Los líderes revolucionarios, dada su particular
ubicación, les exigen al pueblo más sacrificios de los que dichos líderes
revolucionarios padecen.
Lo invito a que haga una
observación: mire cómo giran las ruedas de un vehículo. Préstele atención a
cómo se mueven los bordes de goma y préstele atención a cómo se mueve el centro
de dicha rueda. Podrá constatar que la parte exterior tiene un gran movimiento
mientras que la parte central apenas gira.
De más está decir que los
bordes y el centro hacen el mismo movimiento giratorio, pero la gran diferencia
está en cuánto se mueve la circunferencia más grande (la exterior) y en cuánto
se mueve la circunferencia interior (el eje central).
Recordemos que al movimiento
circular que realiza una rueda se le llama revolución.
Si consultamos el diccionario
(1), veremos que la palabra revolución, en
mecánica, significa: Giro o vuelta completa que da una pieza sobre su eje. Por lo tanto, cuando cumplimos el primer párrafo, lo que
observamos fue la revolución de la
rueda de un vehículo.
Ahora veamos que significa la misma
palabra revolución, pero en
sociología: Cambio violento en las instituciones
políticas de una nación.
Con estos elementos, es posible pensar en
algo que ocurre en los pueblos donde se producen movimientos revolucionarios:
Los líderes ocupan los lugares centrales del acontecimiento mientras que el
pueblo ocupa los lugares periféricos del acontecimiento.
Si volvemos a observar la rueda del
vehículo, podremos imaginar que el pueblo está en el borde de la rueda, es
decir, donde se producen los cambios más importantes, drásticos, quizá también
dolorosos, mientas que los que toman las decisiones ocupan un lugar donde los
cambios se perciben de forma más moderada, más silenciosa, menos dolorosa.
Esta particular ubicación de los líderes
les permiten exigirle grandes sacrificios al pueblo sin padecerlos ni
imaginarlos.
(Este es el Artículo Nº 2.115)
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