Quizá no estamos viendo algunos inconvenientes de los libros, porque la letra impresa sugestiona, convence, hipnotiza, es alienante, desinforma.
«El invento de la imprenta solo trajo ventajas», dicen los optimistas
y los pesimistas, (léase: optimistas con experiencia), contestan: «No, es imposible, la perfección no
existe, nos estamos olvidando de algo. ¿Qué inconvenientes nos ha traído este
invento?»
Es cierto que la imprenta medieval era tan
rudimentaria que no permitía grandes producciones editoriales y que el invento
de Juan Gutenberg generó un notorio aumento de los tirajes, acompañado de un
abaratamiento que facilitó el acceso a los libros a personas de menos poder
adquisitivo.
Algo parecido ocurre hoy con muchos productos,
(teléfonos celulares, relojes, computadoras), de la tecnología digital: cada
vez cuestan menos porque la economía de escala permite que una mayor producción
abarate los costos.
Descarto hacer hincapié en la pérdida de
fuentes de trabajo que sufrieron los copistas, trabajadores que hacían los
libros trascribiendo en forma manuscrita sus contenidos.
Descarto también hacer hincapié en la pérdida
de ocupación de los ancianos, de quienes aun hoy se dice que su muerte equivale
a la pérdida de una biblioteca. Las nuevas generaciones no dependen tanto de
estos venerables personajes, capaces de trasmitir historias entretenidas y
conocimientos valiosos, porque después de Gutenberg, pudieron pelearse con el
abuelo y dedicarse a leer libros.
Por culpa de Gutenberg, la producción de
libros se convirtió en una industria, con todos los criterios mercantiles y
lucrativos correspondientes, popularizando indirectamente la desactualización
de los conocimientos.
La trasmisión oral anterior a la imprenta
permitía que la información fluyeran enriqueciéndose con cada intermediario,
pero el libro cristalizó esa dinámica conceptual (porque después de editado no
se puede modificar), generándose equivocadamente la arrogante noción de «verdad definitiva».
La letra
impresa, por culpa de Gutenberg, sugestiona, convence, hipnotiza, es alienante,
desinforma.
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(Este es el Artículo Nº 1.718)
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12 comentarios:
Al fin un nombre! Alguien a quien echarle la culpa original de alguno de los males que hoy nos aquejan!!!
GUTENBERG.
Las tradiciones no cristalizan, las costumbres tampoco... los libros de papel sí! Se convierten en un ladrillo de hielo. Pero... cuando tomamos un libro a los cinco años nuestras manos son pequeñas. Poco es lo que pueden derretir ese hielo para modificarlo. A los veinticinco nuestras manos ya son grandes y tienen fuerza. Toman el hielo y pueden esculpirlo. Del ladrillo sale un castillo, y del castillo un delfín o una princesa. Quizá a los ochenta, nuestras manos frías se limiten a acariciarlo para desempañar su superficie. Quizá a los ochenta miremos el ladrillo de hielo y veamos en él, nuestro rostro reflejado.
Me gusta el tono humorístico y sarcástico de este artículo. No por ello deja de encerrar una gran verdad: lo que está en un libro o lo que vimos por la TV adquiere un valor mucho más firme que un manojo de palabras. La memoria se resiste con las palabras. No podemos repetir con memoria exacta, las palabras más sabias, ni tampoco las más embriagadoras. Después de oírlas las desordenamos, las entonamos con el timbre de nuestra voz. Las palabras dichas se transmiten de generación en generación distorsionadas, enriquecidas, empobrecidas, engalanadas, vilipendiadas. Nadie sabe cuál será el destino final de las palabras.
Ahora tenemos una gran enciclopedia (Wikipedia), que se modifica todo el tiempo. Es una enciclopedia en metamorfosis. Está viva y algunos de nosotros estamos en condiciones de participar en ella.
El libro, más allá de cuál sea su formato, es una ventana que se abre para nuestra imaginación y nuestro pensamiento. Es imposible no modificar los libros. Cada vez que leemos un libro, lo modificamos en algún lugar de nuestra mente, y lo volveremos a hacer cada vez que lo leamos de nuevo.
Por más que todos leamos libros diferentes cuando leemos un mismo libro, y por más que un mismo libro leído en tiempos diferentes se convertirá en un nuevo libro, también es cierto que lo dicho por escrito, titulado, y luego firmado... dicho está.
El libro desinforma cuando cancela nuestras búsquedas.
En paralelismo con Norton, digo que el libro informa cuando estimula nuestras búsquedas.
Dar los libros a dominio público no fue algo trivial. Fue visto como algo inconcebible durante mucho tiempo. En esto la historia ha tenido sus vaivenes.
El saber, la información, se convierte con cierta facilidad en poder.
El mayor inconveniente que han traído los libros es que una vez impresos y a la venta, muchos serán los interesados en que alguien los quiera leer.
La Historia cambia y los libros son uno de los factores que permiten el cambio de la Historia.
Pienso que los libros son maravillosos. Y ahora usted me ha hecho ver que la trasmisión oral de conocimientos, cuentos, canciones, leyendas, es aún más maravillosa.
Formo parte de un taller de literatura. Mi principal deseo es publicar un libro, así, al menos una vez en la vida, ya no podrán modificar lo que escribo.
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