Las personas poseídas de un inquebrantable
convencimiento (político, religioso), actúan como psicópatas pues ignoran los
intereses ajenos.
Para un psicópata no existen
ni pecados, ni culpas, ni remordimientos. Un psicópata no logra empatizar,
sentir con el otro, darse cuenta de que si alguien sufre, esa otra persona
podría ser él mismo.
Ellos entienden que existen
normas sociales (respetar una fila, ayudar al caído, devolver lo recibido en
préstamo), pero la evaluación que hacen del dolor ajeno los influye muy poco,
no entienden que ellos podrían sufrir tanto como sus víctimas.
A los no psicópatas nos ocurre
que hasta tomamos decisiones imaginando que los intereses ajenos son idénticos
a los nuestros.
Quienes deciden por los demás
(sin su consentimiento), tienen una especie de psicopatía porque también se
equivocan al evaluar la sensibilidad de otros. El psicópata la desconoce casi
en su totalidad y quienes toman decisiones sin consultar a los interesados,
hacen algo parecido a los psicópatas aunque su conducta suele estar mejor
adaptada a los reclamos de las víctimas de una ayuda inesperada.
También tienen una conducta
bastante psicopática aquellas personas que, si bien poseen la sensibilidad de
captar el dolor de un semejante y son capaces de sentir culpa por los daños que
provocan en terceros, están guiados por objetivos que parecen pasarle por
arriba a los demás.
Estoy pensando en quienes
poseen una idiología que los provee de certezas incuestionables. Los dogmas
suelen tener ese rasgo: les aportan, a quienes los utilizan, una gratificante
ausencia de incertidumbre porque su credo les provee todas las respuestas.
Con estas suposiciones
asumidas como verdades (los dogmas), el creyente no escucha nuestras opiniones
diferentes. Como esa ideología lo tiene convencido de que no hay una forma
mejor de entender la realidad, actúan como psicópatas seguros de que es por
nuestro bien.
(Este es el Artículo Nº 1.732)
●●●
9 comentarios:
Nunca había pensado en los rasgos psicopáticos que tenemos todos o casi todos. Es cierto que cuando creemos firmemente en algo, tendemos a imponérselo a los demás. Esto en parte me lleva a lo que Ud. plantea hoy en el blog ¨El dinero y la pobreza patológica¨. Es lo que hace el vendedor.
No estoy de acuerdo con Irene. El buen vendedor, no se impone al comprador. Capta lo que el cliente necesita e intenta satisfacerlo.
Los dogmas religiosos o políticos muchas veces hacen de sus adherentes una secta muy peligrosa.
Nadie puede estar seguro de cuál es el bien para el otro. A los padres muchas veces se nos plantean grandes dudas con nuestros hijos, y no nos queda otra posibilidad que decidir por ellos cuando son pequeños.
Estoy harta de una comunidad religiosa, que por respeto no voy a nombrar, que siempre vienen a tocarme el timbre una vez a la semana a la misma hora. Es una suerte que tengan esa regularidad, porque ahora directamente no les abro la puerta.
De chica tenía un álbum de figuritas que se llamaba ¨El por qué de las cosas¨. Me encantaba pegar las figuritas y leer debajo de cada una el por qué de todo tipo de cuestiones. Seguramente entender el mundo me transmitía una gran seguridad, y yo estaba muy interesada en comprender.
No entiendo por qué mi madre se empecina en sugerirme cosas que sabe no me interesan. Nunca se da por vencida.
Nunca quise que los guerrilleros hicieran la revolución por mí. Me molesta mucho que esas personas crean que saben como arreglar el mundo y lo que nos conviene a todos. Para peor actúan imponiéndose mediante las armas.
¿Eres cubano Fabián? Aquí en Uruguay desde el 85 todos los gobiernos fueron electos por la ciudadanía.
Publicar un comentario