso, rodó golpeándose muchas veces hasta morir.

Nuestro bello jubilado agregó que el policía más detectivesco, les hizo notar que el vaso nunca había perdido la vertical, porque conservaba su contenido junto al cuerpo del servicial esposo.

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12 comentarios:

Marcia dijo...

Está claro, a la mujer se le hizo muy cuesta arriba eso de la división de bienes y de arriba lo empujó.

Lola dijo...

Yo estudié un par de años de arquitectura, y además me encantan los defensores de la ley. Cómo podría comunicarme con el poli?

Anónimo dijo...

Hay papi! Justo que quería reservar hora después de las 20.

Luján dijo...

Antes no soportaba ser una paciente más. Ahora no sé qué pasaría porque no estoy en terapia.

Rubén dijo...

Cuando cuentan una anécdota no me gusta que me miren porque me da la sensación de que me están culpabilizando.

Gertrudis dijo...

Pensar que algunas mujeres llegaban a tener 20 hijos... y encima batían la mayonesa a mano!

Edmundo dijo...

Por el contrario, yo soy un gran bebedor de alcohol y un buscador de oídos insaciable.

Macarena dijo...

Esto es muy extraño. Si queremos un vaso de agua lo vamos a buscar a la cocina. Las cocinas normalmente están en la planta baja de las casas. Si este hombre cayó de la escalera fue porque él iba a buscar el vaso de agua. Quizás un tanto apurado porque se había demorado; entretanto su mujer ya se había servido el agua. El amante esposo ansioso por alcanzarle el agua a su mujer, tropezó y cayó por la escalera. Al sentir el ruido la mujer corrió a auxiliarlo y apoyó el vaso de agua que estaba bebiendo, junto a su esposo, en el piso.

Facundo Negri dijo...

Es inevitable golpearse muchas veces... hasta morir.

Julián dijo...

Para ser exactos, cuando se apilan papeles, siempre te queda un cerro chato.

Sarita dijo...

El que ama su profesión, ahorra tiempo si se casa con un/a colega.

Nolo dijo...

Para evitar todo tipo de accidentes, yo a los medicamentos, me los trago con saliva.