martes, 9 de octubre de 2012

La comparación de humanos con máquinas





Las computadoras les marcan un nivel de exigencia inalcanzable y frustrante a quienes comparan su rendimiento con el de ellas.

Cuando un joven es abandonado por su novia, se angustia, lo lamenta y se pone muy triste por la pérdida, está reaccionando normalmente, pero si ante la misma situación el muchacho piensa «ya nadie me quiere», también está reaccionando normalmente pero las consecuencias de su reacción son radicalmente diferentes.

Es normal que nuestro precario cerebro se deje llevar por la metonimia, es decir, por la equivocada generalización, por el disparate de interpretar un hecho aislado como si se tratara de una norma universal.

En otras palabras, los comportamientos «normales» (los más frecuentes en la población) son, en su mayoría, equivocados porque nuestra máquina de pensar es bastante falible.

Sin embargo, tan falible no es porque es (una máquina) capaz de copiarse a sí misma.

Efectivamente, cualquier invento de los realizados hasta ahora es una copia de la naturaleza, aunque no una copia fiel sino mejorada, adaptada, o fruto de la combinación de varios funcionamientos naturales, (por ejemplo, el vuelo de un insecto combinado con los efectos de la lluvia, puede dar lugar al invento de un helicóptero que colabore en la extinción de un incendio forestal).

Pero un invento, que es la copia ingeniosa y mejorada de alguna función mental, puede volverse contra nosotros. Creo que de esta manera podemos interpretar lo que nos ocurre con los sistemas informáticos.

La enorme capacidad de producción, (exactitud, velocidad, versatilidad, economía), que tienen los sistemas informáticos, (fruto de la inteligente combinación de varias destrezas humanas), suelen hacernos creer que deberíamos igualar su desempeño.

Las computadoras, que parecen pensar como humanos, les marcan un nivel de exigencia inalcanzable, y por lo tanto frustrante, a quienes equivocadamente comparan su rendimiento con el de ellas.

11 comentarios:

Elbio dijo...

La computadora funciona usando una lógica binaria, pero nuestras lógicas son más complejas, lo cual permite la creatividad. Esa creatividad de la cual depende en buena medida la adaptación, no es exclusivamente humana, y, por otro lado, es la que nos permite equivocarnos. La experiencia se va generando por ensayo y error. La perfección y los tiempos uniformes son de las máquinas.

Elbio dijo...

La computadora funciona usando una lógica binaria, pero nuestras lógicas son más complejas, lo cual permite la creatividad. Esa creatividad de la cual depende en buena medida la adaptación, no es exclusivamente humana, y, por otro lado, es la que nos permite equivocarnos. La experiencia se va generando por ensayo y error. La perfección y los tiempos uniformes son de las máquinas.

Martín dijo...

Mi temor a equivocarme nació en mi más tierna infancia. Mi padre no aceptaba las equivocaciones y siempre decía que para hacer algo había que hacerlo bien, si no, mejor no hacerlo. A lo que él le llamaba hacer las cosas bien, para mí suponía hacerlas perfectas. Sentía que nunca colmaba sus expectativas. Remontar esa carga todavía se me hace difícil.

Marcia dijo...

Culpar a los padres de lo que nos pasa siendo adultos -además de que puede ser injusto- no lleva a nada. Ser adulto significa ser autónomo e independiente, en el mayor grado que nos sea posible. Lo cual no significa que no precisemos a los demás. Son cosas distintas.

Anónimo dijo...

Soy pintor y me pasa que me cuesta terminar mis obras. Tengo que imponerme el ¨basta¨ porque de lo contrario continúo corrigiendo. Nunca quedo del todo conforme. Envidio a pintores como Picasso que lograron pintar como niños. Con la espontaneidad y la libertad de los niños. A vece me doy cuenta que pinto para el público. Eso me molesta, me quita disfrute en lo que hago.

Margarita dijo...

Creo que las mujeres somos de exigirnos demasiado. De pronto los hombres también... a mí me parece que nos pasa más a nosotras. Queremos abarcar muchos frentes y hacerlo todo bien.

Eduardo dijo...

Los inventos son copias de la naturaleza, efectivamente. Habría que entender que son copias y que la naturaleza es mucho más sabia, más auténtica y eficaz. Aunque a los humanos nos cueste aceptar su crueldad (lo que nosotros vemos como crueldad), creo que nada es porque sí.

Oliverio dijo...

Las funciones de las máquinas que superan ampliamente el funcionamiento humano, son muchas. Pero cada una de esas máquinas, comparadas con una persona, son mucho menos versátiles.

Filisbino dijo...

Pensar al ser humano como máquina lo cosifica. No somos cosas que se usan para una serie de funciones y que cuando se rompen se tiran. Invertimos mucho dinero en prolongar la vida y mantener la salud. Por otro lado, paradojalmente, nos usamos como cosas. Cosas que están para cumplir funciones y roles, para consumir y ser útiles. Todo eso es muy importante, lo cual no quita que cada uno de nosotros es algo más que un trabajador, un estudiante, una esposo, una madre. Y eso los empleadores a veces lo pasan por alto, nuestro cónyuge lo pasa por alto, nuestra familia también.

Gabriela dijo...

La Revolución Industrial introdujo a las máquinas de forma impactante, para mejorar el rendimiento humano. Esto trajo como consecuencia grandes modificaciones a nivel económico y social. El capitalismo cobró fuerza, los hombres comenzaron a hacer tareas típicamente femeninas como la fabricación de telas. Los niños empezaron a trabajar en horarios muy extensos, las mujeres se incorporaron al mercado laboral cuando los hombres fueron a la guerra.
Es decir, las máquinas cambian la vida del ser humano en múltiples aspectos. Las generaciones que nacieron con una computadora en casa desarrollaron habilidades que los adultos no tenemos. Por eso pienso que las máquinas son instrumentos para usar con inteligencia. Tendrían que servirnos a nosotros. Nosotros no tendríamos que convertirnos en máquinas ni permitir que las máquinas determinen negativamente aspectos sensibles, importantes, de nuestra vida.

Norton dijo...

No es fácil manejar lo que nos determina. Cuando se trata de las máquinas tampoco.