La vejez es triste cuando durante la juventud precedente creímos algo así como «me quieren por lo que soy y no por lo que doy».
Si le preguntamos a cualquiera nos dirá que quiere vivir la mayor cantidad de años posible... siempre y cuando pueda valerse por sí mismo.
Por lo tanto, todos deseamos longevidad y salud unidas. Longevidad sola, NO. La buena salud parecería incluir una razonable longevidad (100 años, día más, día menos).
Si le preguntamos a cualquiera que ya haya llegado a la vejez (más de 65 ó 70 años), casi seguro que demostrará algún grado de insatisfacción aunque su salud no lo someta a ninguna dependencia humillante.
Lo que he leído y escuchado sobre este fenómeno de disconformidad, amargura y hasta de resentimiento contra una especie de injusticia provocada por la existencia, conduce a una serie de recomendaciones sobre cómo encarar esa etapa de la vida con una filosofía que permita estar alegre, disfrutarla, ser feliz.
Desprecio todas esas propuestas de estilo «auto-ayuda» por considerarlas voluntaristas, ilusorias, bobas. En el fondo equivalen a pintarse una sonrisa de payaso.
Prefiero sin embargo un sistema de «ahorro filosófico» que paso a explicar porque es un concepto diferente a todo lo conocido, aunque más no sea en la forma de describirlo.
Lo que propongo es evitar la juventud voluntarista, ilusoria y boba, porque lo que resulta realmente doloroso en la vejez (que conozco por dentro y sé de qué hablo) es la pérdida de protagonismo, de importancia social, laboral y familiar.
Si cuando jóvenes nos creemos bellos, inteligentes y deseables por nuestra linda cara (valores intrínsecos), viviremos una ilusión que estallará en la vejez. Si cuando jóvenes nos creemos amados porque somos buenos proveedores, aceptaremos perder afectos en la medida que dejemos de ser tan buenos proveedores.
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13 comentarios:
Estoy muy de acuerdo con las ideas que desarrolla en este artículo. En casa a menudo lo leemos y se generan interesantes discusiones.
Soy joven de buena percha
y un buen proveedor.
Siempre traigo
el pedido en fecha
y jamás olvido
atenderte mejor.
Seré joven, voluntarista, ilusoria y boba; pero bien que me miran los maduritos como usted.
Nunca disfruté a plenitud los valores intrínsecos de la juventud, pero gracias a eso siempre me esforcé por crecer como persona, y ya estoy disfrutando los resultados.
Lo que a mí me sucedió a partir de los 40, mas o menos, es que todos los días tengo alguna molestia física. En general se trata de cosas leves, pero son escasos los momentos en que físicamente me siento bien de bien.
Antes decía que no iba a llegar a viejo. Ahora creo que ya llegué, no sé muy bien cómo. Y todo lo que quiero es seguir.
A veces quisiera descansar un poco y creer que me quieren por lo que soy. Que me aceptan y punto.
Sí Gloria, una cosa no se contradice con la otra. Los que nos quieren se esfuerzan por aceptarnos como somos. Puedes abandonarte en los brazos de quienes te hacen sentir segura. La única condición es seguir sintiendo la necesidad de dar.
Se puede admirar a alguien por ser brillante, y confundir ese deslumbramiento con amor. Y quienes se enamoran de la inteligencia de otro, pronto se desilusionan si el inteligente no tiene nada que ofrecer.
Llegar a los cien años con salud... difícil para sagitario.
Muy de acuerdo. En la juventud hay que vivir intensamente, crecer, hacer. Uno no puede vivir dejando pasar el tiempo. Eso está bien para una parte de la adolescencia, cuando el desconcierto es medio paralizante.
Hay que tener presente que lo hecho hoy va a constituirse en uno de los determinantes de nuestro futuro.
Mmmm, esto me parece medio voluntarista.
Comparto la importancia de señalar la falta de protagonismo laboral, familiar, social, que puede sufrirse en la vejez. Creo que en parte puede evitarse, logrando una buena inserción social. Pero es inevitable que los vínculos y roles familiares disminuyan, aunque se puede dedicar más tiempo a los amigos, que al fin y al cabo, son la familia que uno elige. En cuanto a lo laboral, pienso que es una etapa ideal para dedicarse al voluntariado.
No es la filosofía la que nos permite estar alegres. Se tienen que conjugar unas cuantas cosas. La filosofía de vida es consecuencia de como vivimos. Reflexionamos respecto de la vida, de acuerdo a lo que somos y hemos vivido.
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