miércoles, 13 de octubre de 2010

Los juegos pedagógicos

El juego de Las escondidas divierte a los niños y consiste en ocultarse de tal forma que el otro jugador no lo encuentre.

Si es descubierto, tendrá que ocupar el rol de quien busca a otros escondidos.

Lo atractivo del juego, está en saber esconderse y también en saber encontrar a quienes se esconden.

Este juego divierte tanto a varones como a niñas.

Es la antesala de otro juego preferido por los varones (y no tanto por las niñas). Me refiero al Pillapilla o Policías y ladrones.

En esta ocasión, un grupo de niños se divide en dos. Los Policías otorgan al grupo Ladrones un cierto tiempo para esconderse, y luego los primeros tratan de encontrar a los segundos.

Estas niñas y varones, vuelven a sus hogares donde los padres prometen obsequios, concesiones, dádivas, remuneraciones, a cambio de ciertas conductas deseadas: alimentarse, vestirse, bañarse, ordenar el dormitorio, estudiar y demás obligaciones infantiles.

Es muy probable que estas diversiones iniciales sean un estímulo para que en la vida adulta, tratemos de escondernos o procuremos descubrir qué hacen los demás.

En otras palabras, aquellos juegos pueden desarrollar nuestra natural proclividad a transgredir las normas de convivencia que nos resulten particularmente molestas.

En la medida que el cumplimiento de las normas de convivencia hogareña deba ser remunerado (premiado, pagado, sobornado), nos predispone para que, en lo sucesivo, exijamos aquello que primero recibimos como estímulo para reforzar nuestra buena conducta.

Conclusión: El juego de las escondidas nos prepara para mentir, tratando de no ser descubiertos.

También nos prepara para entender que los demás se ocultan (mienten) y que tenemos que afinar nuestro ingenio para tratar de descubrirlos.

Las gratificaciones materiales a nuestra conducta obligatoria, son enseñanzas que luego nos permitirán sobornar a otros, así como, cuando aprendemos a exigir gratificaciones, sabremos como chantajear.

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12 comentarios:

Yannet dijo...

El juego de las escondidas también nos brinda la sensación gratificante de que lo desaparecido (muerto) vuelve a aparecer.

General Electric dijo...

Sabe una cosa, hay que cortar por lo sano y prohibir los juegos.

Sarita dijo...

Lo bueno de jugar al poli-ladron era que podías pasar de ser policía a ser ladrón, todas las veces que quisieras. (mmm... eso también debe dejar alguna enseñanza)

Manuela dijo...

Otro atractivo del juego de las escondidillas es correr velozmente hasta la pica para salvaros.
Podeis ocultaros y mentir, mas si eres veloz (inteligente), puedes salbarte.

Cacho dijo...

En algunos hoteles los adultos también jugamos a las escondidas con el auto.

Facundo Negri dijo...

Por eso dicen que todo niño sano juega: para dejar de ser tan sano y ser un poco más adulto.

Lucio dijo...

Nosotros jugábamos al revés; los ladrones buscaban a los policías, y si no huían y hacían pica, quedaban fuera de juego.

Rosa dijo...

Con mi familia hace tiempo que venimos jugando a las escondidas. Unos en España, otros en EEUU, los tíos hace tiempo en Australia... en fin, pasan los años y no nos encontramos.

Teresita dijo...

Yo iba a colegio de niñas y todas jugábamos a Policías y Ladrones.
Misógino!

Segifrido dijo...

A mi hijo ya no le alcanzan las dádivas; quiere que le de para ir con una diva.

Nazareth Inglese dijo...

Pilla Pilla la papilla
acá viene hay que comer
porque el ogro malo mira
a la nena que no lo ve.

Pilla Pilla la papilla
vitaminas y amor
que a esta nena linda
le busco buen postor.

Pilla Pilla la papilla
nena pilla de mamá
coma todo, todo, todo
que después viene el señor.

Pilla Pilla la papilla
el señor trae los bebés
buena vida a la nena
y lindo auto para recorrer.

Ernestina dijo...

No me gustaron las Nanas de la Papilla.
Miguel Hernández se pondría a llorar de vergüenza; y sin necesidad de ninguna cebolla.