Los amos de mascotas y
los padres de niños no reconocen que temen ser abandonados. Necesitan
imaginarse adorables, imprescindibles. Los mejores.
Alguna vez anterior he
comentado que ningún amo de perro busca recuperarlo mostrando un cartel que
diga: «Gratifico captura de perro que se fugó de mi casa aprovechándose de que
tuve un descuido». Muy por el contrario, el amo publicará un cartel en el que
se lamenta de que el pobre animalito se haya extraviado y que quizá ande por
ahí, llorando por no encontrar el camino de regreso a la casa del amo.
¿Qué ocurriría con un niño al
que no se le prohíba hablar con extraños?
Me temo que el pequeño podría
irse tras una mejor promesa de bienestar.
Los padres nos aterrorizamos
de que eso pudiera ocurrir.
Nos preocupa que los pequeños
sean tan ingenuos y que sean fácil presa de un engaño. Pero, ¿cuáles son
nuestras verdaderas preocupaciones?
Uno de esos temores consiste
en que el pequeño encuentre personas que lo quieran más, lo traten mejor y que
lleguen a ser más felices en la nueva familia.
Cuando un pequeño no llora
amargamente en su primer día de escuela los padres padecen un infarto
emocional.
No creo que ocurra, pero los
expertos en marketing son muy capaces de asesorar a los dueños de guarderías
infantiles que, disimuladamente, dificulten la estadía de los nuevos alumnos, solo para que los
padres, verdaderos clientes que pagan la mensualidad, sientan que el niño los
ama con pasión.
Por lo tanto, los amos de mascotas fugadas y los padres de los niños son personas muy vulnerables, que
temen ser abandonados por sus seres queridos.
Sin embargo, estos amos y padres no soportan la idea de que
son ellos quienes temen ser abandonados. Necesitan imaginarse adorables,
imprescindibles, irremplazables, divertidos. Los mejores.
(Este es el Artículo Nº 2.102)
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1 comentario:
¡¡Excelente!!
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