Mi primer matrimonio fue con una prima que vivía en la casa de nuestros abuelos cuando una fuerte crisis económica nos llevó a tres familias a convivir bajo ese mismo techo hospitalario.
Aunque la casa era grande, las proximidades corporales eran muy superiores a las que hoy somos capaces de tolerar. La casa tenía solamente dos baños y esa era la condición edilicia más favorecedora de conflictos.
Con esa prima nos peleábamos muy a menudo y los tíos decían «estos dos se llevan tan mal que van a terminar casándose».
Porque quizá no entendimos que aquella era una broma o porque efectivamente supusimos que el casamiento era posible con ese afecto que sentíamos mutuamente, el hecho es que cumplimos la profecía humorística de los tíos.
Quedamos muy sorprendidos de cuánto nos desconocíamos. En la convivencia de más de diez años pensamos que sabíamos todo el uno del otro, pero no era así: ella tenía principios morales muy diferentes a los míos, sus amigos no me soportaban, en la administración del dinero éramos «agua y aceite», yo entendía que debía «cuidarla» como un patovica y ella se enfurecía gritándome que no fuera tan «medieval».
Estas reflexiones están ahí porque actualmente los jóvenes muchas veces se conocen utilizando medios electrónicos, concurriendo a comunidades virtuales, en foros de Internet, usando el correo electrónico o chateando y nos parece que esa es una manera muy insegura de conocerse como para algún día formar una familia.
Hasta donde puedo observar, no creo que sea más insegura que la que se utilizaba en las generaciones anteriores.
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16 comentarios:
Mis padres son divorciados desde que yo era niña y estuvieron seis años como novios. Que no me lo digan a mi!
Cuesta adaptarse a los cambios culturales, aunque nos parezca que no, o aceptemos lo cómodo de las nuevas tecnologías.
En todas las èpocas han pretendido pasarnos gato por liebre.
Tendría que escribir lo que me pasa en muchas carillas pero tengo que resumirlo: Mi esposo es otra persona después de estar con él 8 meses de novios y 3 años de convivencia. Estoy 1000% perpleja. NO salgo de mi asombro.
No importa demasiado por qué medio conozcas al otro. Lo más importante es que te conozcas a ti mismo, para saber qué querés y hasta dónde podés ir. Así y todo, nunca hay garantías.
En facebook conocí un chico encantador. Vive en la misma ciudad que yo y ayer me enteré que está a tres cuadras de casa!! No lo puedo creer, me lo debo de haber cruzado cien veces y nunca reparé en él.
Lo que pasa es que se conocieron a una edad en la que los cambios son dramáticos.
En la época de mis abuelos los novios se visitaban en casa de la chica dos o tres veces por semana y lo único que llegaban a conocer era la calentura que iban juntando.
Antes muchas mujeres se casaban con su primer novio, y ese desconocimiento acerca de la variedad del género masculino,las ayudaba a adaptarse a lo que había.
Antes muchas mujeres se casaban con su primer novio, y ese desconocimiento acerca de la variedad del género masculino,las ayudaba a adaptarse a lo que había.
El problema es que se conocieron bajo un techo hospitalario y eso distorciona las cosas. Los hospitales son un mundo aparte.
Hace dos años que vivo en una pensión y sé a que se refiere con el problema de los baños.
Yo tengo principios morales y mi novio tiene los fines morales. Nos complementamos bárbaro!!
Mis abuelos cumplieron la bodas de oro y él fue marino, o sea que se vieron dos o tres veces por año. Cuando él se jubiló, SE FUE A VIVIR a Buenos Aires (soy de Santiago) y visitaba a mi abuela más o menos con la misma frecuencia que cuando él era marino.
Que fórmula extraña! Pero re-digo: bodas de oro.
Lo que convierte a las cárceles en colegios de delincuentes es el hacinamiento. La soledad dosificada es un gran remedio.
La naturaleza es sabia y los chicos saben lo que les conviene. No son ningunos tontos.
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