domingo, 14 de octubre de 2012

Homicidio inocente



   
Tengo dolor en todo el cuerpo, por momentos siento deseos de morir de un infarto. En la casa andan todos hablándose en voz baja, oigo palabras sueltas, suficientes como para saber que se habla de mí.

Les he pedido que me dejen sola, quiero estar con la luz apagada y la puerta cerrada sin llave para que sean ellos quienes respeten mi intimidad.

A Joaquín, el osito de felpa que tengo desde los cinco años, lo abrazo y continúa calmándome como cuando me lo regaló aquella amiga de mamá que llenó mi cabeza de extrañas ideas, aunque apenas habló alguna vez conmigo.

 Tengo la esperanza de que mis sentimientos se aclaren para esta noche o para mañana temprano. Quiero tomar alguna decisión antes de que el asunto pase a mayores y después no pueda reparar esta injusticia que se está cometiendo con mi hermanito.

Tengo que madurar, tengo que ser más responsable, no puedo seguir acusando a todo el mundo de mis desgracias porque toda la familia lo prefería a él, despreciándome.

Al principio disfruté viendo como papá le pegaba en la cara y él no paraba de llorar y pedir perdón, pero después algo dentro de mí cambió por completo, empecé a sentir lástima por lo que le estaban haciendo. Yo necesito que me amen, que me devuelvan el dormitorio que era mío, pero nunca pensé que papá le haría eso y que mamá, la que siempre lo defendió, le pidiera que no parara de pegarle.

Ahora lo tendrán todo vendado, dirán alguna mentira para que el prestigio de la familia no se resienta, para que no quedemos todos como lo peor, como enfermos mentales.

Pero yo no puedo decir lo que realmente ocurrió porque entonces se volverían contra mí y mi hermano continuaría tan lastimado como antes. Sería agregar más problemas sin ganar nada.

Yo lo seduje hasta enloquecerlo y mi grito no fue por la penetración sino para que papá entrara y lo matara.

(Este es el Artículo Nº 1.717)

8 comentarios:

Marcos dijo...

La venganza del hermano celoso! En este caso de la hermana... En el cuento la venganza es llevada demasiado lejos. ¿En qué irá que a veces podamos ponernos el límite justo a tiempo y otras veces se nos vaya la moto al precipicio? Capaz que la diferencia la puede hacer una idiotez, una noche mal dormido, por ej.

Estela dijo...

Ese hermano fue hecho culpable de una situación sobre la que no tenía responsabilidad alguna: haber nacido. Y parece que haber nacido le puede llegar a causar la muerte.

Olga dijo...

Simular una relación incestuosa para castigar a un hermano! Si no fuera porque la realidad siempre supera a la ficción, le diría que es espeluznante.

Gabriela dijo...

De pronto a la chica se le ocurrió hacer eso, porque deseaba amar a ese hermano que tanto odiaba. Pero no podía amarlo sin castigarlo.

Tiago dijo...

Se me ocurre que el oso de peluche es equivalente a un diario íntimo.

Ingrid dijo...

La madre podía esconder el hecho incestuoso, pero defenderlo directamente no. Si la chica pensaba que la cosa no iría a mayores porque la madre defendería a su hijo varón, se estaba equivocando.

Rosana dijo...

Si es cierto que todos tuvimos o tenemos deseos incestuosos, por más enterrados en el inconsciente que estén, reaccionaremos violentamente cuando son violados por otro.

Luis dijo...

La mezcla de amor y odio genera una tensión desequilibrante. Aunque podemos suponer que esas mezclas siempre existen, cuando los dos polos son muy intensos, se vuelven de verdad peligrosos.