lunes, 16 de diciembre de 2013

Fin del estímulo político a la virilidad

  
Los varones adultos que fueron educados en el culto a la virilidad homofóbica hoy se sienten desorientados.

No es tan fácil saber si lo que deseamos está indicado por la Naturaleza o por la Cultura.

Ésta se impone con tal rigor que a veces sus dictados prevalecen sobre los dictados de la Naturaleza, es decir: a veces la cultura logra torcer nuestra forma de ser natural.

Por ejemplo, es muy probable que los humanos seamos mucho menos eróticos e interesados en la sexualidad de lo que aparentamos.

La cultura está diseñada por los mismos humanos y por eso sus normas responden a intereses muy diferentes a los que pudiera tener la naturaleza.

Por ejemplo, si los humanos deciden matarse masivamente porque unos quieren apoderarse del terreno que otros ocupan, entonces los humanos tendrán que inventar algún procedimiento para recuperar esos ejemplares de la especie que murieron prematuramente. Si no lo hicieran, la especie entera correría riesgo de extinguirse.

Para estimular artificialmente la generación de nuevos ejemplares que vengan a remplazar a los soldados que murieron en las guerras invasoras, muy probablemente se alentó a que los varones demostraran su virilidad teniendo muchos hijos.

En condiciones normales, en condiciones naturales, no sería necesario tener que demostrar la virilidad, así como tampoco es necesario demostrar que respiramos o que digerimos lo que ingerimos.

Dentro de la política de estimular la reproducción que estoy imaginando, la homosexualidad se convirtió en un pecado religioso, en una traición, en una vergüenza, en una enfermedad repudiable. En suma: como política de estado se estableció la homofobia.

En este momento (cursa 2013) muchos varones, que fueron educados en la ideología del culto propagandístico a la virilidad anti-homosexual se sienten confundidos porque las políticas de estímulo a la reproducción dejaron de funcionar y la homosexualidad natural es tolerada.

(Este es el Artículo Nº 2.112)


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