lunes, 25 de octubre de 2010

La inteligencia es optativa

Dos bromistas, burlones o impostores, tejieron una tela visible sólo para las personas de buen corazón.

El emperador para quien construían ese tejido tan especial, se vestiría con él y se pasearía ante su pueblo.

Cuando el desfile ocurrió, los asistentes «vieron» al emperador vestido para demostrar que ellos tenían buen corazón. Sólo un niño atinó a señalar que el emperador estaba desnudo.

Esta historia fue contada por el escritor —nacido en Dinamarca—, Hans Christian Andersen (1805-1875) (imagen) y el relato se titula «El traje nuevo del emperador».

En otro artículo publicado con el título La obediencia debida, les comentaba que

— Existen pensamientos que funcionan de adentro hacia afuera; y

— Existen pensamientos que funcionan de afuera hacia adentro.

Si bien todos tenemos un cerebro, nos diferenciamos en el uso que hacemos de él.

Es costumbre criticar negativamente a quienes no usan (o, al menos, parecen no usar) su cerebro. Sin embargo, puede ser una estrategia de vida tan válida como la de tener genitales y hacer votos de castidad, tener dinero y hacer una vida austera, o tener belleza y no hacer ostentación.

La inteligencia que nos provee el cerebro, es —como toda riqueza— generadora de responsabilidad.

Efectivamente, si vamos por la vida utilizando nuestra inteligencia para opinar, tomar decisiones, cuestionar, combatir, señalar, controlar, exigir, reivindicar, exigir nuestros derechos, defender a los más débiles, rectificar (a las buenas o a las malas) todo acto de injusticia que nos toque presenciar, haremos un enorme gasto de energía.

También parece cierto que todos los extremos son malos.

En suma: Los millones de años que tenemos de evolución, nos han preparado perfectamente para saber qué nos conviene a cada uno, y por lo tanto, la receta consiste en atender las sugerencias propias desestimando las ajenas (inclusive mis sugerencias).

●●●

12 comentarios:

Lola dijo...

Jamás desestimaría sus sugerencias, doc.

Jacinto dijo...

El párrafo antepenúltimo me aplasta de sólo leerlo.
Prefiero... 1,2,3, vive la vida loca!

George dijo...

Aunque no use mi inteligencia, jamás me la podrán expropiar, malditos bolcheviques!

Catalina Soga dijo...

Yo sólo conozco dos extremos. Y ambos sirven para tirar.

Linda Blair dijo...

Como no ostento mi belleza, nadie cae en la tentación.
Qué bajón.

Amílcar Ciego dijo...

Quizás el pueblo creyó ver al emperador vestido porque le tenían fe a su buen corazón.

Chapita dijo...

Yo también dije que el emperador estaba desnudo, pero todos me hicieron callar!

Freddy dijo...

Existe otra famosa historia de Andersen en la que cuenta como unas galletitas de manteca entraban en las arterias de un gigante, con la maligna intención de tapárselas.

Clarisa dijo...

Lo que pasó fue que el emperador desnudo era tan feo, que habría sido una maldad decirle que lo habían visto en cueros.

el oriental dijo...

Cuando el Pepe se hizo el traje nuevo, todos lo vieron vestido de Presidente.

Milita Fiestera dijo...

Nada más positivo que usar el cerebro para cerebrar!

Victimisa dijo...

La única riqueza que poseo es mi cerebro. Por eso estoy re-copada.