sábado, 30 de octubre de 2010

La temeridad de los necios

Todos, desde el más famoso al menos conocido de los seres humanos, tenemos dudas, angustias, necesitamos ser amados, reconocidos.

Padecemos miedo a enfermar, a quedar inválidos, a tener hambre sin comida que la calme.

Estas y otras molestias, las compartimos sin hacer mucha ostentación porque, otra particularidad que nos caracteriza, es la de compensar esas vicisitudes psicológicas imaginando todo lo contrario.

En términos generales, a todos los sentimientos que nos recuerdan qué frágiles, vulnerables e impotentes somos, intentamos contrarrestarlos imaginando exactamente lo opuesto.

Los sentimientos más comúnmente usados como antídotos de la triste realidad, son el orgullo y la omnipotencia. Por esto es difícil encontrar personas humildes y realistas.

A modo de ejemplo, le propongo tres casos significativos.

1º) Si usted fuera a comer a un restorán, ¿destrataría al personal de cocina o tendría en cuenta que para ellos sería muy sencillo escupir su plato?

2º) Si usted estuvieran entrando al quirófano, ¿destrataría al cirujano que en minutos abrirá su cuerpo o tendría en cuenta que en tan delicada tarea, podría cometer algún error técnico involuntariamente?

3º) En todos los países existe alguna institución encargada de administrar el poder de fuego del Estado.

Está compuesta por profesionales entrenados para la guerra, la represión de acciones que pusieran en peligro la institucionalidad del país, y otras acciones cuyos efectos pueden ir desde el encarcelamiento a la muerte de algunos ciudadanos.

Estas instituciones se reportan al poder civil, representados por el poder político y, más específicamente, al presidente de la república.

Sin embargo, cuando la estupidez colectiva está demasiado generalizada, es normal que gran número de ciudadanos hagan alarde de esa subordinación que los portadores oficiales de armas tienen ante las instituciones civiles.

Increíblemente, las manifestaciones despectivas contra militares o policías, también son utilizadas para contrarrestar aquellos sentimientos de vulnerabilidad.

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7 comentarios:

Matilde dijo...

A veces es necesario enfrentarse al poder para conservar la dignidad.

Nolo dijo...

Aunque los militares estén subordinados al poder político, son los que tienen las armas.

Jacinto dijo...

Adoro la vulnerablilidad de los hombres musculosos.

M. Eugenia dijo...

Por qué habla de estupidez colectiva? Pensé que le gustaba la sociedad en la que vivimos.

Lucas dijo...

Cuando nuestra fragilidad se hace evidente ante nosotros mismos, a veces nos fortalecemos. Otras, sinceramente, te vas al carajo.

Mariana dijo...

En el gimnacio me imagino espléndida. Trato de no contrarrestarlo poniéndome cerca de los espejos.

Yannet dijo...

Andar en la montaña rusa mejora mi autoestima.