domingo, 28 de agosto de 2011

La secreta amante de Barry Gibb

Romina es una mujer normal y especial como algunas.

El padrino que quiso propasarse con ella cuando la vio tan hermosa en la fiesta de sus quince años, le consiguió un empleo en una oficina del estado dedicada a reprimir la delincuencia, pero sobre todo a lograr que las víctimas se sientan suficientemente vengadas por la mano dura, cruel y justiciera del estado todopoderoso.

Su trabajo consistía en atender el teléfono sin ser exactamente una telefonista. Había sido adiestrada para apaciguar a los ciudadanos más mediáticos, capaces de provocarle algún costo político al partido de gobierno del padrino abusador.

Romina soñaba con visitar Estados Unidos porque desde pequeña había recibido más información de Hollywood que del colegio.

Los hombres le gustaban sólo si eran creados por su fantasía.

Es así que tuvo sexo con varios cantantes mientras escuchaba sus canciones a todo volumen.

Pocas veces sintió algo de culpa por masturbarse imaginando escenas muy escabrosas con Andy Gibb, Paul McCartney, Tom Jones.

Quiso hacerlo con Jesús pero la barba le recordó al padrino.

Estas secretas aventuras la mantenían feliz y no necesitaba más.

Cuando los ahorros se lo permitieron, visitó el país de sus sueños.

Fue a un concierto de los Bee Gees que la hizo delirar, recargar insumos para las fantasías eróticas y hasta logró que Barry Gibb accediera a secarse el sudor con un pañuelo que ella le alcanzó (imágenes).

Con casi cuarenta años de vida sin grandes cambios, al volver del entierro del interminable padrino encontró las señales inequívocas de que habían entrado ladrones.

Sintió en todo el cuerpo lo que tantas veces le habían contado telefónicamente las víctimas más expresivas. Le temblaron las rodillas por un pensamiento aterrorizador. Corrió al dormitorio, abrió la mesa de luz, se aferró al pañuelo con el sudor de Barry Gibb y lloró de felicidad porque los muy estúpidos no se habían llevado lo único valioso.

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12 comentarios:

Elbio dijo...

"Interminable padrino". Adjetivación muy acertada.

Fabricio dijo...

A esa mujer tan poco materialista, tan fantasiosa y fuera de la realidad, hay que enseñarle... no... dejémosla como está.

Paty dijo...

Yo quiero visitar Manhattan. Estoy obsesionada con los rascacielos.

Anónimo dijo...

Mi fantasía no para de crear hombres. Pero todos son mas o menos iguales. Llegan, se apasionan, me pegan, y nunca se van.

Gladys dijo...

Hay una oficina secreta del Estado, dedicada a reprimir la delincuencia. Luego hay muchas otras dedicadas a lo mismo, pero que no son secretas. Esta de la que les hablo es secreta porque funciona sólo con planes piloto, de dudosa efectividad y reputación. Ahora están implementando el plan "Tal como eres", que consiste en convencer al delincuente de que se respeta su proceder, se lo ama tal cual es y para nada se le pide que cambie.

Jacinto dijo...

A esa señora no le pueden dar el título de amante secreta de Andy Gibb, porque no se lo ganó. Sólo fantaseó con él. Jamás puso el cuerpo ni corrió los riesgos. No lo conquistó. NO SE MERECE ESE TÍTULO.

Facundo Negri dijo...

Cuando se trata de atender el teléfono y apaciguar a quienes reclaman lo imposible, hay que dar la razón, simular indignación, prometer prontas soluciones y confiar en la ingenuidad humana.

Estela dijo...

El padrino la puso a "reprimir la delincuencia" para ver si así lograba reprimirlo a él.

Octavio dijo...

Dígale a Romina que el pañuelo se lo compro.

Sandra39 dijo...

Todas las mujeres y todos los hombres somos especiales. Ni los clones podrían ser iguales.

Norton dijo...

Es verdad Sandra, pero antes que algunos especiales, prefiero un especial de jamón y queso.

Maruja dijo...

Las fotos más importantes hay que imprimirlas. Si entran ladrones se llevan la computadora y la cámara de fotos. Y las fotos no se recuperan más.