viernes, 19 de agosto de 2011

La felicidad de una convivencia inflexible

La dinámica interna de una «familia modelo» suele incluir una fuerte opresión sobre sus integrantes a cambio de bajarles la incertidumbre.

Un grupo es un conjunto de personas que se reúnen con alguna finalidad: producir, acompañarse, defenderse.

Un grupo familiar es lo mismo pero donde existen vínculos de parentesco.

Según he comentado en otros artículos (1), etológicamente (comportamiento animal) la hembra humana elige a uno o más varones genéticamente compatibles con ella, por lo menos uno de ellos se asocia con ella y forman un grupo familiar cuya finalidad es reproducirse, producir, acompañarse.

La particularidad de los integrantes está en el parentesco, que comienza con un contrato de unión (concubinato, matrimonio civil, matrimonio religioso) y se completa con el nacimiento de nuevos integrantes consanguíneos (hijos) y eventualmente el agregado de otras personas: hijos adoptivos, padres, abuelos, tíos.

En otro artículo (2) les comentaba que este grupo familiar puede optar por conservar en su interior rasgos casi idénticos a los que predominan en el resto de la sociedad que integran o —por el contrario— configurar el grupo de tal manera que reinen normas radicalmente distintas al resto de la sociedad que integran.

Ni los más connotados estudiosos de la familia pueden asegurar que saben qué ocurre en la trama de vínculos que se establecen de mil formas distintas.

Por regla general, lo que llamamos «familias modelo» suelen ser cerradas, recelan del resto de la sociedad, tienen costumbres y rituales particularmente rígidos, poseen una disciplina férrea y la figura paterna o materna acaparan casi todo el poder.

Estos grupos son poco normales, la salud mental escasea, pero sin embargo logran un clima de convivencia maravilloso porque sus integrantes ven disminuida al mínimo la incertidumbre que afecta a cualquier ciudadano común.

Estas familias totalitarias ganan en certidumbre lo que pierden en libertad.

(1) «A éste lo quiero para mí»

«Soy celosa con quien estoy en celo»

«La suerte de la fea...»

(2) La desnudez en familia

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10 comentarios:

Maristela dijo...

El ñandú macho empolla los huevos y cría a los charabones, solo, compeltamente solo. Es todo un ejemplo.

Verónica dijo...

Es difícil de entender cómo una familia o cualquier otro grupo humano, puede complacerse en llevar una disciplina rígida. Será tan tortuosa la incertidumbre? Hasta qué punto somos capaces de autoengañarnos, para llegar a pensar que la sorteamos!

Leandro dijo...

Mi familia es un fiel reflejo del mundo. En la mesa principal comen mamá, papá y los tíos. En otra mesa chica, en el rincón del comedor, comemos nosotros (los hijos y sobrinos) y los abuelos. La empleada come en la cocina.

Raúl dijo...

Nosotros fuimos a un terapeuta familiar pero él nos dijo que no podía estudiar los vínculos familiares, porque no existían.

Loreley dijo...

Las familias modelo sólo se vinculan con otras familias modelo, pero siempre hay alguna oveja negra que se revela.

Olegario dijo...

Las tradiciones también reducen la incertidumbre... salvo la tradición de escuchar el pronóstico del tiempo.

Alicia dijo...

La novela familiar es un libro que nunca termina de escribirse, ni tampoco de leerse.

Agustín dijo...

Estaba viendo que su definición de familia modelo podría servir para definir a la población carcelaria.

Rita dijo...

A veces siento que mi familia se parece a una sociedad protectora de animales.

Guzmán dijo...

En mi país la gente no se decide. No se reúnen para producir, ni se reúnen para defenderse, ni tampoco para acompañarse. En realidad creo que sólo se reúnen -a ciencia cierta- para reproducirse.