miércoles, 3 de agosto de 2011

Las ventajas del prejuicio

Adherir a los prejuicios ofrece inestimables ventajas aunque la autonomía de pensamiento se presenta como muy elegante, inteligente, sabia.

Para resolver la angustia que nos provoca la incertidumbre (1), hemos optado por elegir la intolerancia, el maniqueísmo, la discriminación asociada a la segregación.

En otras palabras: es probable que el ser humano sepa muy en el fondo de su mente que cualquier objeto, persona o circunstancia poseen rasgos positivos que conviven con otros negativos.

Por esta ambivalencia que caracteriza cualquier valoración que podamos hacer, buscamos como gran beneficio evadir la angustiante duda sobre qué elegir.

En este estado de cosas, preferimos adoptar un prejuicio para con él poder afirmar:

— que las carnes rojas hacen daño;
— que las personas religiosas tienen bondad;
— que los médicos sólo curan y nunca dañan la salud;
— que el casamiento es la mejor forma de vida para cualquier ser humano;
— que el chocolate engorda;
— que los libros nos alejan de la realidad;
— etc.

Una vez que adoptamos una sola de las caras de la realidad (como si fuera una moneda o la luna), simultáneamente tenemos resuelta la mortificante duda respecto a qué hacer con la otra cara: Simplemente la rechazaremos con el mismo fervor y convicción que aceptamos lo que el prejuicio nos indique.

Como vemos, un prejuicio (doctrina, ideología, adhesión) se convierte en nuestro jefe de pensamiento. Él nos dirá qué debemos elegir y nos liberará del compromiso agobiante de tener que informarnos, evaluar, comparar, decidir, actuar y luego atenernos a las consecuencias.

Me animo a sugerir un inconveniente que parece lejano pero que influye con todo su peso: asumir las consecuencias de una decisión personal (propia, independiente, autónoma), nos impone un estado de soledad que excita al instinto gregario.

Cuando aplicamos un prejuicio contamos con la invalorable compañía de quienes lo comparten.

(1) El delicado aparato psíquico

Mucha información en medio de la duda

Intercambio de órganos genitales

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12 comentarios:

Laura dijo...

Tengo un problema. Debería ingerir más líquido. No me genera confianza el agua de la canilla, tiene sabor a cloro. El agua con gas no me gusta, además no puedo tomar bebidas con gas. El agua sin gas tampoco me gusta, no porque tenga sabor a cloro, sino porque no tiene sabor a nada. El mate, por más yuyos que tenga me da acidez. Los jugos que vienen en polvo dicen que son una porquería y los jugos de fruta son caros y además tienen conservantes. Hacerse jugos uno, está bueno, pero también es caro. Necesitás un montón de fruta o de verdura para un vaso y eso no alcanza para hidratarse.
Todo esto viene a cuenta de lo insufrible que se vuelve la vida cuando empeazás a analizar los pro y los contra.

Evaristo dijo...

Todo el problema de Laura se solucionaría si alguna vez transpirara como para tener sed y fuera menos caprichosa y buscara orientar su vida hacia algo útil.

Walter dijo...

Ah sí! Tomar decisiones locas como meterse en una religión, sería imposible si no hubieran otros locos que se reunieran con nosotros.

Evangelina dijo...

Veo que en este espacio se persiste en la actitud irrespetuosa hacia las personas que han optado por llevar una vida orientada en preceptos religiosos.
Les recuerdo que esta es una forma de discriminación que atenta contra la buena convivencia. Ustedes sabrán qué es lo que buscan.

Chapita dijo...

El maniqueísmo te saca la incertidumbre porque cuando uno habla con maniquíes obtiene respuestas tranquilas.

Nolo dijo...

Yo no soy de dudar, pero he tomado cada decisiones que mamita mía!

Andrés dijo...

Al Quijote los libros lo apartaron de la realidad, pero muchos lo quieren y quien lo conoce no lo olvida.

Damián dijo...

Una pareja se casa llena de ilusiones, segura de lograr una buena convivencia. Y yo me pregunto si ya lograron una buena convivencia entre sus propios aspectos positivos y negativos.

Antonio dijo...

Algunos son tan fanáticos con eso de adoptar sólo una de las caras de la moneda, que se mandan fabricar monedas con las dos caras iguales. Yo lo vi por la tv.

Verónica dijo...

Mi problema no es informarme. Yo me informo, evalúo, comparo, dicido, actúo. La cuestión es que luego no sé a quién achacarle las consecuencias.

Valentina dijo...

En general las grandes decisiones, las que involucran a otros, aunque las tomemos solos, luego las informamos a un grupo que también se hace cargo de la decisión. Esto sucedeía con las decisiones de los reyes, los emperadores, y ahora sigue sucediendo con presidentes, líderes scouts, etc.

Efraín dijo...

Es como ud decía ayer, las consecuencias es muy fácil evaluarlas con el diario del lunes.