domingo, 7 de octubre de 2012

El pacto secreto



   
Yo soy la oveja negra de mi gran familia porque soy el único que no presta el automóvil.

Esto me ha traído algunas complicaciones porque, si bien mi actitud es motivo de bromas, sé que en el fondo se dice de mí que soy egoísta, mezquino, neurótico, desconfiado, avaro, machista.

Pero ninguna broma es graciosa si no oculta una verdad comprimida como un resorte próximo a saltar en la cara de algún curioso desprevenido.

A nadie le llama la atención que la única persona que no hace bromas es mi esposa.

A nadie le llama la atención que yo tampoco me defiendo con la energía que habitualmente despliego para reivindicar asuntos que me conciernen mucho menos.

Parece que no pueden encontrar que algo no anda bien en sus críticas.

Por mi parte es cierto: no me gusta compartir mi auto con nadie, ni con la copropietaria (mi esposa) ni con los herederos (nuestros hijos).

Cierta vez casi ocurre una desgracia de incalculables consecuencias: me había desvelado una noche de verano cuando sentí ruidos en la cochera. Tomé uno de mis hierros de golf y me fui sigilosamente a ver quién andaba ahí.

Mi varoncito adorado, el que se cree inteligente, astuto y valiente, estaba haciendo maniobras para sacar el auto y utilizarlo sin mi consentimiento.

El muy tonto cree, como tanta gente, que los vehículos pueden ser usados tan solo obteniendo la llave de contacto, sin contar con que existen miles de procedimientos para que los delincuentes se lleven una bien merecida sorpresa desagradable.

El secreto de mi avaricia automotriz radica en que mi esposa hace años que tiene por lo menos un amante sin que a mí me parezca mal porque también yo doy satisfacción a mis gustos.

Hasta donde puedo saber, mis hermanas y cuñadas usan el auto de la familia pero solo pueden ser fieles a sus deseos más personales escondiéndose como delincuentes.

(Este es el Artículo Nº 1.710)

10 comentarios:

Carolina dijo...

Pah! Otra vez nos la puso difícil, Doc. Así que este personaje no presta el auto porque no le gusta, nada más que por eso. Es fiel a su gusto.

Irene dijo...

Paren un poquito! Los gustos salen de algún lado. No es que algo me gusta porque sí y punto. Puede que no sepamos porque nos gusta o no nos gusta algo, pero que no sepamos no quiere decir que no exista un por qué.

Fabián dijo...

Creo que a mí me gustan las morochas porque mi madre era morocha.

Morgana dijo...

No me parece que tenga que existir un por qué para todo. Es nuestra cabeza la que nos lleva a pensar así. Las limitaciones de nuestra mente.

Marta dijo...

Para el egoísmo somos selectivos. El personaje de este relato es egoísta con su auto pero no es egoísta con su mujer. Considero que es mucho más importante ser generoso con la esposa que con el auto.

Esther dijo...

Me gusta la tranquilidad del acusado cuando sabe que no es culpable.

Lautaro dijo...

Lo que me llama la atención es que el hombre considera a la esposa co-propietaria de un auto que no puede usar.

Margarita dijo...

Yo soy propietaria de una casa que alquilo y no puedo usar.

Gabriela dijo...

El esposo piensa que si la esposa o el hijo le usan el auto se lo estarían robando. Por lo tanto el auto es su propiedad privada. Por lo tanto habrá herederos pero no otros propietarios. El único propietario es él.

Tito Luna dijo...

Se está juzgando una actitud antipática porque parece incoherente. Esa familia está organizada así y parece su funciona. ¿Qué importancia tiene la coherencia vista desde afuera, como hacen los demás familiares?