viernes, 13 de diciembre de 2013

Las ideas diferentes deben ser gratuitas


Solo compramos ideas que no contradigan nuestras creencias. Por eso, los puntos de vista alternativos solo se consiguen no pagándolos.

Casi todo lo que usted lee fue escrito por alguien que tiene especial interés en no contradecirlo, ya sea porque vive de lo que usted paga o porque, simplemente, desearía ser amado por usted.

Efectivamente, casi la totalidad de los comunicadores tratan de saber qué es lo que usted prefiere, qué es lo que usted rechaza y, dentro de esos límites, intenta emitir un mensaje buscando que usted lo aplauda, le agregue un «me gusta» y siga leyéndolo eternamente.

Como vemos, siempre que exista algún fin de lucro existirá una intención de perpetuarlo, dejando de lado cualquier otra consideración.

Cuando un autor escribe buscando que usted lo apruebe estamos ante la paradójica situación en la que, al final, todo lo que usted lee está, indirectamente, escrito por usted mismo. Es usted quien le dicta al autor lo que quiere que este escriba para luego, al leer lo que redactó, confirmar que el escritor y usted piensan lo mismo.

La situación se parece a una agencia de viajes que le ofrezca una excursión muy costosa al maravilloso paisaje de su propia cara.

Al pagarles, ellos le pondrán un espejo delante mientras una simpático guía turístico va señalándole: «¡Mire que hermosas cejas tenemos acá!; ¡No se pierda la comisura de los labios!; ¡Deténgase un minuto a deleitarse con esta hermosa pestaña que sobresale en el párpado izquierdo!»

La pregunta obligada es: ¿Por qué pago para que no me contradigan y las verdaderas novedades son gratuitas? ¿No debería ser al revés?

Como en la economía de mercado los precios se regulan por la oferta y la demanda, y dado que casi nadie quiere alterar sus creencias, casi nadie demanda ideas que lo contradigan.

(Este es el Artículo Nº 2.109)


No hay comentarios.: