Un texto publicado en un libro es un documento mientras que ese mismo texto en la web es el borrador del documento.
Los libros son objetos adorables para muchas
personas e indiferentes para otras.
Si bien los gustos no tienen explicación,
porque son algo que nos ocurre, a veces contamos con hipótesis que podrían ser
explicativas de por qué algo nos gusta (o nos disgusta).
A partir del momento que encontramos una
posible explicación (hipótesis) de alguna preferencia, nos surge la sensación
de que podemos influir sobre la causa supuesta para producir modificaciones que
nos aporten la agradable creencia de que podríamos influir (controlar) los
deseos ajenos.
En otras palabras, cuando creemos conocer las
causas de algún fenómeno, sentimos la agradable sensación de que podríamos
controlarlo, para que ocurra, para que no ocurra, o para que ocurra de otra
forma.
Ahora comparto con ustedes una hipótesis de
por qué muchas personas prefieren libros en vez de leer los mismos contenidos
en el monitor de una computadora.
El núcleo de esta opción puede estar en la
diferente seguridad que ofrece uno y otro medio.
Efectivamente, el libro es algo que el autor
tuvo que revisar obsesivamente porque después de ser imprimido, encuadernado y
vendido, ya no se podrán modificar sus contenidos.
Sin embargo, el mismo texto puesto en un sitio
web, puede ser cambiado cuantas veces lo desee quien tenga los permisos
necesarios para editarlo, modificarlo y guardarlo nuevamente.
Dicho de otro modo: prefieren los libros
quienes piensan que el ser humano es inseguro, cambiante, irresponsable,
imprevisible o deshonesto, todo lo cual es cierto. No están equivocados quienes
rechazan la web porque sus administradores son menos confiables que los
editores de libros.
El mismo texto, en un libro es un documento y
en la web es el borrador del documento.
(Este es el
Artículo Nº 1.586)
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9 comentarios:
Ay, mire! yo he visto cada errores en algunos libros!!! No sólo faltas de ortografía, que sería lo menos importante, sino errores al armar las frases, ideas confusas, contenidos de baja calidad... en fin.
A mí no me importa demasiado la perfección en el contenido de un libro. Me importa que me aporte, me emocione, estimule mi imaginación, me entretenga, despierte ideas nuevas, me permita reflexionar, alivie mi angustia. Tantas cosas puede hacer un texto!
Prefiero la web. Me resulta más cómodo leer en la computadora. Ajusto el tamaño de la letra, quedo con las manos libres, me puedo poner en posturas mucho más cómodas. Yo no sé porqué algunas personas le tienen tanto rechazo a la computadora.
Creo que asociamos a la máquina -la máquina que es inteligente- con la robótica o con algo que termine por superar nuestras capacidades y termine dominándonos. De hecho eso ya está pasando desde hace muchísimo tiempo. Las máquinas y las herramientas se inventan para hacer cosas que no podríamos lograr sin ellas. Pero hay herramientas que manipulamos y otras que nos dejan la sensación de que nos manipulan.
El cambio de los textos en la web puede ser una gran ventaja. Tiene que ver con el dinamismo de la realidad, de nuestra vida.
Al libro lo tenemos en nuestras manos, o incluso en el bolsillo. Es una cosa que llevamos y traemos. Lo podemos poner en un lugar o en otro. Lo dominamos, está bajo nuestro control.
La computadora hace poco tiempo que pasó a ser manuable. Para mí es un chiche maravilloso, que nos abre posibilidades infinitas.
Son cada vez más livianas, fáciles de mantener limpias, agradables a la vista. Nos permiten tanto leer como escribir. Podemos subrayar lo que leemos, sin dejarle los subrayados al próximo que lea.
No me gustan las cosas inamovibles. Prefiero lo que tiene posibilidades de cambiar. Prefiero los textos de la web. Además ahí puede escribir cualquiera, no tiene éxito sólo el que es conocido y encumbrado. Es mucho más democrático.
Comprendo a quienes aman los libros. Cada uno de ellos es un objeto con el que podemos encariñarnos mucho. Cada uno tiene su olor, la textura de sus páginas son diferentes, las tapas pueden ser duras o blandas, rugosas o lisas, brillantes u opacas. En los libros puede quedar la mancha del café que saboreábamos cuando leíamos.
A los libros los podemos apilar, los podemos disfrutar orgullosos en la biblioteca del living. Ocupan lugar, cada uno de ellos tiene un cuerpo diferente.
Las computadoras ofrecen posibilidades estupendas y son también muy bellas, pero el libro tiene sus particularidades. El libro puede subsistir al ládo de la máquina; no se anulan el uno al otro.
Mire, yo le digo quienes prefieren los libros: los dueños de las editoriales.
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