miércoles, 17 de octubre de 2012

No hay personas con poder sino roles con poder

   
El poder no es de las personas sino del rol que estas ocupan transitoriamente y  además, ese poder no es omnipotente.

Dos parroquianos muy ilustrados discuten en un bar sobre la gestión de varios presidentes de la república. La discusión a veces sube de todo porque uno se molesta pues el otro no reconoce los méritos de Fulana, pero sí defiende hasta con cierta necedad las políticas sociales de Mengano.

En general están bastante de acuerdo porque los presidentes que han conocido tuvieron gestiones claras que luego se reflejaron en las urnas, ya sea porque fueron reelegidos o porque desaparecieron de la actividad política, con índices de popularidad malos y hasta avergonzantes para quienes alguna vez confiaron en ellos.

Esta discusión solo puede darse entre personas que suponen que esos gobernantes realmente gobernaron mediante acciones intencionales, pero la discusión casi no tendría razón de ser para quienes suponen que gobiernan los roles (rol de presidente) y no los coyunturales ocupantes de esos roles.

Los ciudadanos soñamos con tener mucho poder, hasta imaginamos que alguien lo tiene todo (Dios, el diablo, el presidente del país más poderoso de la tierra). Imaginamos eso para seguir soñando con que si otro llegó a tenerlo también nosotros podríamos tenerlo.

Creemos además que con ese inmenso poder podemos evitarnos muchas molestias: jamás sufriremos hambre o sed, nunca tendremos que obedecer a otros, tendremos una salud perfecta porque le exigiremos a la medicina que impida nuestra enfermedad o muerte.

En los hechos la realidad quizá no sea tan así:

— es probable que el poder radique en los roles y no en las personas (dado que estas lo pierden cuando son remplazadas por otras);

— que sea la «Institución Presidencia» la que manda  pero no Fulana o Mengano; y

— que el poder real dista mucho de ser omnipotente.

(Este es el Artículo Nº 1.720)


10 comentarios:

Andrés dijo...

Valoramos mucho el poder porque nos permite mayores libertades, capacidad de acción, de decisión. Creemos que el poder nos permitirá acceder a todo lo que deseamos. La contracara del poder es la responsabilidad. Quien ocupa un rol de poder transitoriamente (aunque esa transitoriedad sea hasta el día de su muerte), tiene grandes responsabilidades, más allá de que sólo sea la cara visible de una red, y de que su poder esté limitado por múltiples factores.

CHECHU dijo...

HAY GENTE CON PODER QUE VIVE EN LA IRRESPONSABILIDAD

Sofía dijo...

Soñamos con un poder omnipotente y omnipresente, tanto, tanto, que se lo atribuimos a algo; a algo que puede ser Dios.
Estamos bastante desvalidos, por eso necesitamos creer en un poder fuerte. Si existe alguien o algo que tiene mucho poder, podremos imaginar, como dice Fernando, que nosotros mismos podríamos acceder a un lugar de poder similar.

Gabriela dijo...

Los niños juegan a ser súper-héroes todopoderosos, o al menos con llamativos poderes sobrenaturales. Estos héroes siempre ganan y eluden la muerte. Tienen habilidades que no poseen el resto de las personas.
Muchos adultos seguimos creyendo que siempre podemos ganar, que sólo se trata de ponerle el esfuerzo o la voluntad necesaria. También nos creemos con dotes especiales -que sí los tenemos- pero no son infalibles.

Elena dijo...

Eludir la muerte ha sido el tema de cantidad de cuentos, novelas, poemas, películas, comics, etc. La muerte es el límite más contundente a nuestro poder. Ahí queda claro que no se trata de voluntarismos.

Margarita dijo...

Cuando perdí el rol de embarazada mi poder se vino al piso.

Aldo dijo...

Podemos entrenar el poder de dominar nuestras emociones, deseos y necesidades. Algunos llegan muy lejos. Pero nadie puede sobrevivir demasiado tiempo sin beber, comer y dormir.

Alba dijo...

El poder no evita el sufrimiento. El sufrimiento es parte ineludible de la vida.

Anónimo dijo...

Es horrible cuando te das cuenta que el que te suplanta en un rol de poder hace las cosas mejor que vos.

Lautaro dijo...

Ahora vamos todos en pos de la salud perfecta y la prolongación de la vida. No está mal... siempre y cuando no nos olvidemos de vivir.